Por si acaso
Algunas personas creen que el cambio pol¨ªtico en Catalu?a nos sit¨²a al borde del abismo y, por si acaso, alg¨²n ministro ya ha sacado el ca?¨®n a la calle.
Hace medio a?o me dijo un caballero franquista: "Si gana Zapatero, Espa?a se desune". Entonces cre¨ª que se hab¨ªa vuelto loco, ahora comprendo que, simplemente, hab¨ªa recibido la consigna adelantada. En lo sucesivo, el PP se presentar¨¢ como el ¨²nico defensor de la unidad de Espa?a, tratando a los dem¨¢s de separatistas y ocultando que Estados federales como Alemania y EE UU o confederales como Suiza son mucho m¨¢s estables que el nuestro.
En lugar de echar le?a al fuego, lo razonable ser¨ªa esperar y ver qu¨¦ pasa. Mientras, convendr¨ªa entender que el problema catal¨¢n es muy antiguo y que muchos catalanes est¨¢n insatisfechos desde hace tiempo. Es una realidad profunda, cuya expresi¨®n superficial y econ¨®mica puede localizarse en cuestiones tan evidentes como los peajes de las autopistas, el retraso del AVE, la gesti¨®n del aeropuerto, la escasez de l¨ªneas f¨¦rreas o la financiaci¨®n del metro de Barcelona. Aunque no todo consiste en cuestiones econ¨®micas, es natural que, ante estas deficiencias, Catalu?a desee intervenir en la gesti¨®n de sus propios dineros. Sin que los catalanes dejen de ser solidarios con las dem¨¢s autonom¨ªas.
La crispada historia de los dos ¨²ltimos siglos demuestra que el anticatalanismo y el antiespa?olismo se han alimentado rec¨ªprocamente y que ya es hora de ponerse de acuerdo. Porque insultar a los catalanes no es la mejor manera de defender a Espa?a.
La situaci¨®n catalana es distinta de la vasca. Desde su fundaci¨®n, ERC ha sido un partido escrupulosamente democr¨¢tico, que proporcion¨® ministros a Espa?a durante la II Rep¨²blica y, hace unos a?os, desactiv¨® a los enloquecidos terroristas de Terra Lliure. El pacto tripartito que hoy preside la Generalitat ya gobernaba sin dramas en varios ayuntamientos catalanes. Y sospecho que ERC recibir¨ªa menos ataques de republicana e independentista si en lugar de pactar con el PSC, lo hubiera hecho con CiU.
El Gobierno que preside Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no es s¨®lo para el PP, sino para toda Espa?a, y parece disparatado que la referencia oficial del Consejo de Ministros sirva para atacar a sus rivales pol¨ªticos. Porque las declaraciones de inconstitucionalidad son competencia del Tribunal Constitucional y las inculpaciones penales son responsabilidad de jueces y fiscales, no de los ministros.
No puede condenarse a las personas por lo que piensan, sino por lo que hacen. Lo contrario atenta contra los principios morales y pol¨ªticos de la democracia. Sin embargo, el s¨ªndrome de la guerra preventiva parece haberse apoderado de este pa¨ªs desde que el conflicto de Irak se desarroll¨® fuera del amparo de las Naciones Unidas y contra la letra y el esp¨ªritu de su Carta. Nos aseguraron que se atacaba Irak por si acaso el tirano utilizaba armas de destrucci¨®n masiva de manera instant¨¢nea. Armas que no han aparecido y que, si aparecieran, estar¨ªan en escondrijos tan rec¨®nditos que har¨ªan imposible su empleo r¨¢pido.
Aquella guerra supuestamente preventiva estall¨® por otras causas, sin que tal pr¨¢ctica estrat¨¦gica fuera inventada por Donald Rumsfeld. Desde hace siglos, numerosas invasiones han pretextado que se adelantaban a una acci¨®n del adversario. El III Reich dijo que invad¨ªa Polonia por si los polacos atacaban a Alemania; el Pacto de Varsovia asegur¨® mandar los tanques a Checoslovaquia por si los checos abandonaban el comunismo. Y as¨ª, centenares de veces.
La doctrina de la anticipaci¨®n preventiva contra Irak parece aplicarse ahora en Espa?a para consumo de la pol¨ªtica interna. Por si acaso, se amenaza con meter en la c¨¢rcel a Pasqual Maragall. Parece que, despu¨¦s de estar enfrentados con Marruecos, con la UE y con el Gobierno vasco, ahora toca pelearse con el Gobierno catal¨¢n, a pesar de que el PP no hace ascos a gobernar en Baleares aliado con Uni¨® Mallorquina, cuya presidenta se declara favorable al plan Ibarretxe.
Las cordiales relaciones de Felipe Gonz¨¢lez con Fran?ois Mitterrand y Helmut Kohl lograron un sistema de negociaci¨®n que ha beneficiado a Espa?a durante a?os. En cambio, Aznar ha preferido enemistarse y se ha enfrentado con Chirac y Schr?der. Los desde?¨®, en plena guerra de Irak, para apadrinar una carta a favor de George W. Bush. Y, por si fuera poco,ha criticado la gesti¨®n econ¨®mica del Gobierno alem¨¢n, cuando Espa?a cuadra sus cuentas gracias a las ayudas europeas, a las que Alemania contribuye.
La antigua Polonia se llevaba mal con los Estados vecinos y bien con los Estados lejanos. As¨ª le fue. Si seguimos la misma pol¨ªtica, podemos lograr tan malos resultados como anta?o los polacos. De momento, la UE ha negado la Autoridad Alimentaria para Barcelona, el proyecto ITF para Vandell¨°s y ha regateado los acuerdos de Niza. Quien paga manda, y en Europa no pagamos, sino que cobramos. Parecer¨ªa sensato recordarlo y defender nuestros intereses buscando m¨¢s aliados y menos enemigos.
Dicen que nuestro presidente quiere que le teman en los foros europeos. Mejor ser¨ªa que consiguiera aliados porque Espa?a no puede atemorizar a Francia ni a Alemania. Somos un Estado mediano, discretamente poblado, que sali¨® de la miseria hace unos 40 a?os y todav¨ªa est¨¢ muy lejos del desarrollo medio de la UE. No podemos creernos una gran potencia aunque estemos en Irak en cooperaci¨®n con EE UU. Porque ellos hacen la operaci¨®n y nosotros apenas ponemos el co.
El Gobierno deber¨ªa esperar, escuchar y respetar, no atacar a los compatriotas que piensan de otra forma. El presidente Maragall es un veterano dem¨®crata, que se opuso a la dictadura, fue alcalde de su ciudad, organiz¨® unos Juegos Ol¨ªmpicos ejemplares y ha hecho de Barcelona una ciudad ilusionada.
Lo amenazan con la c¨¢rcel, acus¨¢ndolo de no s¨¦ qu¨¦. Es natural. En virtud de las nuevas teor¨ªas, todos somos sospechosos. Hasta los h¨¦roes del XIX han resultado terroristas. Si se descubren sus antecedentes contra el Imperio napole¨®nico, la Virgen del Pilar puede acabar en Guant¨¢namo. Seguida por Dao¨ªz, Velarde, Malasa?a, Espoz y Mina, El Empecinado, Agustina de Arag¨®n y el Tambor del Bruc. Claro que, de este ¨²ltimo, pod¨ªamos esperar cualquier cosa. Al fin y al cabo, tambi¨¦n era catal¨¢n.
Gabriel Cardona es historiador
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