Una reuni¨®n desigual
La celebraci¨®n de cumbres con Marruecos nunca ha convencido del todo a la diplomacia espa?ola. Estas reuniones anuales quedaron instauradas en el Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n que Madrid y Rabat firmaron en 1991. Algunos opinaron entonces que se iba a devaluar as¨ª la figura del presidente del Gobierno espa?ol.
En v¨ªsperas de su ingreso en la Uni¨®n Europea, Espa?a empez¨® a mantener cumbres de estas caracter¨ªsticas con sus principales socios europeos. El presidente espa?ol se reun¨ªa siempre con su equivalente en el pa¨ªs vecino, el que de verdad detentaba el poder ejecutivo fuese el canciller alem¨¢n, el primer ministro portugu¨¦s o el jefe de Estado franc¨¦s.
En Marruecos el poder ejecutivo est¨¢ en manos del rey, ahora Mohamed VI, al que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ver¨¢ hoy, durante algo m¨¢s de una hora, durante la audiencia que le conceda el monarca.
Su principal interlocutor es el primer ministro, Driss Jettu, que no tiene, ni de lejos, la misma autoridad que ¨¦l. De ah¨ª el car¨¢cter desequilibrado de la reuni¨®n.
Felipe Gonz¨¢lez, el predecesor de Aznar, participaba en Rabat, a principios de los noventa, en sesiones de trabajo con Karim Lamrani, el antepen¨²ltimo primer ministro de Hassan II. Varios ministros de su gobierno, empezando por el de Interior o de Justicia, mandaban entonces mucho m¨¢s que el primer ministro. Lamrani no pod¨ªa decidir nada por s¨ª mismo. Todo lo ten¨ªa que consultar.
Despu¨¦s de Marruecos, Espa?a instaur¨® cumbres anuales con otros pa¨ªses magreb¨ªes como Argelia o T¨²nez. El jefe de Estado argelino, Abdelaziz Buteflika, entendi¨® r¨¢pidamente el problema. A finales de noviembre, en Argel, fue ¨¦l el principal interlocutor de Aznar y no su primer ministro, que apenas tiene poder.
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