Danza macabra de Ionesco
Al final de El rey se muere, de Ionesco, Berenguer I avanza agonizante hacia la nada, guiado por las palabras hipn¨®ticas que desgrana la reina Margarita, mientras los decorados, met¨¢fora del mundo, se desvanecen a su alrededor como por arte de magia: "Evita ese precipicio a tu izquierda, no temas a ese viejo lobo que a¨²lla...
Tiene los colmillos de cart¨®n, no existe. No temas tampoco a las ratas. No pueden morder los dedos de tus pies. No tengas compasi¨®n por ese mendigo que extiende la mano
... Cuidado con la anciana que viene hacia ti... no cojas el vaso de agua que te ofrece. No tienes sed. Atraviesa la barrera... ese enorme cami¨®n no te aplastar¨¢, es espejismo..." , Berenguer (¨¢lter ego de Ionesco), protagonista de El rinoceronte y de esta alegor¨ªa cuyo ¨¢rbol geneal¨®gico se remonta a los autos sacramentales barrocos y a las danzas de la muerte medievales, ha llegado al fin de sus d¨ªas bajo el influjo de dos fuerzas que desde las profundidades del c¨®digo gen¨¦tico tiran de ¨¦l en direcciones opuestas: una, simbolizada por la optimista y decidida reina Mar¨ªa, le anima a aferrarse a la vida con u?as y dientes; la otra, encarnada por la hosca reina Margarita, le persuade de que renuncie a todo y se deje ir para siempre.
El rey se muere se estren¨® en 1962, bajo la batuta de Jacques Mauclair, director tambi¨¦n de la puesta en escena original de Las sillas y de una de las primeras reposiciones de La lecci¨®n: Ionesco prefer¨ªa estos montajes inaugurales de sus obras en teatros peque?itos de Par¨ªs, con actores formados en el estilo del caf¨¦ teatro y del cabar¨¦ de posguerra, a las producciones posteriores, en grandes salas de Francia y del extranjero. Por aquel entonces sus obras se estaban difundiendo como llama por reguero de p¨®lvora. George Devine las pone en escena en Londres, Ingmar Bergman en Estocolmo, Orson Welles en Estados Unidos
... y Jos¨¦ Luis Alonso, director del Mar¨ªa Guerrero durante una de las mejores etapas de este teatro, en Madrid: El rinoceronte primero, y en 1964, en sesi¨®n doble, El nuevo inquilino y El rey se muere, con Jos¨¦ B¨®dalo como protagonista. "Antes de empezar los ensayos", escribi¨® Alonso en el programa de mano, "dud¨¦ mucho si este papel conven¨ªa m¨¢s a un actor que trabajase con el cerebro o a uno que lo hiciese con el coraz¨®n, como B¨®dalo. Pero al primer ensayo me convenc¨ª de que un actor cerebral hubiera echado hielo al hielo. El p¨²blico siempre seguir¨¢ la agon¨ªa de un hombre lleno de humanidad con m¨¢s inter¨¦s que la de uno lleno de ideas sobre la muerte". El director y Francisco Nieva, que debut¨® como escen¨®grafo en Espa?a con este montaje, se las arreglaron para que, al final, muebles, paredes y personajes se desvanecieran a la vista de los espectadores.
Cuarenta a?os despu¨¦s de aquello, Jos¨¦ Luis G¨®mez, director del teatro de la Abad¨ªa, pone en pie El rey se muere, con Francesc Orella en el papel que interpretaron B¨®dalo en el Mar¨ªa Guerrero y Alec Guinness en Londres. Sus antagonistas son Susi S¨¢nchez y Elisabet Gelabert (que encarnan a las dos reinas), Jos¨¦ Luis Alcobendas, Inma Nieto y Jes¨²s Barranco. "Monto esta obra por necesidad interior", dice G¨®mez. "El papel de Berenguer me acompa?a desde el comienzo de mi carrera: en 1959 me present¨¦ con el mon¨®logo final de El rinoceronte al examen de ingreso del Instituto de Arte Dram¨¢tico de Westfalia. El rey se muere es el mayor texto sobre el morir de toda la historia de la literatura dram¨¢tica, pero lo veo tambi¨¦n como una gran pesadilla en la que Ionesco, con su escritura casi autom¨¢tica, de ra¨ªz surrealista, sumerge a Berenguer: la pesadilla de un hombre com¨²n en el momento de sufrir un infarto. Aunque hable del miedo a la muerte, el tema profundo de esta pieza es el de la leyenda de san Jorge y el drag¨®n: la lucha contra el ego, esa construcci¨®n interior que cree estar por encima de todo. Si no le hacemos frente, nos devora, no deja nada de nuestro yo verdadero". Alg¨²n cr¨ªtico ha dicho que El rey se muere es teatro teol¨®gico: "No, no lo es, porque Dios no est¨¢ presente de manera expl¨ªcita, aunque s¨ª creo que el texto apunta hacia otro horizonte despu¨¦s de la muerte. Tiene algo de auto sacramental y, claramente, de danza de la muerte: algo del giro de los derviches y de las esferas celestes".
El rey se muere. Madrid. Teatro de la Abad¨ªa. Del 15 de enero al 28 de marzo.
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