La peligrosa autocomplacencia del PP
Las elecciones generales est¨¢n, como el que dice, a la vuelta de la esquina. El pr¨®ximo 8 de enero se celebrar¨¢ en Madrid la primera reuni¨®n preparatoria de campa?a del Partido Popular, en la que el ministro Eduardo Zaplana tendr¨¢ un papel relevante. En la Comunidad Valenciana, sin embargo, se produce la impresi¨®n de que el partido en el poder est¨¢ entregado a cierta autocomplacencia desmotivadora, demasiado convencido de que se llevar¨¢ las elecciones de calle.
La primera raz¨®n de esa arrogancia pol¨ªtica, si es que puede calific¨¢rsela as¨ª, radica en la propia inanidad de la oposici¨®n. El PSPV no atina a dar un mensaje coherente, como tambi¨¦n le sucede a escala nacional a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. La ¨²ltima encuesta del CIS, esta misma semana, muestra una ventaja del PP en las preferencias de los electores de 8 puntos. Los cabeza de lista socialistas en la Comunidad, salvo la voluntariosa excepci¨®n de la alicantina Leire Paj¨ªn, no parecen estar trabajando suficientemente sus respectivas circunscripciones electorales. A Carmen Alborch, a pesar de sus grandes cualidades pol¨ªticas, la candidatura por Valencia le ha llegado de rebote y eso se traduce en un menor fervor militante. Jordi Sevilla, por su parte, bastante tendr¨¢ con explicar a los votantes de Castell¨®n ese encaje de bolillos propuesto por ¨¦l de 17 agencias tributarias distintas, una por autonom¨ªa, y su relaci¨®n con una agencia tributaria central que no dependa, adem¨¢s, del Gobierno de Espa?a.
Si eso sucede con el primer partido de la oposici¨®n, fuera de ¨¦l s¨®lo queda un erial. Jos¨¦ Mar¨ªa Chiquillo y Valerio Eustaquio, dirigentes de una Uni¨® Valenciana en fase de extinci¨®n, ya est¨¢n buscando un acuerdo, si no un acomodo, con el PP. El Bloc post-Pere Mayor no sabe a¨²n si ampliar su base electoral por la izquierda o por la derecha. Finalmente, Esquerra Unida estrena el liderazgo a¨²n por ejercitar de Gl¨°ria Marcos, dejando a un dial¨¦ctico de la talla de su anterior coordinador, Joan Rib¨®, confinado a su reducido papel en las Cortes Valencianas.
En ese escenario, algunos dirigentes del PP parecen creer que no necesitan sudar la camiseta para ganar con claridad el partido electoral. As¨ª, no muestran la l¨®gica preocupaci¨®n por sus propias carencias, vacilaciones o errores. El Consell, por ejemplo, ha mareado al personal con una serie de manifestaciones contradictorias sobre la lengua valenciana, ha modificado sobre la marcha prioridades pol¨ªticas y ha dado marcha atr¨¢s en propuestas anunciadas en su d¨ªa a bombo y platillo, como la modificaci¨®n del Estatut.
Otras medidas en la acci¨®n institucional reciente del PP han podido afectar a la cohesi¨®n territorial tan dif¨ªcilmente labrada y hasta reabrir viejas heridas como la cuesti¨®n ling¨¹¨ªstica. Tras el dif¨ªcil parto de los montes de la Academia Valenciana de la Lengua, con su misi¨®n claramente pacificadora, arremeter contra ella y cuestionar su labor no parece el mejor m¨¦todo para avanzar en tan espinoso camino. Y no entro, deliberadamente, en el ataque y las denuncias del empresario Vicente Vilar al presidente de la diputaci¨®n de Castell¨®n, Carlos Fabra, porque es un tema judicial afecto a la presunci¨®n de inocencia del acusado.
Lo que se intenta describir aqu¨ª es la peligrosa autocomplacencia de un Partido Popular auton¨®mico que se apunta como m¨¦ritos suyos los logros pasados, presentes y futuros de la Comunidad, desde ese Plan Hidrol¨®gico que cuestionan todos los d¨ªas nuestros vecinos del norte hasta la celebraci¨®n de la Copa Am¨¦rica en el 2007, que algunos comparan no se sabe por qu¨¦ raz¨®n con una especie de milagroso Plan Marshall. "Con eso", me dec¨ªa hace poco un dirigente regional del PP, "repetiremos aqu¨ª los esca?os de hace cuatro a?os y revalidaremos en toda Espa?a la mayor¨ªa absoluta".
Podr¨ªa ser. Pero en pol¨ªtica, como en el f¨²tbol, los partidos no se ganan antes de jugarlos. Bien est¨¢, como dec¨ªa en una reciente conferencia en Alicante el presidente del CIS, Ricardo Montoro, que "los valencianos se sienten muy satisfechos de c¨®mo marchan las cosas en la Comunidad". Pero la confianza, la ilusi¨®n y la esperanza hay que renovarlas d¨ªa a d¨ªa. Afortunadamente, los ciudadanos somos cada vez m¨¢s exigentes con una clase pol¨ªtica a la que mantenemos con nuestros impuestos y no nos vale ya el manido discurso de que las cosas van bien cuando pueden ir much¨ªsimo mejor.
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