Confusiones franco-alemanas
Ahora que tan triste actualidad tiene el fen¨®meno en Europa viene al caso. El l¨ªder socialista austriaco, V¨ªctor Adler, sol¨ªa decir que el antisemitismo es el socialismo de los tontos. Quienes realmente creen en el mito de que el pueblo jud¨ªo no alberga tantos tontos como cualquier otro ya ha demostrado a un tiempo su antisemitismo y su estulticia. Los odia porque los cree superiores y los cree superiores porque es tonto. Las tonter¨ªas nunca suelen ir solas cuando se juzga desde la ignorancia. Con los alemanes ha sucedido algo de lo mismo durante mucho tiempo. Siglos de prejuicios externos les hab¨ªan otorgado caracter¨ªsticas esenciales de raza donde lo que hab¨ªa era s¨®lo -eso s¨ª, ni m¨¢s ni menos- bienfuncionantes estructuras culturales que, en un caso miles, en el otro mil a?os vigentes, se han hundido en doce a?os de III Reich y medio siglo de democracia igualitarista en el m¨ªnimo denominador com¨²n. Jud¨ªos y alemanes siempre han tenido un n¨²mero similar de individuos tontos, vagos e insolentes que otros pa¨ªses que llevan la fama, v¨¦ase espa?oles, italianos, rumanos u otros pueblos cargados de p¨ªcaros -que no h¨¦roes- en su literatura. Jud¨ªos y alemanes destacaron por una adoraci¨®n de la excelencia y un culto a la formaci¨®n que los hac¨ªa distintos, pero s¨®lo en la medida en que mejoraba actitudes y resultados, en ning¨²n caso por cualidades del colectivo de sus individuos.
Ya no es as¨ª, y si se nota en Israel, donde el culto a la excelencia ha dado paso a la exaltaci¨®n de la fuerza, no menos en Alemania, donde el miedo y la falta de ¨¢nimo atenazan a toda una gran potencia y la han sumido en su mayor crisis desde la creaci¨®n esperanzadora y llena de ¨¦xito de la Rep¨²blica Federal tras la tragedia y la destrucci¨®n del ef¨ªmero Imperio de los Mil A?os. Si uno hace ahora muros para proteger conquistas y asentamientos que s¨®lo generan guerra, los otros cavan trincheras para evitar cambios imprescindibles para que no se extiendan, en general par¨¢lisis, la pobreza y la desesperanza de tantos otros compatriotas.
Trece a?os despu¨¦s de la unificaci¨®n, los congresos concatenados del Partido Socialdem¨®crata (SPD), sus socios Los Verdes y la Uni¨®n Democristiana (CDU) s¨®lo demuestran la estrechez de miras de los dirigentes y la agorafobia de militantes y por extensi¨®n de una poblaci¨®n que no saben sino inocularse miedo a perder unas seguridades ya inviables en el futuro abierto y global. En el SPD, hundido en las encuestas, las reformas propuestas por la comisi¨®n del ex presidente Roman Herzog se diluyen cual azucarillos; en la derecha, el triunfante b¨¢varo Stoiber se erige en defensor del proteccionismo socialdem¨®crata de pro, eso s¨ª, con m¨¢s del 60% de su electorado, cada vez m¨¢s reaccionario, tan social como insolidario. Angela Merkel se distrajo ayer con un discurso que a todos ha de gustar y nada supone. Y a Los Verdes no se les ocurre sino una versi¨®n decimon¨®nica del Robin Hood con impuesto patrimonial omnipresente ante su impotencia de ofrecer alternativa alguna. El Gobierno alem¨¢n, con el franc¨¦s, entierra alegremente el Pacto de Estabilidad y quieren compensar sus debilidades internas asumiendo en exclusiva el puente de mando en la nueva Uni¨®n Europea. Israel no muestra inteligencia, Alemania ignora lo que es competencia y Francia olvid¨® lo que es grandeza. Nadie puede impedir que pueblos fuertes que se creen elegidos retocen en sus errores. S¨ª se les puede advertir de que el resto de los damnificados lo percibimos. Y que no intenten confundirnos al resto con su propia enorme confusi¨®n y sus tristes y peligrosos espect¨¢culos.
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