La Copa
Es evidente que todos los problemas que Valencia tiene planteados en el horizonte no se resuelven con albergar la sede de la Copa del Am¨¦rica. S¨®lo hay que haber le¨ªdo el titular de la entrevista que Sara Velert realiz¨® en estas mismas p¨¢ginas al director general del Consorcio Valencia 2007, Jos¨¦ Salinas, para constatarlo emp¨ªricamente. "La Copa es una puesta de largo de Valencia en el mundo", promulgaba, como si a continuaci¨®n una brigada municipal tuviese que ir a esculp¨ªrselo en m¨¢rmol a la entrada de la ciudad por Mislata. M¨¢s all¨¢ de la mera organizaci¨®n de la competici¨®n, y de la locuaz figura tardomachista representada por Salinas, el objetivo ¨²ltimo parece que no tenga que ser otro que reducir las posibilidades que ofrece ese acontecimiento a una retumbante gala social que proyecte en el mundo la imagen de una Valencia adornada para la ocasi¨®n. Sin olvidarnos del desprecio impl¨ªcito que transpira el discurso oficioso al poner el cuentakil¨®metros de la ciudad a cero, acaso para reinventarla desde la nada, como si en el siglo XV no hubiese sido ya un referente y con una prosapia tan notable como para que Leonardo Da Vinci se ocupase del dise?o de su artiller¨ªa. ?Qu¨¦ imagen han convenido el Ayuntamiento o el Consorcio que tiene que dar la ciudad al mundo? No lo sabemos. ?Est¨¢n en ello? Desde que se produjo la designaci¨®n, la imagen que se quiere transmitir al mundo, aprovechando la gran publicidad que se supone que acompa?a al evento, s¨®lo se ha concretado en ventosos estr¨¦pitos de cemento, como si en vez de encajar el acontecimiento en un prop¨®sito estrat¨¦gico para Valencia s¨®lo se tratase de lo que insin¨²a Salinas. Porque si en realidad estamos ante un proyecto estructural ya deber¨ªamos saber qu¨¦ modelo de ciudad quiere el PP y en qu¨¦ condiciones de consenso con la oposici¨®n, que se supone que tendr¨¢ el suyo, se va a producir. Si esto va en serio, se requiere el entusiasmo y la cohesi¨®n de toda la sociedad. Pero si s¨®lo se trata de un Bienvenido Mister Marshall que nos va a precipitar en una honda decepci¨®n, muy l¨²cida pero desastrosa para una ciudad sistem¨¢ticamente relegada desde Madrid, vale m¨¢s aclararlo pronto y que centremos las expectativas en el Gordo de Navidad.
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