Cr¨ªtica y humor del primer Terenci
Bruscamente interrumpida en la cumbre de su popularidad, sorprende que la cosecha de "cuentos completos" publicados por Terenci Moix (Barcelona, 1943-2003) a lo largo de su densa carrera se limite a estos 24 textos reunidos en dos t¨ªtulos m¨¢s otros dos relatos recuperados que apenas pueden contrapesar la densidad y n¨²mero de sus grandes producciones, esas largas novelas que han cimentado su considerable fama. Son cuentos escritos todos ellos en su juventud redactados adem¨¢s en catal¨¢n, en el idioma de sus principios, cuando se coloc¨® casi de repente, a finales de los sesenta como la gran esperanza blanca de las letras catalanas de la segunda posguerra.
Nunca olvidar¨¦ la primera vez que me tropec¨¦ con ¨¦l como lector, en el oto?o de 1968 en una librer¨ªa de Barcelona, adonde yo hab¨ªa acudido en mi condici¨®n de periodista para cubrir la entrega de un premio Planeta, a la que ese otro gran triunfador tambi¨¦n recientemente desaparecido, don Jos¨¦ Manuel Lara, invitaba espl¨¦ndidamente a una nutrida representaci¨®n de la prensa cultural de la ¨¦poca. Y all¨ª, en el paseo de Gracia, en una librer¨ªa cercana al Ritz, tropec¨¦ con un libro de t¨ªtulo sorprendente, La torre dels vicis capitals, de un tal "Ramon-Terenci Moix", que ven¨ªa avalado por el Premio V¨ªctor Catal¨¢, lo que llam¨® mi atenci¨®n, m¨¢s en aquellos tiempos en los que me estaba acercando por vez primera a la literatura espa?ola escrita en catal¨¢n todav¨ªa no traducida en castellano, pasando as¨ª de Josep Pla a Espriu, de Rodoreda a Lloren? Villalonga o a Joan Sales, con lo que iba de sorpresa en sorpresa descubriendo toda una parte que a¨²n desconoc¨ªa de mi propia literatura y de la m¨¢xima calidad. Lo de aquel "Ramon-Terenci Moix" fue una de aquellas sorpresas, de la que di buena cuenta a mis lectores, aprovechando que en aquellos momentos publicaba en castellano una selecci¨®n de art¨ªculos sobre los c¨®mic, cine, arte y cultura pop, de la que ya estaba siendo tambi¨¦n un buen y provocador especialista.
CUENTOS COMPLETOS
(La torre de los vicios capitales y La ca¨ªda del imperio sodomita y otras historias de herejes)
Terenci Moix
Pr¨®logos de Pere Gimferrer y Josep M. Castellet
Traducciones de Joan Enric Lahosa, Andreu Rossinyol y Terenci Moix
Seix Barral. Barcelona, 2003
464 p¨¢ginas. 20 euros
Segu¨ª desde entonces su carrera con cierta atenci¨®n, tanto en catal¨¢n como en castellano -su impacto en su lengua natal fue evidente, pues hasta se lleg¨® a hablar de una narrativa "posmoixiana"-, y su paso final al castellano, que me sorprendi¨®, aunque no demasiado pues fue obra en definitiva de Lara, quien al concederle el Planeta en 1986 a No digas que fue un sue?o , le consolid¨® como un valor seguro que nunca le dejar¨ªa mal. Aunque hay que advertir que ya su carrera en catal¨¢n hab¨ªa estado esmaltada de muchos y buenos galardones, desde aquel V¨ªctor Catal¨¢ de 1967, el Josep Pla de 1969 -a Onades sobre una roca deserta-, el Prudenci Bertrana (1971), el de la Cr¨ªtica en dos ocasiones m¨¢s y el Joan Estelrich de novela a Sad¨ªstic, esperp¨¦ntic y ¨¤dhuc metaf¨ªsic" (1976). De su impresionante carrera posterior en castellano no hablar¨¦, pues ya es suficientemente conocida. S¨®lo quisiera destacar, de entre la amplia panoplia que ha desplegado, mi preferencia absoluta por su gran trilog¨ªa autobiogr¨¢fica -El peso de la paja (tres tomos, 1990, 1993 y 1998) que ha quedado inconclusa- y por sus primeros libros juveniles (El d¨ªa que muri¨® Marilyn, La increada conciencia de la raza y El sexo de los ¨¢ngeles), m¨¢s que sus mitificaciones Mundo macho o las hist¨®ricas de peplos egipcios y aleda?os. Tampoco est¨¢n mal sus cr¨ªticas posmodernas de Garras de astrac¨¢n, Ricas y famosas o Mujerc¨ªsimas, mejores en todo caso que su preferida Venus Bonaparte, mientras que se leen muy bien sus recreaciones viajeras o sus ilustraciones cinematogr¨¢ficas, quiz¨¢ demasiado ligeras por lo general en sus preferencias, en mi opini¨®n.
Conclusi¨®n, en estos Cuentos completos est¨¢ ya en germen todo Terenci Moix, salvo Egipto, que vino despu¨¦s y le proporcion¨® el ¨¦xito, aunque no consolid¨® sus innatas cualidades. Aqu¨ª est¨¢ su barroquismo explosivo, su iconoclastia total, un humor desesperado a veces, su apelaci¨®n a todos los iconos de la cultura popular de su ¨¦poca (?lo siguen siendo?), su permanente algolagnia sexual (t¨¦rmino de la sexolog¨ªa cl¨¢sica que une el placer al dolor, activo en el sadismo, o pasivo en el masoquismo, aunque al final vayan siempre juntos, como la bisexualidad y la homosexualidad, siempre senderos solitarios) como caminos de liberaci¨®n y rebeli¨®n, su hipercr¨ªtica social, su explosivo sentido del humor y sus desenfrenadas audacias ling¨¹¨ªsticas. Nunca fue un estilista, fue siempre un volc¨¢n narrativo que nos abri¨® caminos hacia la libertad, m¨¢s a¨²n en aquellos a?os cruciales que este tomo describ¨ªa y que estas l¨ªneas intentan reconstruir. Donde lo que m¨¢s me gusta son la parte de los "divertimentos barceloneses" del primer libro, aunque me haya vuelto a divertir mucho con la ambig¨¹edad de La gala, y con su evocaci¨®n de Henry James (El ¨²ltimo de los Valeri) o la de los amores del emperador Adriano: Animula, vagula, blandula. Y todo esto no ha sido m¨¢s que un lamento, con perd¨®n.
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