La joven osad¨ªa al volante
Un primer puesto, un segundo, dos terceros, dos 'poles' y una vuelta m¨¢s r¨¢pida avalan a la nueva estrella de la f¨®rmula 1
Antes de que el pasado Campeonato del Mundo de f¨®rmula 1 echara a rodar, una revista japonesa especializada, de ¨¦sas que Fernando Alonso -aunque no entienda una palabra de japon¨¦s- acostumbra a comprar, emiti¨® un vaticinio sobre el futuro m¨¢s inmediato de la competici¨®n. Para ello consult¨® con ex pilotos, directivos, mec¨¢nicos, t¨¦cnicos y especialistas varios. Y as¨ª qued¨® configurado el imaginario podio: primero, Kimi Raikkonen, el finland¨¦s de McLaren; segundo, Michael Schumacher, el alem¨¢n n¨²mero uno de Ferrari y mundial, y tercero, Fernando Alonso, el espa?ol de Renault, cuya credenciales hasta entonces cab¨ªan en un papel de fumar. Fall¨® la encuesta, pero no lo hizo por mucho. Fue Schumacher el vencedor y conquist¨® su sexto t¨ªtulo, una cifra de otra galaxia que ni el argentino Juan Manuel Fangio pudo alcanzar. El segundo qued¨® Raikkonen, el apocado n¨®rdico del que se dice que no aprendi¨® a hablar hasta los cinco a?os. Hasta ah¨ª, aunque cambiando el orden de los factores, acert¨® la revista nipona. Con el tercero, precisamente con Alonso, err¨®.
"Faltar¨ªa m¨¢s que no lo hiciera bien cuando llevo en esto desde los tres a?os", dice ahora
"No me pasan los pilotos, sino los coches. Yo tambi¨¦n subir¨ªa al podio con un Ferrari", dec¨ªa antes
Su imagen adelantando a Schumacher en el circuito de Hungaroring anuncia un nuevo orden
Porque el asturiano fue finalmente el sexto. Un puesto m¨¢s retrasado, s¨ª, pero con matices. Y es que dinamit¨® todos los registros de precocidad que conoc¨ªa la historia acaparando portadas, menciones y premios. As¨ª, los deportistas espa?oles han decidido de forma clamorosa que Alonso es el personaje de 2003. Le han elegido no s¨®lo como el joven de mayor rendimiento en el a?o que termina, sino como el mejor de entre todos ellos. Es nuestro n¨²mero uno.
Un vistazo a la hoja de servicios de Alonso en esta temporada justifica la decisi¨®n de sus colegas: diecis¨¦is grandes premios disputados y once finalizados, siempre entre los ocho primeros, siempre puntuando; un primer puesto -en el de Hungr¨ªa-, un segundo -en el de Espa?a, en Barcelona- y dos terceros -en los de Malaisia y Brasil-. Dos poles position y una vuelta m¨¢s r¨¢pida rematan la deslumbrante faena. Alonso se convirti¨® en el piloto m¨¢s joven de siempre en acumular semejantes conquistas. Ni el brasile?o Ayrton Senna ni el propio Schumacher llegaron tan pronto tan lejos.
A nadie en los circuitos de ac¨¢ y de all¨¢ le sorprendi¨® la exhibici¨®n. No hab¨ªa a¨²n arrancado su Renault en la competici¨®n y ya hab¨ªa quien avisaba. "Lo poco que le he visto me lleva a pensar que va a conseguir algo grande", declaraba el siempre moderado brasile?o Rubens Barrichello; "es el joven con mayor proyecci¨®n que he visto ¨²ltimamente", sentenciaba Schumacher. Alonso estaba en boca de todos antes de pisar la pista.
?Y qu¨¦ hab¨ªa hecho hasta entonces en la f¨®rmula 1? Muy poco, la verdad. En 2001 debut¨® en el campeonato, con 19 a?os, al volante de un minardi. Y su mayor logro fue una d¨¦cima plaza.
Alonso, sin embargo, lo ten¨ªa claro: "A m¨ª no me adelantan los pilotos; me adelantan los coches. Yo tambi¨¦n subir¨ªa al podio si condujera un Ferrari".
No le ha hecho falta ponerse a los mandos del mejor b¨®lido para ganar. Lo ha hecho con un renault. Dos a?os despu¨¦s de su llegada, le ha dado a la escuder¨ªa francesa cuatro podios, dos poles y un triunfo. Glorias que no conoc¨ªa desde que en 1983 venciera en Austria el gran Alain Prost, franc¨¦s. Y eso que ha tenido entre sus manos una m¨¢quina inferior en potencia a las de las grandes marcas -Ferrari, Williams y McLaren-, pero tambi¨¦n a otras de menor enjundia -Toyota o BAR Honda-. Esa circunstancia ha frenado a Renault, que, por lo dem¨¢s, contaba con un coche de una enorme fiabilidad en cuanto a aerodin¨¢mica o chasis.
Alonso torci¨® alguna vez el gesto, sobre todo cuando empezaron a acumularse los abandonos por problemas mec¨¢nicos. Hasta cinco hubo. No estaba demasiado convencido de que las ¨®rdenes de equipo fueran las m¨¢s apropiadas. En Alemania, donde Jarno Trulli, su compa?ero de fatigas, fue el tercero y ¨¦l hubo de conformarse con ser el cuarto, se vivi¨® un episodio que mostr¨® las desavenencias que empezaban a nacer en una escuder¨ªa que arriesg¨® ese d¨ªa su presencia en el podio al no facilitar que adelantase al italiano. Alonso y elcapo, Flavio Briatore, se tiraron los trastos a la cabeza.
La paz lleg¨® dos semanas despu¨¦s. Y de qu¨¦ manera. Alonso gan¨® en Hungr¨ªa y Briatore volvi¨® a ba?arse en cava en lo m¨¢s alto,una imagen que recordaba a la ocurrida en B¨¦lgica en 1992, con la diferencia de que entonces el piloto al que abraz¨® gozoso el magnate italiano respond¨ªa al nombre de Schumacher.
Pero el p¨²blico no ve¨ªa tan natural lo que estaba ocurriendo. Era una experiencia desconocida la de que un espa?ol corriera en un f¨®rmula 1 con m¨¢s pretensiones que las de terminar con cierta dignidad. "A¨²n puede llegar m¨¢s lejos", advert¨ªan quienes rodean a Alonso, que asist¨ªa entre at¨®nito y divertido a la creaci¨®n de un h¨¦roe deportivo, ¨¦l mismo, un tipo que jam¨¢s tuvo h¨¦roes ni dentro ni fuera de la f¨®rmula 1. Se multiplicaban las peticiones de los medios de comunicaci¨®n. Quer¨ªan saber el c¨®mo, el cu¨¢ndo, el d¨®nde y el por qu¨¦ de cada aspecto de su vida. En Renault, donde la disciplina es una religi¨®n -Briatore ha prohibido las relaciones afectivas entre los miembros del equipo- se vieron desbordados. Pero Alonso segu¨ªa con su sonrisa perenne, adornada ayer con una incipiente perilla, hoy con unas largas patillas y ma?ana con una melena algo alocada.
Eran tiempos en que los periodistas hac¨ªan guardia en la puerta de su casa de Oviedo, donde Jos¨¦ Luis, su padre, Ana, su madre, o Lorena, su hermana, intentaban que su intimidad no dejara de serlo. Acabaron cambiando de domicilio. El chico, mientras tanto, se manten¨ªa ajeno a la presi¨®n medi¨¢tica, all¨¢ en su apartamento ingl¨¦s de Oxford, entre muebles de Ikea y pasando ¨¦l mismo el aspirador.
Pocas veces se le ha visto de mal humor. Interrogado antes de cada gran premio por aspectos mec¨¢nicos, que Renault, como todos, guarda en el m¨¢s absoluto secreto en un mundo en el que el espionaje est¨¢ a la orden del d¨ªa, Alonso siempre ten¨ªa a mano la respuesta m¨¢s inesperada. "?C¨®mo va a llevar en la carrera de hoy los neum¨¢ticos?", le preguntaba el sagaz reportero. "Seg¨²n me han dicho, dos delante y dos detr¨¢s", contestaba el corredor. Pero aqu¨¦l insist¨ªa: "?Con cu¨¢ntos caballos m¨¢s han reforzado el motor?". Y respond¨ªa: "Hemos intentado meter dos m¨¢s, pero creo que no se han dejado". Y se re¨ªa a carcajadas antes de que Christian, el jefe de catering, se lo llevara a comer pasta mientras soltaba, en un castellano algo italianizado, un sonoro "el ni?o de los cogones".
Convertido ya en un fen¨®meno de masas, Alonso torc¨ªa el gesto cuando asist¨ªa como sujeto pasivo a la catarata de elucubraciones que se hac¨ªan sobre su futuro. Que si hab¨ªa recibido una oferta de Ferrari, que si Williams le quer¨ªa como relevo del colombiano Juan Pablo Montoya... ?l ten¨ªa sus cinco sentidos en el Mundial que le estaba encumbrando. Las gorras azules de Renault con el n¨²mero 8, el suyo, desaparec¨ªan de los tenderetes cercanos a los circuitos. En Espa?a se disparaban las audiencias televisivas. Un dato resulta definitivo: en 2001, el ¨²ltimo a?o que TVE hab¨ªa retransmitido las carreras, la media de espectadores fue de 750.000 por gran premio. En 2003 fue de 1.500.000, alcanz¨¢ndose el m¨¢ximo hist¨®rico en el de Hungr¨ªa, cuando 3.600.000 vieron a Alonso subido a lo m¨¢s alto del podio enuna de las victorias m¨¢s memorables del deporte espa?ol.
En el circuito de Hungaroring, Alonso se permiti¨® el lujo de adelantar a Schumacher, algo que en otro tiempo habr¨ªa sido considerado una herej¨ªa. Aquella imagen anunciaba un nuevo orden en el automovilismo, un deporte que comenzaba a acostumbrarse a la peligrosa rutina. El protagonista hab¨ªa sido un asturian¨ªn de 22 a?os que, con un volante en las manos, acostumbra a cumplir su palabra. Y que afirma: "Lo mejor est¨¢ por venir".
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