Los dividendos colaterales de Irak
India y Pakist¨¢n poseen armas de destrucci¨®n masiva a la vista de todo el mundo, tanto que el exhibirlas es condici¨®n de su existencia; India y Pakist¨¢n parece que estuvieron en el verano de 2002 cerca del enfrentamiento nuclear, por lo que pod¨ªan haberse clasificado en primer lugar en el reciente bar¨®metro europeo de pa¨ªses que constituyen la mayor amenaza para el mundo; y, sin embargo, ni uno ni otro temen ser castigados por Estados Unidos. Esto es as¨ª porque Pakist¨¢n es un aliado esencial de Washington en la lucha contra el terrorismo internacional, y la India podr¨ªa llegar a serlo.
Aunque la guerra de la posguerra iraqu¨ª est¨¦ siendo una cat¨¢strofe para Estados Unidos, en las ¨²ltimas semanas se ha producido una serie de acontecimientos que constituyen ya los dividendos o beneficios colaterales de la invasi¨®n, derrota y ocupaci¨®n -que ser¨¢ duradera- del Creciente F¨¦rtil.
El m¨¢s obvio es la abjuraci¨®n de todo un pasado del coronel Gaddafi, formulada con contrici¨®n universal, focos y m¨²sica de fondo. A cambio de la eliminaci¨®n de un modest¨ªsimo programa nuclear, como lo tiene medio mundo, y de haber pagado fuertes indemnizaciones por los atentados de Lockerbie y N¨ªger, el l¨ªder ¨¢rabe espera que Libia pueda ser reintegrada al concierto de naciones del que, espec¨ªficamente, reconoce como director a Estados Unidos. "Despu¨¦s de la guerra de Irak, el mundo ha cambiado", ha dicho el coronel como quien presenta credenciales al emperador del planeta. No tanto por Libia en s¨ª misma, como por sus efectos sobre el radicalismo ¨¢rabe, el cambio de Tr¨ªpoli es importante.
El caso de Ir¨¢n es mucho m¨¢s peleado, y el Gobierno de Jatam¨ª no est¨¢ pensando en sumisi¨®n, sino en concertaci¨®n. Pero, tambi¨¦n, al amparo de un terremoto que puede hacer brotar dividendos pol¨ªticos de su tr¨¢gica carnicer¨ªa, no es hoy imposible el di¨¢logo iran¨ª con Washington. Y, en cualquier caso, si el secretario de Estado, Colin Powell, logra imponerse a los halcones que tiene en casa y a los que los corean desde Israel, Ir¨¢n, uno de los integrantes del Eje del Mal, podr¨ªa someterse a inspecciones internacionales con garant¨ªas de que sus ¨¢tomos dejaran de preocupar en Occidente.
Corea del Norte es otra historia, y el hecho de que no exista todav¨ªa un control en toda regla de la panoplia nuclear norcoreana se debe, fundamentalmente, a que Washington no quer¨ªa renunciar a ajustarle violentamente un d¨ªa las cuentas a Pyongyang. Est¨¢ claro que el programa de armas del depauperado Estado comunista, hab¨ªa sido concebido como un factor de negociaci¨®n con Estados Unidos para impedir, precisamente, que hoy lo iraquizaran. De nuevo, si le dejan a Powell, habr¨¢ m¨¢s ¨¢tomos a buen recaudo.
Y, por ¨²ltimo, el premio gordo. India y Pakist¨¢n anuncian con una seriedad que no se conoc¨ªa desde las conversaciones de Simla hace varias d¨¦cadas, que negociar¨¢n sobre Cachemira, la provincia del subcontinente indost¨¢nico que ambas ocupan, y de la que Islamabad acusa a Delhi de hab¨¦rsela expropiado en la partici¨®n de 1947. Es cierto que las cosas pueden torcerse en unas conversaciones que, f¨¢cilmente, durar¨¢n todo 2004, pero lo que se sabe de la posici¨®n de partida del presidente paquistan¨ª Musharraf y del primer ministro indio Vajpayee, se diferencia poderosamente de todo lo anterior. Pakist¨¢n no s¨®lo parece dispuesto a cortar su apoyo, de hecho y de derecho, a la guerrilla cachemir¨ª, sino que las conversaciones, que comenzar¨¢n en febrero, podr¨ªan basarse en alg¨²n tipo de renuncia del pa¨ªs musulm¨¢n a su reivindicaci¨®n sobre Cachemira. Si esto es as¨ª, y cabiendo poca duda de que se deber¨ªa, en buena parte, a la influencia de Washington, estar¨ªamos ante otro ¨¦xito de la reciente diplomacia norteamericana.
La operaci¨®n es redonda. La guerrilla propaquistan¨ª, que tiene lazos con el terrorismo integrista de Al Qaeda, se queda colgada de una brocha, y eso podr¨ªa abrir el camino para que la India, que tiene en su extensa minor¨ªa -150 millones- de musulmanes, focos de radicalismo que la inquietan, se convirtiera en aliado de Washington en la lucha contra el terror.
Y, todo ello, ?ad¨®nde conduce? Al debilitamiento de Bin Laden; a alguna compensaci¨®n por el desastre de Irak; al creciente aislamiento de Siria; a la gratificaci¨®n de Israel; y a la mayor convicci¨®n en s¨ª mismo de Bush. La indefendible guerra de Irak puede rendir, como se ve, algunos beneficios.
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