?Grupo literario del Raval?
Las recientes muertes de Terenci Moix y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n han dejado exhaustos los ordenadores de la ciudad. Pocos son los que se han resistido a echar su cuarto a espadas. El caso es que hace unos d¨ªas, con motivo de la presentaci¨®n de los Cuentos completos (Seix Barral) de Terenci Moix, a alguien, ?a qui¨¦n?, se le ocurri¨® la idea de la posible existencia de un grupo literario del Raval. Como los conjurados eran Pere Gimferrer, Josep Maria Castellet y Ana Mar¨ªa Moix, no habr¨¢ m¨¢s remedio que culpar al cr¨ªtico, a falta de informaciones m¨¢s fidedignas. Al fin y al cabo, y por lo que respecta a este tipo de inventos, es ¨¦l quien tiene los peores antecedentes... No hay m¨¢s que pensar en la antolog¨ªa de la poes¨ªa social y en la de los nov¨ªsimos, aunque en la ¨²ltima tambi¨¦n tuviera algo que ver Gimferrer.
Es bien sabido que los profesores de literatura nos pirramos por las clasificaciones. Con nada disfrutamos tanto como metiendo a los escritores en cajoncitos y teni¨¦ndolos perfectamente ordenados. Es verdad que los mejores, los m¨¢s d¨ªscolos, a veces se rebelan y defienden su derecho a transitar por su cuenta y riesgo. As¨ª, Jos¨¦ ?ngel Valente ha sido quiz¨¢ el ¨²ltimo que ha roto la baraja de un encasillamiento aceptado, la generaci¨®n po¨¦tica del 50, que tan buenos dividendos literarios ha proporcionado a m¨¢s de uno, mientras que excelentes poetas se quedaban -por el momento- fuera de la foto.
A veces, pocas, estas siempre artificiales clasificaciones pueden resultar ¨²tiles y tener un cierto fundamento para empezar a ordenar lo que por definici¨®n es complejo, ca¨®tico y singular. Pero lo m¨¢s frecuente es que sean literariamente tan in¨²tiles como los inventos del profesor Franz de Copenhague, aunque mucho menos ingenuos e ingeniosos. De entre los intentos recientes por encasillar a los escritores, recuerdo dos especialmente disparatados: el relativo a los escritores charnegos (la v¨ªctima principal era Juan Mars¨¦) y el de un supuesto grupo leon¨¦s. Por fortuna, ninguno de los dos cuaj¨®, ni siquiera entre los que habitualmente se apuntan a todo tipo de confusiones.
Alg¨²n d¨ªa ten¨ªa que llegarles el turno a los escritores que nacieron en el Raval en la d¨¦cada de los treinta y cuarenta. Yo creo, con perd¨®n, que donde realmente nacieron fue en el Barrio Chino, en el Distrito V, pero no s¨¦ si es correcto matizar tanto una denominaci¨®n que parece ser que se invent¨® Francesc Madrid (el autor de Sangre en las Atarazanas, 1926) en los a?os veinte. La idea no es nueva porque antes de la guerra Josep M. Planes afirmaba que hab¨ªa dos literaturas ciudadanas en Barcelona: el "passeigdegracisme" y la del "districte cinqu¨¨". La segunda estaba formada por obras de los hoy justamente olvidados Joan Bag¨®, Llu¨ªs Capdevila y Josep M. Franc¨¨s, entre otros.
As¨ª pues, en las calles del Barrio Chino nacieron Terenci Moix, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Maruja Torres y Josep Maria Benet i Jornet. Pero ya saben que en cuanto se hace una lista siempre queda fuera alguien. El que canoniza excluye. Por eso, digo yo que si all¨ª naci¨® Terenci, tambi¨¦n debi¨® de nacer su hermana Ana Mar¨ªa, a la que se excluye del grupo. Tampoco debe olvidarse a V¨ªctor Mora, autor de Els pl¨¤tans de Barcelona, as¨ª como del poeta y profesor Joaqu¨ªn Marco (su padre era sastre en la calle de la Aurora), ni al narrador y cr¨ªtico Robert Saladrigas (su novela de referencia, al respecto, es Aquell gust agre de l'estel), aunque viviera m¨¢s bien en los m¨¢rgenes del barrio. Los m¨¢rgenes eran, claro est¨¢, las Ramblas y las rondas de Sant Antoni y Sant Pau, con el mercado cercano como referencia, al que todo ni?o que se preciara iba a cambiar cromos y tebeos. No puedo dejar de recordar ahora que a Juan Benet le gustaba comentar con sorna que los personajes de los escritores catalanes se pasaban todo el tiempo subiendo y bajando las Ramblas.
El caso es que el Barrio Chino -lo del Raval suena a pasteurizado, que dir¨ªa V¨¢zquez Montalb¨¢n- atrajo en la posguerra a todos los escritores de la ciudad. Una pieza olvidada y curiosa es la Antolog¨ªa po¨¦tica del Barrio Chino (1948), armada por Sebasti¨¢n S¨¢nchez Juan con poemas en catal¨¢n y castellano. Asimismo, Andrea, la protagonista de Nada, de CarmenLaforet, se adentra en sus calles como quien desciende a los infiernos, mientras que los personajes de la s narraciones de Juan Goytisolo (v¨¦ase, por ejemplo, Se?as de identidad) se internan en el barrio en busca de lo ex¨®tico y maldito, para congeniar con putas, limpiabotas (el llamado Espa?a era quien los fascinaba, como se cuenta en sus memorias) y flamencos m¨¢s o menos aut¨¦nticos.
Pero estamos hablando de escritores y lo que cuenta, al fin y a la postre, es la obra, los resultados. En los casos citados no puede ser m¨¢s distinta. ?Entonces, qu¨¦ queda de esta idea? Tan s¨®lo, quiz¨¢, la conciencia de haber nacido en un barrio vencido del que s¨®lo se sal¨ªa excepcionalmente, que padeci¨® como pocos el franquismo, el peso de la derrota, la dura posguerra; una cierta vida esquizofr¨¦nica entre lo privado y lo p¨²blico, lo real y lo oficial.
A pesar de todo, no deja de ser curioso que quiz¨¢ lo mejor que escribi¨® Terenci Moix fuera el primer tomo de sus memorias, El peso de la paja, donde tanta presencia tiene el espacio urbano donde naci¨®. Por lo que respecta a V¨¢zquez Montalb¨¢n, el ni?o que viv¨ªa en la calle de la Botella, no hay m¨¢s que recordar su novela El pianista, u ojear la interesante entrevista con Georges Tyras (Geometr¨ªas de la memoria, Editorial Zoela, Granada, 2003), en la que vuelve a recordarnos que uno pertenece al pa¨ªs de su infancia, de ah¨ª que el Barrio Chino sea su Barcelona esencial. ?Acaso no fue all¨ª, en esos primeros a?os, donde se empap¨® de una cierta cultura popular que tanto peso tuvo luego en su obra?
Ahora podr¨ªamos lamentarnos de que el Barrio Chino de Barcelona no tuviera su Fellini. Y sin embargo, qued¨® perfectamente plasmado en la obra de dos fot¨®grafos extraordinarios: Joan Colom y Francesc Catal¨¤-Roca. Tambi¨¦n fascin¨® a numerosos escritores extranjeros (Paul Morand, Francis Carco, Pierre Mac Orlan, Andr¨¦ Pi¨¨rre de Mandiargues, Jean Genet...), pero ¨¦sta es una historia m¨¢s que sabida.
?Puede hablarse, entonces, de un grupo literario del Raval? Mucho me temo que no, ni con la mejor voluntad, aunque el barrio diera en un par de d¨¦cadas tan buenos escritores, en lenguas, est¨¦ticas y g¨¦neros distintos. Pero no se preocupen, el aguafiestas les pronostica que no faltar¨¢ alg¨²n hispanista o catalan¨®filo que se empe?e en hacer una tesis doctoral sobre el tema. Si no, d¨¦mosle tiempo al tiempo.
Fernando Valls es profesor de Literatura Espa?ola Contempor¨¢nea en la UAB.
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