M¨¦rito cient¨ªfico y casualidad
La base principal del reconocimiento p¨²blico de los m¨¦ritos de los cient¨ªficos siempre ha sido el sistema de publicaciones y citas cient¨ªficas. Un investigador escribe un art¨ªculo original. En ¨¦l cita trabajos de otros colegas, que considera relevantes para su propia investigaci¨®n. Al cabo de un tiempo, su propio art¨ªculo ser¨¢ citado por otros que trabajan a partir de los resultados obtenidos por ¨¦l. Y as¨ª sucesivamente.
Por suerte o por desgracia, las citas entre cient¨ªficos no suelen repartirse de forma igualitaria. M¨¢s bien al contrario: muy pocos cient¨ªficos acumulan una enorme cantidad de citas y much¨ªsimos se tienen que conformar con un n¨²mero escas¨ªsimo o nulo. Como el n¨²mero de citas recibidas es un indicador del reconocimiento de los m¨¦ritos de un cient¨ªfico por parte de sus colegas, se puede considerar, con raz¨®n, que los cient¨ªficos m¨¢s citados son tambi¨¦n los m¨¢s grandes, los mejores.
Hasta aqu¨ª la doctrina establecida. Pero no es una doctrina que se pueda tomar como dogma de fe. Para empezar, ya resulta curioso que la distribuci¨®n de las citas cient¨ªficas siga unas pautas estad¨ªsticas pr¨¢cticamente id¨¦nticas a las que se observan en otros procesos complejos que nada tienen que ver con el m¨¦rito cient¨ªfico. Por ejemplo, la riqueza de los individuos suele responder a una pauta parecida: muy pocos tienen mucho y la mayor¨ªa tiene poco o muy poco. Pero lo mismo ocurre en fen¨®menos tan inocentes como la frecuencia de aparici¨®n de las palabras en un texto, la agrupaci¨®n de la poblaci¨®n en ciudades de diverso tama?o, y en general en todos aquellos procesos en los que interviene alg¨²n mecanismo de acumulaci¨®n que beneficia m¨¢s al que parte de antemano con alguna ventaja previa. Los soci¨®logos de la ciencia aluden a este mecanismo con el nombre de "efecto Mateo", en alusi¨®n a la par¨¢bola de los talentos en el Evangelio de san Mateo.
Por otra parte, est¨¢n saliendo a la luz ¨²ltimamente algunos resultados preocupantes. Uno de ellos se debe a M. V. Simkin, V. P. Roychowdhury, de la Universidad de California. En una publicaci¨®n reciente (http://xxx.arxiv.org/abs/cond-mat/ 0305150) han analizado la distribuci¨®n de unas 300.000 citas dirigidas a 24.000 art¨ªculos publicados a lo largo de 20 a?os en una revista internacional de f¨ªsica, y han encontrado, como cab¨ªa esperar, que la distribuci¨®n de citas sigue la pauta establecida, de modo que, por ejemplo, los 44 art¨ªculos m¨¢s citados reciben m¨¢s de quinientas citas cada uno. Pero la contribuci¨®n original de estos autores consiste en que han definido un mecanismo aleatorio capaz de generar el mismo tipo de distribuci¨®n de citas que se observa en la realidad. El mecanismo en cuesti¨®n consiste en que cada cient¨ªfico, al escribir un art¨ªculo, elija tres art¨ªculos al azar para citarlos y despu¨¦s copie la cuarta parte de las citas de cada uno de esos art¨ªculos para incorporarlas a la lista de citas de su propio art¨ªculo. El resultado, despu¨¦s de las correspondientes reiteraciones hasta llegar a las 300.000 citas, es que unos 40 art¨ªculos habr¨ªan acumulado en torno a 500 citas cada uno, que es pr¨¢cticamente lo mismo que ocurre en la realidad. Pero esto significa precisamente que la distribuci¨®n de citas realmente observada no tiene por qu¨¦ deberse al m¨¦rito intr¨ªnseco de los autores citados, sino que podr¨ªa ser el mero resultado de un proceso aleatorio, en el que ni siquiera es preciso que los cient¨ªficos lean los art¨ªculos que citan.
Y ahora viene la cuesti¨®n pr¨¢ctica: cuando se selecciona a un candidato porque sus art¨ªculos han recibido muchas citas, ?estamos seguros de que se debe a que son muy buenos o podemos temernos que haya sido el resultado de unas pr¨¢cticas perversas que consisten en citar a lo loco y copiar citas de otros?
Desde luego es absurdo pensar que los cient¨ªficos citan de forma irresponsable a otros cient¨ªficos. Como ser¨ªa absurdo que el lector pensara ahora que yo he citado el art¨ªculo en cuesti¨®n por pura casualidad y no porque me parece relevante para el tema que estamos tratando. Pero, por si acaso, ser¨ªa bueno que las comisiones de selecci¨®n se leyeran siempre los trabajos de los candidatos, en vez de contar s¨®lo las citas que reciben.
Miguel ?ngel Quintanilla es catedr¨¢tico de L¨®gica y Filosof¨ªa de la Ciencia. Universidad de Salamanca.
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