Los piqueteros crecen en Argentina ante la permisividad de Kirchner
Duhalde reprocha al Gobierno la mano blanda con las protestas
Crecen en Argentina las voces que reclaman mano dura contra las protestas sociales, que cada dos por tres interrumpen la circulaci¨®n en el centro de Buenos Aires, los accesos de la capital y de otras ciudades. El anterior presidente, Eduardo Duhalde, peronista como su sucesor, N¨¦stor Kirchner, ha criticado al Gobierno por no reprimir a los piqueteros (organizaciones de parados) que cortan las calles en demanda de sus reivindicaciones.
"No hay lugar para la represi¨®n. No importa cu¨¢n rechazados sean los grupos en cuesti¨®n por la sociedad en su conjunto", respondi¨® ayer el ministro del Interior, An¨ªbal Fern¨¢ndez. Nacidos en 1996, al margen de los sindicatos y organizaciones pol¨ªticas tradicionales y con la acci¨®n directa como m¨¦todo de lucha, los piqueteros convirtieron a los desocupados en actores clave de la protesta social. El empobrecimiento generalizado de los argentinos otorg¨® un nuevo protagonismo a los piqueteros en los ¨²ltimos a?os. En abril de 2002, el Gobierno de Duhalde puso en marcha un programa de subsidios para atender a los sectores m¨¢s necesitados, conocido como Plan Jefas y Jefes de Hogar, que reparte unos 42 euros mensuales por familia. Dos millones y medio de argentinos reciben este subsidio del Estado, conocido como Plan Trabajar.
Los dirigentes locales distribuyen el grueso de estos subsidios, pero un 10% (unos 250.000) es administrado por las organizaciones piqueteras. Seg¨²n el Banco Mundial, una tercera parte de los beneficiarios de los planes Trabajar no re¨²nen las condiciones de elegibilidad. Por el contrario, diversas fuentes indican que un amplio porcentaje de indigentes no tiene acceso a los subsidios. Estos planes implican una contraprestaci¨®n de 20 horas de trabajo comunitario, que en muchos casos no se cumple.
El ¨ªndice de desempleo era del 7,1% cuando el peronista Carlos Menem lleg¨® a la presidencia en 1989. Diez a?os m¨¢s tarde, su sucesor, el radical Fernando de la R¨²a, hered¨® un porcentaje de 13,8% de desocupados. Actualmente, las cifras oficiales se?alan un 15,6% de paro, pero en realidad el porcentaje es superior, habida cuenta del 50% de trabajo en negro y de los desocupados que reciben planes Trabajar, que para las estad¨ªsticas del Gobierno no figuran como desempleados.
Las distintas agrupaciones de piqueteros no conforman un bloque homog¨¦neo ni mucho menos. El Gobierno de Kirchner, que a diferencia de sus predecesores mantiene un di¨¢logo fluido con los desocupados, ha contribuido a la divisi¨®n del movimiento, atrayendo para s¨ª a los sectores m¨¢s afines. La prensa describe a los dialoguistas, los moderados y los duros, una clasificaci¨®n un tanto aleatoria ya que las diferencias no s¨®lo responden a criterios ideol¨®gicos, sino al clientelismo pol¨ªtico. En otras palabras, quienes est¨¢n m¨¢s cerca del Gobierno controlan m¨¢s subsidios. Por ejemplo, Luis D'Elia, de la Federaci¨®n Tierra y Vivienda, que dirige una organizaci¨®n piquetera y es diputado de la provincia de Buenos Aires. Su proximidad con Kirchner llega hasta el punto de que acompa?¨® al presidente a Bolivia en la reciente Cumbre Iberoamericana.
Los considerados m¨¢s duros, como el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, el Polo Obrero o el Movimiento de Trabajadores Desocupados An¨ªbal Ver¨®n, son los que impulsan las protestas que ¨²ltimamente traen de cabeza al Gobierno. Una reciente encuesta de una empresa oficialista indica un rechazo del 57% de los consultados a lo que consideran pol¨ªtica blanda del Ejecutivo.
Pero la represi¨®n da resultados desastrosos en Argentina, como ha demostrado la historia. El ejemplo m¨¢s reciente es del pasado 25 de noviembre en la ciudad de Neuqu¨¦n, donde la polic¨ªa actu¨® con mano dura y provoc¨® 22 heridos, nueve de ellos de bala.
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