La Enciclopedia que viene
EL PA?S ofrece a sus lectores a partir del domingo 11 los 20 vol¨²menes de la obra de Salvat
La Enciclopedia que EL PA?S ofrecer¨¢ a sus lectores todos los domingos a partir del 11 de enero ser¨¢ la obra m¨¢s completa y puesta al d¨ªa en su g¨¦nero. Los 20 tomos suponen 16.000 p¨¢ginas, con un total de 160.000 entradas de todas las materias del conocimiento. Incluye, entre otras muchas cosas, 18.500 biograf¨ªas y citas de m¨¢s de 16.000 municipios espa?oles. El primer tomo se entregar¨¢ de forma gratuita con el peri¨®dico, y los vol¨²menes restantes, cada uno de 800 p¨¢ginas, en los 19 domingos sucesivos, pagando un suplemento muy por debajo del precio de mercado.
El primer volumen est¨¢ actualizado hasta enero de 2004 y los siguientes se ir¨¢n actualizando seg¨²n la fecha de salida de cada uno. As¨ª, el ¨²ltimo volumen, que sale el 23 de mayo, recoger¨¢ la actualidad que se haya producido hasta entonces.
Los 20 tomos tienen una estructura de la que surge un sistema y una pedagog¨ªa
El objetivo de esta obra es ayudar a elegir los datos significativos y descartar los confusos
En una ¨¦poca en que las sociedades avanzadas dependen vitalmente de la informaci¨®n, la Enciclopedia es un instrumento cada d¨ªa m¨¢s necesario. Puede parecer una paradoja que un diccionario enciclop¨¦dico, un invento nacido en el siglo XVIII de la mano de la Ilustraci¨®n, mantenga la condici¨®n de instrumento imprescindible en los tiempos actuales, en los que los conocimientos se propagan de forma instant¨¢nea, digitalizados, a trav¨¦s de redes cada vez m¨¢s ramificadas, y la informaci¨®n pr¨¢cticamente no ocupa lugar, porque se puede almacenar en soportes m¨¢s y m¨¢s miniaturizados. Pero la paradoja es m¨¢s aparente que real. Un diccionario enciclop¨¦dico -es decir, un soporte material como el papel, que contiene una voluminosa y evidente cantidad de informaci¨®n- sigue conservando todas las virtudes que le han sido atribuidas tradicionalmente: las de ser un veh¨ªculo privilegiado para la transmisi¨®n de cultura y, al mismo tiempo, un magn¨ªfico instrumento de consulta que, a velocidad similar a la de otros medios, es capaz de resolver dudas, aclarar conceptos y orientar en un tema desconocido.
La Enciclopedia actual, claro est¨¢, no es la misma de Diderot y D'Alembert. Y no s¨®lo porque hayan cambiado la tipograf¨ªa, las ilustraciones y los m¨¦todos de impresi¨®n, ni porque sus contenidos reflejen el prodigioso avance producido a lo largo de dos siglos y medio en las ciencias y en el conocimiento del mundo. El concepto, la funci¨®n misma de la Enciclopedia como instrumento, ha evolucionado en ese tiempo al mismo ritmo que la sociedad a la que va dirigida.
Si la primera Enciclopedia ostentaba el monopolio del saber, si se erig¨ªa en la ¨²nica depositaria de todo lo que era humanamente digno de ser conocido, hoy la informaci¨®n se reparte en m¨²ltiples formas que experimentan r¨¢pidos procesos de transformaci¨®n.
La prensa y la televisi¨®n dan cuenta casi a diario de hallazgos que contradicen ideas com¨²nmente admitidas sobre temas tan importantes como el funcionamiento de los mecanismos de la vida (genoma de los seres vivos, clonaci¨®n), la formaci¨®n y la edad del Universo (hallazgo de la masa de los neutrinos), la evoluci¨®n del hombre (f¨®siles de Atapuerca), etc¨¦tera. El c¨ªrculo cerrado ya no se corresponde con la mentalidad de nuestra ¨¦poca: en las ciencias, en las artes y tambi¨¦n en la Enciclopedia se impone una revisi¨®n continua de lo admitido, una deconstrucci¨®n y reconstrucci¨®n permanente, una estructura abierta.
La obra de Salvat contiene, por ser la m¨¢s reciente, la formulaci¨®n m¨¢s avanzada de ese conjunto de ideas. El lector apreciar¨¢ el esfuerzo por la decantaci¨®n y ordenaci¨®n de contenidos en aquellas materias que la mayor¨ªa de los usuarios pueden identificar como las ¨¢reas b¨¢sicas del saber: la F¨ªsica y la Qu¨ªmica, la Biolog¨ªa y la Ecolog¨ªa, las Matem¨¢ticas, la Filosof¨ªa y la Religi¨®n, la Medicina, la Lengua y la Literatura, la Historia y la Geograf¨ªa, las Artes, la Tecnolog¨ªa o la Inform¨¢tica.
En todas ellas, una serie de art¨ªculos clave, amplios, estructurados en cap¨ªtulos, redactados en un lenguaje directo y comprensible, proporcionan informaci¨®n esencial y remiten adem¨¢s a otras voces que completan o ampl¨ªan la materia tratada. A trav¨¦s de esta conexi¨®n entre voces, el lector podr¨¢ reunir sin esfuerzo toda la informaci¨®n tem¨¢tica necesariamente fragmentada en la obra por la presentaci¨®n en orden alfab¨¦tico de las voces.
A este primer cuerpo enciclop¨¦dico va unido un diccionario de l¨¦xico en el que, m¨¢s que a la erudici¨®n, se ha atendido al uso actual del idioma (incorporaci¨®n de extranjerismos y neologismos y, muy en especial, inclusi¨®n de observaciones de car¨¢cter normativo).
La estructura de la obra comporta as¨ª dos niveles distintos que funcionan de modo simult¨¢neo y complementario: un nivel b¨¢sico en el que los contenidos son objeto de una exposici¨®n amplia, detallada y pedag¨®gica, y un nivel superior, de especializaci¨®n, en el que el lector encontrar¨¢ claves v¨¢lidas, s¨®lidos puntos de apoyo, referencias puestas al d¨ªa y sugerencias para enfocar una investigaci¨®n ulterior.
Lo que ha llovido desde Diderot
Desde que en 1751 Diderot y D'Alembert publicaran el primer tomo de su famosa Enciclopedia, que hizo tambalearse al Antiguo R¨¦gimen de los monarcas absolutos al alumbrar la Revoluci¨®n Francesa, la concepci¨®n de este tipo de obras ha sufrido otra aut¨¦ntica revoluci¨®n de un impacto quiz¨¢ de m¨¢s alcance que aquella primera.
Las enciclopedias al uso sirven para adornar las estanter¨ªas de los respetables despachos de notarios o registradores de la propiedad y dar la sensaci¨®n de vetustez. Quiz¨¢ de tarde en tarde se consultan las biograf¨ªas de santos, papas y condotieros.
El concepto, la funci¨®n misma de esta nueva Enciclopedia como instrumento ha evolucionado al mismo ritmo que la sociedad a la que va dirigida. Si el destinatario de la primera Enciclopedia era un restringido c¨ªrculo de esp¨ªritus ilustrados, el de hoy es un p¨²blico inmensamente amplio y heterog¨¦neo: la Enciclopedia se ha universalizado. Si la primera Enciclopedia ostentaba el monopolio del saber, hoy esta situaci¨®n ha sido superada y la informaci¨®n se reparte en m¨²ltiples formas que experimentan r¨¢pidos procesos de transformaci¨®n. La clave fundamental de la evoluci¨®n ocurrida en el concepto de la Enciclopedia, la que le permite mantener su privilegiada posici¨®n en un mundo que aparece saturado, bombardeado a diario por cantidades ingentes de informaci¨®n, reside en su funci¨®n ordenadora. Para la Enciclopedia del siglo XXI, la cantidad de informaci¨®n ya no es el objetivo principal; lo es, por el contrario, la selecci¨®n. Su misi¨®n debe ser orientar la b¨²squeda de un usuario que tiene a su alcance otras fuentes alternativas de informaci¨®n profusa. Elegir, de entre una jungla de datos disponibles, aquellos realmente significativos, y descartar los que s¨®lo contribuyen a generar confusi¨®n. La informaci¨®n ha sido evaluada, sistematizada, generalizada y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, organizada en unidades que permiten su incorporaci¨®n al conjunto de forma que pueda comprenderse su significado, relacionada adecuadamente con otras unidades de conocimiento formando una vasta red de interconexiones. De esta paciente labor de arquitectura surge no un simple almac¨¦n de datos, sino un sistema, una pedagog¨ªa, una estructura.
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