El municipalismo y la Generalitat
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s evidentes que definen al nuevo Gobierno de la Generalitat es su fuerte componente municipalista. Alcaldes, concejales y responsables de distintas pol¨ªticas locales pueblan desde hace unos d¨ªas los principales despachos de los departamentos del Ejecutivo catal¨¢n. No es que ello sea un elemento de novedad que podamos calificar de absoluto. Si rastreamos en los 23 a?os de gobierno convergente, veremos que son numerosos los alcaldes y concejales que han llegado a ocupar cargos significativos de gesti¨®n en la Generalitat, pero lo cierto es que nunca se hab¨ªa dado tal concentraci¨®n de ex cargos locales. Y lo m¨¢s importante: han llegado a esas nuevas responsabilidades personas y trayectorias pol¨ªticas acostumbradas a defender a capa y espada unas competencias y una manera de hacer desde la proximidad, desde los municipios, ante una Generalitat que siempre hab¨ªa mirado la cuesti¨®n con reservas.
Durante muchos, demasiados a?os, la confrontaci¨®n partidista en Catalu?a ha derivado hacia un binomio absurdo: nacionalismo versus municipalismo. O si se quiere, Gobierno aut¨®nomo contra gobierno local. Al ganar la izquierda las elecciones municipales de 1979 y acceder al gobierno en los ayuntamientos m¨¢s significativos de Catalu?a, mientras CiU se hac¨ªa con el Gobierno aut¨®nomo un a?o despu¨¦s, y repetirse sistem¨¢ticamente esa correlaci¨®n en las contiendas electorales posteriores, se produjo un reparto m¨¢s o menos impl¨ªcito de papeles. Unos hicieron del municipalismo su bandera y los otros vieron en los ayuntamientos a sus rivales. Un dato ilustra la cuesti¨®n: entre 1981 y 1996, no hubo ni tan s¨®lo ponencia sobre el tema municipal en los sucesivos congresos que CDC fue realizando.
Esa desigual presencia de los partidos en cada ¨¢mbito territorial y en cada instituci¨®n ha seguido provocando problemas y tensiones, y probablemente los seguir¨¢ generando. Para algunos, la coincidencia del tripartito en la Generalitat y en la gran mayor¨ªa de los ayuntamientos m¨¢s poblados del pa¨ªs preocupa por la concentraci¨®n de poder que supone. Pero, desde mi punto de vista, estamos m¨¢s bien ante la oportunidad hist¨®rica de articular respuestas a los retos m¨¢s graves que tiene planteados Catalu?a, logrando articular las ventajas de la proximidad que ofrece sin duda alguna la actuaci¨®n de los municipios en muchas de las pol¨ªticas con la capacidad del Gobierno catal¨¢n de procurar la cohesi¨®n del pa¨ªs y trabajar por atajar las desigualdades reales y potenciales que todo proceso de descentralizaci¨®n en serio puede provocar.
Ello es cierto en educaci¨®n, en servicios sociales y en sanidad, por poner los ejemplos m¨¢s claros, pero tambien deber¨ªa serlo en vivienda, promoci¨®n econ¨®mica, deporte y juventud, para ilustrar el tema desde otras perspectivas. Las primeras declaraciones de los consejeros Marina Geli y Josep Bargall¨® apuntan claramente a ello y reconocen la importancia de los gobiernos locales en aspectos muy significativos de las pol¨ªticas sanitarias y educativas. Y tambi¨¦n Carod Rovira y Saura han mencionado al papel esencial de los municipios en el proceso de reforma del estatuto. Pero esperamos que esa convicci¨®n se extienda y se mantenga en el tiempo. Y no est¨¢ claro que ello deba darse forzosamente atendiendo simplemente al ya mencionado talante y tradici¨®n municipalista del nuevo Gobierno. No ser¨ªa la primera vez en nuestra corta historia democr¨¢tica que tenemos decepciones de ese tenor. Los m¨¢s viejos recordamos que a los pocos meses de alcanzada la democracia, despu¨¦s de frases del tipo "el pueblo entra en los ayuntamientos" y tras incorporar a numerosos l¨ªderes antifranquistas y dirigentes de movimientos sociales o de entidades de la sociedad civil en los gobiernos municipales o en la propia Administraci¨®n auton¨®mica, la m¨²sica que llegaba era: "Dejadnos trabajar, que ahora ya no toca participar. La batalla ya est¨¢ ganada". Y as¨ª nos luce el pelo en los aspectos participativos 25 a?os despues.
Tambi¨¦n ahora podr¨ªa pasar que algunos cayeran en la tentaci¨®n de decirnos: "Dej¨¦monos de municipalismo, que ahora ya gobernamos en la Generalitat". No nos equivoquemos. Los d¨¦ficit de muchas de las pol¨ªticas de bienestar que se vienen observando en campos como la educaci¨®n, la sanidad, los servicios a la persona, la atenci¨®n a las personas ancianas y la exclusi¨®n requer¨ªan antes del 16 de noviembre y siguen requiriendo ahora una inyecci¨®n de proximidad, de vinculaci¨®n al entorno. Requieren ampliar y reforzar los v¨ªnculos con el territorio, con la comunidad. Y ello se hace mejor desde cualquier municipio o desde el ¨¢mbito local que sea m¨¢s adecuado desde el punto de vista del tama?o y de sus recursos que desde las sedes de los departamentos en Via Augusta, Travessera de les Corts o el Port Vell de Barcelona. Y es cierto tambi¨¦n que no s¨®lo con descentralizaci¨®n lo arreglaremos todo. El Gobierno catal¨¢n debe velar por la solidaridad interterritorial, debe tratar de corregir los desequilibrios y conseguir aumentar la cohesi¨®n, y ¨¦se es un papel insustituible. No podemos seguir pensando en una relaci¨®n Generalitat-municipios que sea de suma cero, en la que lo que un lado gana el otro forzosamente lo pierde. Se pueden construir relaciones en las que las instituciones colaboren y salgan ganando todos, y esencialmente aumente la capacidad de servicio a la ciudadan¨ªa. Y para ello se requiere confianza institucional, m¨¢s recursos para los gobiernos locales, reforzar las delegaciones territoriales, experimentando e incentivando los consorcios locales y las delegaciones de servicios. El dilema es hoy c¨®mo negociar y articular respuestas institucionales respetuosas con las identidades locales y comunitarias, pero que permitan mantener niveles adecuados de gobernaci¨®n, abordando los temas estrat¨¦gicos que se han ido aplazando o toreando a lo largo de muchos a?os. Confiemos en que sigamos construyendo Catalu?a desde la fuerza de sus gobiernos locales. Nada ser¨ªa peor que acabar concluyendo que el municipalismo de la izquierda catalana a lo largo de estos a?os era puro tacticismo.
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