Ocurrencia ef¨ªmera
El presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, que ha ganado cinco elecciones consecutivas en su comunidad aut¨®noma, es un pol¨ªtico que tiene a gala defender sus opiniones incluso a contrapelo de su propio partido. Esto le ha llevado en ocasiones a proponer iniciativas extravagantes que s¨®lo ¨¦l parece dispuesto a sostener. Su ¨²ltima ocurrencia ha consistido en proponer una modificaci¨®n de la Ley Electoral para excluir del Congreso de los Diputados a los partidos nacionalistas. Puesto a dinamitar el mensaje de la Espa?a plural que Zapatero trata de vender en su programa pol¨ªtico, es dif¨ªcil imaginar un torpedo m¨¢s certero, viniendo sobre todo de uno de los diez notables que deber¨ªan escoltarle en su camino a La Moncloa. El l¨ªder del PSOE se ha visto obligado a pedirle que retire su propuesta, lo que Rodr¨ªguez Ibarra ha hecho disciplinadamente a las pocas horas, no sin un cierto moh¨ªn de disgusto.
El sistema auton¨®mico es un invento destinado, entre otras cosas, a estimular la participaci¨®n en la pol¨ªtica com¨²n de los nacionalistas, siempre tentados por la estrategia abstencionista. Si se hubiera aplicado el criterio de Ibarra (un m¨ªnimo del 5% de los votos en el conjunto de Espa?a para poder acceder al Congreso), habr¨ªan quedado fuera de la C¨¢mara 34 de los actuales diputados; en alguna legislatura anterior los excluidos habr¨ªan sido m¨¢s de 40, incluyendo en alguna ocasi¨®n a Izquierda Unida. Los nacionalistas se sentir¨ªan m¨¢s que legitimados en sus pulsiones rupturistas precisamente porque ver¨ªan cerradas las puertas del Congreso.
Ibarra ya ha planteado otras veces su preocupaci¨®n por la sobrerrepresentaci¨®n (y excesivo protagonismo pol¨ªtico) de las formaciones nacionalistas. Sin embargo, ese fen¨®meno es un reflejo del modelo auton¨®mico constitucional; es cierto que IU tiene menos esca?os que CiU con casi 300.000 votos m¨¢s, pero tambi¨¦n ser¨ªa extravagante que un partido con mayor¨ªa en su comunidad careciera de representaci¨®n en el Congreso. Y la desproporci¨®n entre votos y esca?os tambi¨¦n beneficia a los partidos nacionales en determinados territorios menos poblados. Soria, por ejemplo, dispone de un diputado por cada 20.000 votantes, mientras que Barcelona tiene uno por cada 150.000.
Es cierto que hay partidos que defienden intereses sectoriales o particularistas, pero no son s¨®lo los de ideolog¨ªa nacionalista. El Parlamento es tambi¨¦n una C¨¢mara de representaci¨®n y conciliaci¨®n de intereses. Precisamente un problema actual de la democracia espa?ola es que las secciones territoriales de los partidos nacionales tienden cada vez m¨¢s a actuar en funci¨®n de intereses locales. Pero la propuesta de Ibarra es m¨¢s un s¨ªntoma de ese problema que un remedio.
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