16 a 1: Erasmo gana a S¨¦neca
Europa, como Espa?a, no se puede construir s¨®lo sobre intereses cruzados, tratados o patriotismos constitucionales, sino que requiere, tambi¨¦n, un mayor conocimiento mutuo entre sus ciudadanos. La UE, por su diversidad y pluralidad ling¨¹¨ªstica crecientes, nunca llegar¨¢ a ser como Estados Unidos. Pero a cementarla en este sentido profundamente social est¨¢ contribuyendo un programa, un mero programa, que, dado que la UE no tiene competencias en el ¨¢mbito educativo, ni siquiera tiene el rango de "pol¨ªtica com¨²n": Erasmus. Casi todos los estudiantes universitarios, al menos de los actuales Quince, lo conocen y/o aspiran a participar en ¨¦l, pues permite, con becas, cursar al menos un a?o de la carrera en la Universidad de otro pa¨ªs de la Uni¨®n Europea. As¨ª se crean lazos, conocimientos y v¨ªnculos que nunca el turismo suplir¨¢. Parece haber quedado atr¨¢s ese ruego que una abuela francesa -cuyo marido hizo la guerra del 14 y su hijo la del 40-, le hac¨ªa a su nieto que se iba a estudiar a Inglaterra: "C¨¢sate con quien quieras, incluso, si no hay m¨¢s remedio, con una inglesa, pero nunca, nunca, con una alemana".
No hay que mirar s¨®lo hacia afuera. En Espa?a hay una preocupante falta de conocimiento mutuo que se ha puesto de relieve estos d¨ªas. Probablemente varios factores contribuyen a mantenerlo o aumentarlo: la supresi¨®n del servicio militar obligatorio -como en casi toda la UE (una notable excepci¨®n es Alemania)-, que facilitaba un cierto intercambio de vivencias, al menos entre varones, o la paulatina desaparici¨®n de un funcionariado estatal que se desplazaba de un lugar a otro de la geograf¨ªa y serv¨ªa de correa de transmisi¨®n. Hoy, los que parecen moverse m¨¢s en Espa?a, como en Europa, son, por una parte, los directivos de empresas y los comerciales, y, por otra, los inmigrantes de otros pa¨ªses m¨¢s pobres.
De Erasmus se han beneficiado desde 1987 casi un mill¨®n de estudiantes europeos, de ellos (hasta 2002) unos 132.000 espa?oles. En el curso 2001/2002, en concreto, 17.403 en este pa¨ªs. Es mucho m¨¢s que lo que ha aportado a Espa?a el llamado Erasmus espa?ol, el Programa S¨¦neca, de becas para estudiar en otra comunidad aut¨®noma: 1.642 en ese curso y 2.500 (en realidad, 1.100 seg¨²n los c¨¢lculos de este peri¨®dico) en el pr¨®ximo. Parece m¨¢s f¨¢cil obtener una beca para ir a estudiar a otro pa¨ªs europeo que a otra regi¨®n espa?ola. ?16 veces m¨¢s! Para los estudiantes espa?oles, Erasmus cuenta mucho m¨¢s que S¨¦neca; Europa, m¨¢s que Espa?a.
Incluso, fuera de este programa de becas nacionales, y pese a que la f¨®rmula del Distrito Abierto obligue a reservar un 20% de las plazas a estudiantes de otras comunidades, s¨®lo un 8,3% de los universitarios espa?oles son de fuera de su regi¨®n de domicilio, algo m¨¢s que en el curso anterior (7,8%, seg¨²n datos tomados del estudio sobre esta movilidad del Ministerio de Educaci¨®n, octubre de 2003), una cifra insuficiente. Con todo, resulta que los j¨®venes, al menos los de clase media, provengan de d¨®nde provengan, conocen mejor Nueva York o Londres que las ciudades de Espa?a que tienen a pocos cientos de kil¨®metros.
Europa, al menos en estos balbuceos, se va poniendo en red. Espa?a, considerablemente menos. Quiz¨¢s habr¨ªa que empezar m¨¢s r¨ªo arriba en esta inversi¨®n e inmersi¨®n en conocimiento mutuo. En la ESO podr¨ªa establecerse una asignatura de ense?anza de, al menos, los rudimentos de las lenguas de Espa?a. Facilitar¨ªa muchas cosas. No se tratar¨ªa tanto de ir a la co-oficialidad simb¨®lica que pide Maragall, sino a la realidad para conocer el pa¨ªs en el que vivimos. "S¨®lo es espa?ol quien sabe (...) las cuatro lenguas de Espa?a", escribi¨® un poeta vasco. Evitemos acabar siendo unos b¨¢rbaros en nuestro propio pa¨ªs, pues eso lleva a ser b¨¢rbaros en una Europa que se complica cada vez m¨¢s. aortega@elpais.es
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