Muerte s¨²bita
El 26 de junio pasado, el presidente Bush hac¨ªa p¨²blico un plan que deber¨ªa conducir a la paz entre israel¨ªes y palestinos. El proyecto, que hoy est¨¢ m¨¢s lacio que un moco de pavo en Pascua, hab¨ªa de desarrollarse por etapas, como un viaje hacia un final imposible. En cuanto viaje, el plan no necesitaba bautizo en ingl¨¦s: ten¨ªan a mano road map, que adem¨¢s de 'mapa de carreteras', significa 'plan detallado para conducir un proceso hacia un fin'. Era, pues, perfectamente apropiado, ya que un plan detallado era la propuesta antedicha. La traducci¨®n de ese t¨¦rmino al franc¨¦s caus¨® problemas; se obvi¨® carte routi¨¨re y ya desde el primer momento se opt¨® por feuille de route, nombre de un documento militar del siglo XIX (parecido al que aqu¨ª se llamaba pasaporte), y que hoy, al igual que su calco espa?ol hoja de ruta, designa el documento exigido en ciertos transportes. Y entre nosotros se sigui¨® d¨®cilmente al franc¨¦s, y se adopt¨® as¨ª hoja de ruta, para nombrar el 'plan de paz norteamericano para Oriente Pr¨®ximo'. Es una muestra m¨¢s de nuestra galbana idiom¨¢tica: los franceses reaccionaron ante road map; los hispanos les robamos la reacci¨®n. Documentos semejantes al de Bush, y para lo mismo, hab¨ªan sido los llamados Peace Plan del ministro israel¨ª Eshkol (1963), el norteamericano de la era Nixon Rogers Plan (1969) y los m¨¢s recientes Reagan Plan for Peace (1982) y Clinton Peace Plan (2001). Luego, este a?o, se invent¨® en la Casa Blanca lo de road map, y los medios del mundo se rindieron ante la invenci¨®n, olvidados de que era un plan como los anteriores planes, imaginado para que aquellos patriotas caninos dejaran de asesinarse. Curiosamente, road map se usa ya poco; en los ¨²ltimos tiempos la prensa yanqui prefiere peace plan, esto es, 'plan para la paz'. La Comisi¨®n de Terminolog¨ªa de la Uni¨®n Europea, aun reconociendo la fuerza en Espa?a del giro galo, acord¨® tambi¨¦n Plan de paz de Oriente Pr¨®ximo. Sorprendentemente, como plan de paix, se impone ahora en el mism¨ªsimo pa¨ªs vecino, que hab¨ªa lanzado la dichosa feuille: no hac¨ªa falta, pues, desviarse por la hoja de ruta que est¨¢ a punto de muerte s¨²bita.
Y a esto ¨ªbamos, a la muerte s¨²bita. En el lenguaje deportivo, era una medida reglamentaria en ciertos deportes para desenlazar partidos que se estaban prolongando sin resultado resolutivo. Y estaba bien: ten¨ªa un ¨¢mbito delimitado, dentro del cual funcionaba como tecnicismo. Se aplic¨® igualmente para llamar el fallecimiento inexplicable de los beb¨¦s mientras duermen (el "sudden infant death syndrome"). Y porque el t¨¦rmino se hab¨ªa convertido tambi¨¦n en tecnicismo para llamar un modo espec¨ªfico de morir los ni?os, ten¨ªa adecuada cabida en nuestro idioma. Pero como tambi¨¦n palman de esa forma los adultos, algunos cl¨ªnicos hispanos hallaron excitante decir que, si eso ocurr¨ªa, es porque tambi¨¦n a los talludos les pod¨ªa sobrevenir la muerte s¨²bita. Y de esa manera, casi se ha expulsado del uso la muerte repentina, que ha sido la manera tradicional de nombrar el repugnante acontecimiento. Eso de s¨²bito, aplicado al fallecimiento, goz¨® de prestigio omn¨ªmodo durante la Edad Media, introducido por escritores latinizantes. Pero su suerte acab¨® pronto al incorporarse en el XVI otro latinismo: repentino, que iba a triunfar para designar lo instant¨¢neo. S¨²bito ya resultaba raro a mediados de la centuria siguiente: un documento en lat¨ªn de entonces escribe "subitam vel repentinam mutationem" ('s¨²bita o repentina mutaci¨®n'): probablemente eran muchos ya quienes extra?aban el significado de s¨²bita. Y qued¨® acu?ada muerte repentina como modo pr¨¢cticamente ¨²nico de aludir a tal inmundicia. Pero hace unos cuarenta a?os sobrevinieron los susodichos cl¨ªnicos atontados por la lengua inglesa, que hincaron sus hinojos ante la sudden death, y los medios se pusieron a su lado. El anglicismo ya va venciendo, al menos, por cinco a uno.
No tiene ese origen otro vocablo hoy bastante usado por raz¨®n del AVE a Zaragoza, en cuya vecindad est¨¢n saliendo hoyos traidores. Nunca pudo sospechar nadie que el suelo de mi heroica ciudad fuera tan varioloso y que reposara sobre una gran rueda de queso emmental, hasta que mis paisanos ge¨®logos denunciaron c¨ªvicamente la existencia de dolinas: eran cosas que pon¨ªan en peligro de convertir el gozo del tren en un pozo. Salvo en los del oficio, ese t¨¦rmino tan t¨¦cnico dej¨® in albis a la ciudadan¨ªa; solo los zaragozanos lo adoptaron con firmeza, y en los bares, autobuses, misas de doce, paseos, Romareda, urgencias de hospitales, esto es, donde hay gente no se habla de otra cosa. He buscado, y no ha sido preciso rebuscar, el origen del t¨¦rmino para aclarar a Espa?a entera que se trata de una voz documentada en Francia desde fines del XIX, procedente del serbocroata dolina, y acogido por las lenguas eslavas y por el franc¨¦s para designar una excavaci¨®n circular cerrada, cuyo di¨¢metro es variable y puede alcanzar centenares de metros. Ser¨ªa grave omisi¨®n olvidar que su naturaleza es k¨¢rstica, palabra esta que, todo buen lector del Diccionario sabe, es una formaci¨®n caliza erosionada por la acci¨®n del agua. Quede, pues, conjurado el error de sospechar que, por habernos ca¨ªdo a los zaragozanos la china, dolina es vocablo baturro.
He aqu¨ª un caso evidente de enriquecimiento l¨¦xico, a diferencia de los arteros hoja de ruta y muerte s¨²bita, que obedecen a una conciencia de pordioseros idiom¨¢ticos. No es el ¨²nico; hay, en efecto, una actividad inventora que est¨¢ produciendo exquisitas semillas muy dignas de arraigar. Por ejemplo, durante la jornada electoral catalana, un informador asegur¨® que a¨²n tardar¨ªa alg¨²n tiempo el sumatorio de los votos en Barcelona. ?No es un ventajoso sustituto de suma, vocablo tan jubilable por los servicios prestados? (Por cierto, los nuncios radiovisuales de victorias un¨¢nimes en las noches electorales, siguen diciendo recuento en vez de c¨®mputo).
Otro tesorillo nos hace cresos de lenguaje; es el cambio de la expresi¨®n poner a alguien entre la espada y la pared por esta otra a¨²n m¨¢s perentoria: ponerlo entre la espalda y la pared; se ha o¨ªdo en radio dos veces, lo cual sugiere que ya est¨¢ en pista de aterrizaje. Era apurada situaci¨®n la primera; esta nueva coloca al sujeto en el extra?o aprieto que le obliga a meterse entre su propia espalda y el muro. Raro pero contundente.
Y aturde por feroz y moderno, de muy grande proyecci¨®n -o futuro si hablamos espa?ol- el vocablo excretado a fin de temporada por un cronista taurino haciendo historia del matador Enrique Ponce; dijo de ¨¦l que "alternativ¨® en Valencia el 16 de marzo de 1990". As¨ª pues, y por fortuna, no siempre se est¨¢n produciendo muertes s¨²bitas ni de las otras en la lengua de Cervantes y de Ana Palacio.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia
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