Superviviente Musharraf
Dos atentados en un intervalo de 11 d¨ªas y pr¨¢cticamente en el mismo sitio -con un elevado saldo de muertos y heridos- demuestran que la seguridad del afortunado presidente de Pakist¨¢n, Pervez Musharraf, ha sido infiltrada. Todo apunta hacia Al Qaeda, que en septiembre pasado y por boca del lugarteniente de Osama Bin Laden ped¨ªa a a las fuerzas de seguridad paquistan¨ªes que se desembarazasen de un "traidor al islam que ha permitido la muerte de miles de afganos a manos estadounidenses".
El general Musharraf es un personaje ambiguo, que pese a sus renuncios en el tema de las armas at¨®micas y a sus incumplidas promesas de democratizar su pa¨ªs se ha convertido en aliado clave de Washington en Asia central. Ha apoyado la guerra de EE UU en Afganist¨¢n y facilitado el arresto de cientos de fugitivos de Al Qaeda en Pakist¨¢n, un vasto pa¨ªs musulm¨¢n de 150 millones de habitantes y en buena medida al margen del imperio de la ley. En Pakist¨¢n anidan las variantes islamistas m¨¢s violentas y los talibanes han encontrado apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico, protecci¨®n militar y santuario en las incontroladas regiones fronterizas del noroeste. Musharraf acaba de declarar que el verdadero enemigo del Estado no es la archirrival India, sino el fanatismo armado.
Los ¨²ltimos acontecimientos son alarmantes. En el frustrado asesinato del jueves, en Rawalpindi, dos terroristas suicidas lanzaron sus coches bomba contra la caravana presidencial; sucedi¨® a 200 metros del puente donde, hace dos semanas, una poderosa carga explosiva estall¨® medio minuto despu¨¦s de que lo atravesara la comitiva del l¨ªder paquistan¨ª. La situaci¨®n relativamente estable de Pakist¨¢n gravita en torno la persona de Musharraf, que acaba de anunciar un controvertido acuerdo con la poderosa alianza opositora islamista para dejar el mando de las fuerzas armadas a finales del a?o que viene y mantenerse como presidente. Y que en los ¨²ltimos tiempos est¨¢ allanando las dificultades con India, siempre al borde de la explosi¨®n armada; Islamabad ser¨¢ sede en enero de una cumbre regional a la que asistir¨¢ el primer ministro indio Vajpayee.
La desaparici¨®n violenta de Musharraf har¨ªa de Pakist¨¢n un escenario m¨¢s peligroso. En las circunstancias actuales, la opci¨®n militar significar¨ªa cuando menos estado de excepci¨®n y disoluci¨®n del Parlamento. La civil, habida cuenta la fortaleza de los partidos religiosos antioccidentales, podr¨ªa desembocar en una presidencia abiertamente contraria a la estabilizaci¨®n de Afganist¨¢n y menos contemporizadora con Nueva Delhi. Recetas ambas para el desastre en una de las zonas m¨¢s calientes del planeta.
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