El Eibar honra al f¨²tbol
El Madrid, con sus estrellas, necesita una hora para vencer a los suplentes de su rival
El Eibar honr¨® al f¨²tbol en Chamart¨ªn, como lo hizo una semana antes en Ipurua. Fue emocionante su resistencia a la derrota, su excelente f¨²tbol, producido por los suplentes de un equipo lleno de dignidad, coraje y buen juego. Al Eibar le corresponde todo el protagonismo de una eliminatoria que salv¨® el Madrid bien entrado el segundo tiempo, con un gol de Ronaldo y otro de Figo, que son alguien en el f¨²tbol mundial.
La Copa, que ha producido historias inolvidables, se reserv¨® el m¨¢s desigual de los partidos en Chamart¨ªn. A un lado, el Madrid con todos sus astros, la espectacular caballer¨ªa de un club con el presupuesto m¨¢s alto del mundo, el equipo cuyas noticias llegan a todos los rincones del planeta, el Madrid que rebasa los l¨ªmites del f¨²tbol y se presenta, como su presidente anuncia, como la primera marca espa?ola en el mundo. Al otro lado, el Eibar, representante del modelo opuesto, el equipo de pueblo que vive entre penurias, con un presupuesto cien veces menor que el Madrid (2,5 millones frente 232), con unos jugadores que no conocen ninguno de los lujos del f¨²tbol, chicos que recorren Espa?a de punta a punta en autob¨²s, que trabajan o estudian por las ma?anas y acuden a entrenarse por las tardes, con contratos anuales de 20.000 o 30.000 euros en el mejor de los casos, el equipo que no quiere ni puede trascender de los confines del f¨²tbol.
REAL MADRID 2 - EIBAR 0
Real Madrid: Casillas; Salgado (Borja, m. 63), Pav¨®n, Ra¨²l Bravo, Roberto Carlos; Helguera, Solari; Figo (N¨²?ez, m. 73), Guti (Portillo, m. 63); Zidane; y Ronaldo.
Eibar: Basauri; Rold¨¢n, Kepa, Ala?a, Dani; Uriz (De la Cruz, m. 77), Corredoira; ?scar P¨¦rez, Cuevas (Arregi, m. 70), Romero; y Saizar (Kortina, m. 77).
Goles: 1-0. M. 57. Helguera env¨ªa a Roberto Carlos, que centra atr¨¢s y Ronaldo empuja.
2-0. M. 69. Falta al borde del ¨¢rea. Figo lanza y coloca el bal¨®n en la escuadra izquierda.
?rbitro: Puentes Leira. Amonest¨® a Helguera, Zidane, Kepa, Corredoira y Uriz.
Unos 47.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
En realidad, el Eibar es el f¨²tbol en estado puro, o lo que significa como juego de la calle, de la gente, de la pasi¨®n por algo que no proporciona fama, ni grandes titulares, ni otra cosa que la pasi¨®n por la pelota. Este Eibar perdi¨® en Chamart¨ªn como estaba escrito, pero lo hizo con una grandeza conmovodera, frente a algunos de los m¨¢s grandes futbolistas del mundo. Con todos sus suplentes, jug¨® con tanta dignidad como buen f¨²tbol, sin dar una mala patada, con todos los jugadores disfrutando de su oficio, porque el Eibar no acept¨® en ning¨²n momento la condici¨®n de v¨ªctima. Con una vocaci¨®n indiscutible por el juego elaborado y con el m¨¢ximo inter¨¦s por alcanzar el ¨¢rea contraria, el Eibar fue m¨¢s all¨¢ de lo razonable y comprometi¨® a Casillas en media docena de ocasiones, alguna clamorosa, como el error de Cuevas a un metro de la porter¨ªa, con el partido empatado y la gente perpleja por la impresionante resistencia del equipo guipuzcoano. Y como suele ocurrir, el Madrid contest¨® como un martillo en la siguiente jugada: una poderosa incursi¨®n de Roberto Carlos que finaliz¨® Ronaldo con un sencillo remate.
Hasta entonces, el Madrid hab¨ªa sufrido un partido que no le gustaba. Encontr¨® una resistencia imprevista en el Eibar, que arranc¨® a jugar con tres oportunidades, entre ellas un mano a mano de Saizar con Casillas que necesit¨® de la excelente respuesta del portero. Durante 15 minutos, el Eibar acredit¨® el papel que tiene Amorrortu, su entrenador, en el cambio radical del equipo, durante d¨¦cadas bandera de un f¨²tbol racial y simple que no hab¨ªa forma de alterar. Lo ha alterado Amorrortu, y eso obliga a pensar en la influencia de los entrenadores, o de algunos entrenadores al menos. All¨ª estaban los suplentes del Eibar, d¨¢ndose al toque, sin descuidar las llegadas al ¨¢rea, que se produjeron con una frecuencia impensable. Fueron jugadores de verdad, uno por uno: el argentino Romero, el central Ala?a -imperturbable frente a Ronaldo-, el lateral Dani, los dos delanteros, empe?ados en complicar la existencia a Pav¨®n y Ra¨²l Bravo.
Fue admirable porque durante un buen rato poco import¨® la distancia abismal entre el Madrid y el Eibar, y lo que representa cada uno de ellos. El f¨²tbol tuvo entonces el aire de fiesta democr¨¢tica, o que otra cosa es un juego que permite que dos equipos en las ant¨ªpodas se re¨²nan y disputen un partido hasta cierto punto equilibrado, tanto que la hinchada madridista se lo reproch¨® a sus figuras, que no encontraban la manera de marcar las diferencias. Quiz¨¢ no era el partido que m¨¢s pod¨ªa convocar la voluntad de Zidane, Ronaldo, Figo o Roberto Carlos, pero finalmente tuvieron que aplicarse a la tarea de superar a su elogiable rival. Tardaron una hora en conseguirlo. No pod¨ªa ser de otra manera, pero el resultado dice menos de los m¨¦ritos del Madrid que del formidable partido del Eibar, que en Chamart¨ªn hizo honor a los mejores valores del f¨²tbol: el esfuerzo, el coraje, la deportividad, el buen juego, la voluntad para no ponerse l¨ªmites y aceptar los mayores desaf¨ªos. ?ste fue grandioso: jugar en Chamart¨ªn frente al Madrid de Zidane y Ronaldo, y hacerlo con todas las consecuencias.
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