El Ir¨¢n de Jamenei
Una vez que el Imam Al¨ª, primo y yerno del Profeta, tuvo dormido en su muslo al arc¨¢ngel Gabriel hasta entrada la noche, consigui¨® que el sol retrocediera para cumplir bien el rezo vespertino. Al¨ª venci¨® en combate a los hombres y a los genios, e ilumin¨® la mente de los hombres con su conocimiento infalible. Ante tan excepcionales cualidades, para los creyentes del islam chi¨ª, el culto al "Le¨®n de Al¨¢" y a sus descendientes constituye el n¨²cleo de la vida religiosa, culminando el d¨ªa de Ashura, conmemorativo de la muerte o martirio de Husein, hijo del fundador. La historia de los imames del linaje de Al¨ª, califa asesinado, y de la Shi'a, su partido, est¨¢ presidida por el martirio de los principales y la persecuci¨®n de todos hasta el momento en que el duod¨¦cimo se ocult¨® voluntariamente, prepar¨¢ndose para volver un d¨ªa como redentor (mahd¨ª) a instaurar el reino de dios y la justicia sobre la tierra. Sobre un tel¨®n de fondo de sufrimiento, el Imam Oculto, cuyo nombre encabeza hoy los decretos de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, es el portador de una esperanza mesi¨¢nica. Por ello, tampoco debe extra?ar que cada vez que resurge un poder chi¨ª, con el imperio safavida en el siglo XVI o con Jomeini en el XX, se produzca impl¨ªcita o abiertamente la asimilaci¨®n a su figura de quien lo protagoniza.
En esta concepci¨®n de liderazgo carism¨¢tico se da tambi¨¦n una relaci¨®n circular, ¨²til para la eventual legitimaci¨®n de un poder clerical: si los imames descendientes de Al¨ª pose¨ªan un conocimiento perfecto de la doctrina cor¨¢nica, una vez desaparecidos ellos, quienes alcanzan una sabidur¨ªa teol¨®gica m¨¢s alta heredan en cierto modo su carisma. Lo sugiere la propia denominaci¨®n de la jerarqu¨ªa superior chi¨ª, ayatol¨¢, el que lleva el signo milagroso de Al¨¢. Adem¨¢s, al poder espiritual se un¨ªa el material, con las enormes propiedades acumuladas en las fundaciones religiosas, punto de partida de la confrontaci¨®n con el Shah cuando ¨¦ste plantea en 1962 una reforma antilatifundista en el marco de su revoluci¨®n blanca. Ese factor de enemistad hab¨ªa de sumarse a la vieja oposici¨®n clerical contra el laicismo de los monarcas Pahlevi, que abr¨ªa el espacio p¨²blico a las mujeres, am¨¦n del derecho al voto y de la supresi¨®n del velo o hiyab. Desde este segundo campo lanz¨® entonces Jomeini la prolongada ofensiva contra un r¨¦gimen que, a su juicio, estaba obligado a aceptar la tutela del clero. El paso decisivo lo da en 1970 desde el exilio: ante el rechazo del aut¨®crata, los religiosos han de imponer la sociedad isl¨¢mica y para ello es necesario un r¨¦gimen dirigido por el saber teol¨®gico encarnado en el Faqu¨ª o Jurisconsulto Isl¨¢mico, heredero de los imames. "El que gobierna es el vigilante de Al¨¢ sobre la tierra", hab¨ªa dicho el imam Al¨ª. Entonces, eso parec¨ªa un sue?o, pero la gran movilizaci¨®n de 1978 contra la odiada dictadura del Shah lo convirti¨® en realidad.
A lo largo de ese a?o crucial, el exiliado Jomeini, presente en Ir¨¢n con sus sermones y mensajes, fue a un tiempo el l¨²cido estratega que dirig¨ªa la escalada de movilizaciones y el esperado mes¨ªas que con su regreso traer¨ªa el doble imperio, del islam y de la libertad pol¨ªtica. El octogenario imam era, adem¨¢s, consciente de ese impresionante prestigio adquirido y de la necesidad de mover bien las piezas para que la hegemon¨ªa del componente religioso no disipara demasiado pronto la ilusi¨®n de la libertad.
Al igual que Lenin, Jomeini llevaba el dise?o de la revoluci¨®n en la cabeza y supo trasladarlo a la realidad con precisi¨®n y energ¨ªa implacables. El 16 de enero de 1979, el Shah abandonaba Ir¨¢n y, con ello, el principal obst¨¢culo result¨® eliminado. El 1 de febrero, tras 15 a?os de exilio, Jomeini era recibido por una multitud enfervorizada en el aeropuerto de Teher¨¢n. El 11, se desplomaba la resistencia militar. El 29 de marzo, un refer¨¦ndum proclamaba casi un¨¢nimemente la Rep¨²blica Isl¨¢mica como r¨¦gimen del pa¨ªs. El 4 de noviembre lleg¨® el momento decisivo, con la ocupaci¨®n de la Embajada de los Estados Unidos y la consiguiente toma de rehenes, que marcaron la humillaci¨®n del Gran Sat¨¢n y la apoteosis del imam, palad¨ªn religioso del antiimperialismo.
El Gobierno moderado de Bazargan cay¨® como consecuencia, y fue establecido el poder clerical que subsiste hasta hoy. Unas semanas despu¨¦s, lo consagraba la Constituci¨®n, al asignar a Jomeini el puesto de Gu¨ªa de la Revoluci¨®n, haciendo efectivo el Gobierno del Faqu¨ª. El ¨²ltimo presidente islamista, pero laico, Bani-Sadr, fue desautorizado por Jomeini en junio de 1981, a pesar de su elecci¨®n por sufragio universal, con lo cual entr¨® en funciones el gobierno directo de los mol¨¢s o cl¨¦rigos chi¨ªes. Una gran manifestaci¨®n en apoyo de Bani-Sadr result¨® ahogada en sangre. Tras una caza y captura inicial contra los partidarios del Shah, lleg¨® el turno de izquierdistas y dem¨®cratas laicos, as¨ª como de mujeres culpables de comportamientos ilegales -as¨ª, latigazos por el ba?o en un lugar antes mixto- o no vestidas de acuerdo con la ley isl¨¢mica. Los derechos de la mujer retrocedieron dr¨¢sticamente con la aplicaci¨®n de la ley cor¨¢nica y atendiendo a la desconfianza dominante en los textos sagrados del chiismo. El imam Al¨ª juzgaba a la mujer como un mal inevitable. "La mujer es un escorpi¨®n cuya picadura es dulce", advert¨ªa en una sentencia. La edad de matrimonio para la mujer fue pronto fijada en los nueve a?os. "Desde el comienzo, el Gobierno hab¨ªa organizado una guerra contra las mujeres", resume Azar Nafisi.
La persecuci¨®n tuvo lugar a dos niveles. De un lado, con la movilizaci¨®n represiva de los militantes del r¨¦gimen, organizados desde el primer momento en cientos de comit¨¦s revolucionarios, y de otro con la c¨¢rcel, la tortura y la muerte, multiplicando en pocos meses el balance en v¨ªctimas del pasado Gobierno del Shah y de su savak o polic¨ªa pol¨ªtica. Fue el tiempo de los tribunales revolucionarios y en ellos de Jaljali, el ayatol¨¢ de la horca, con sus ejecuciones "por sembrar la corrupci¨®n sobre la tierra". Las patrullas de voluntarios (basijis) y los guardianes de la revoluci¨®n (pasdaranes) hac¨ªan la ley en las calles contra cualquier infracci¨®n visible, ante todo contra las mujeres, que ya aprendieron la lecci¨®n del hiyab a fuerza de latigazos y de c¨¢rcel, pero tambi¨¦n hasta el presente contra el turista que lleva en la mano una gu¨ªa inusual o una botell¨ªn de agua mineral que sospechan lleno de alcohol. Doy fe. Al pluralismo de los primeros meses sustituy¨® un miedo generalizado. Con raz¨®n al visitar Qom, la ciudad santa, V. S. Naipaul no destac¨® el ambiente de religiosidad, sino la afirmaci¨®n del principio de obediencia. El Gobierno de Al¨¢ olvid¨® el clamor inicial reclamando azadi (libertad).
Fue un proceso sumamente traum¨¢tico, puesto en peligro por la agresi¨®n iraqu¨ª, pero culminado con el ¨¦xito en cuanto al cumplimiento de los objetivos principales. Cuando Jomeini muere en 1989, tras eliminar por reformista a su sucesor designado, el ayatol¨¢ Montazeri, y pronunciar la condena contra Salman Rushdie, el pa¨ªs est¨¢ en la miseria pero las instituciones se han consolidado. Se trata de una in¨¦dita combinaci¨®n de hierocracia, esto es, de gobierno de una oligarqu¨ªa clerical en nombre de Al¨¢, y de instituciones democr¨¢ticas sometidas a aqu¨¦lla. La clave del sistema era y es el Gu¨ªa de la Revoluci¨®n, cargo desempe?ado por Al¨ª Jamenei, poco estimado como te¨®logo, pero curtido en las labores tanto oficiales como subterr¨¢neas de apuntalamiento de la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Jamenei detenta la direcci¨®n de los poderes esenciales del Estado: ej¨¦rcito y guardias de la revoluci¨®n, polic¨ªa, justicia, radio y televisi¨®n. Al presidente de la Rep¨²blica le queda s¨®lo la gesti¨®n de los asuntos corrientes, a pesar de ser elegido por sufragio universal, y limitaciones similares afectan al Parlamento o Asamblea Consultiva. En consecuencia, los iran¨ªes pueden votar, pero la democracia queda falseada de antemano, ya que los candidatos son filtrados por el Consejo de los Guardianes, instrumento del Gu¨ªa, con facultad de veto sobre las leyes.
Por si algo falla, como fall¨® con la elecci¨®n de Jatam¨ª, ah¨ª est¨¢ el terrorismo de vigilantes, a cargo de basijis o de simples sicarios, que, amparado por el Gu¨ªa, procedi¨® desde 1997 a atentar con la mayor tranquilidad contra los partidarios de la reforma, incluidos colaboradores pr¨®ximos del presidente, de no ser antes encarcelados. El terrorismo interior y exterior hab¨ªa sido un uso habitual del Gobierno isl¨¢mico desde los a?os ochenta, dado que un acto formalmente terrorista no se considera tal si su inter¨¦s es servir al bien y a la religi¨®n. As¨ª cay¨® una serie de exiliados, entre ellos el ex primer ministro Shapur Bakhtiar, con seis a?os de c¨¢rceles del Shah a sus espaldas como seguidor del nacionalista Mossadegh. En el plano internacional, el r¨¦gimen, sobre todo a trav¨¦s de Hezbol¨¢ en L¨ªbano, se vio implicado en las tramas del terror islamista.
Con semejante panorama, resulta dif¨ªcil explicar c¨®mo pudo llegar Jatam¨ª a la presidencia en 1997. Para entenderlo, primero hay que pensar que era un hombre del r¨¦gimen, y, segundo, que tras los ocho a?os de presidencia pragm¨¢tica del astuto hoyatoleslam Rafsanjani, hoy otra vez hombre fuerte, hab¨ªan surgido tensiones en un v¨¦rtice del poder clerical seguro de s¨ª mismo, en tanto que el crecimiento econ¨®mico a favor del petr¨®leo permit¨ªa el retorno de la sociedad civil aplastada a partir de 1980. Podemos entender lo ocurrido pensando en la Espa?a de los a?os sesenta. Y Jatam¨ª arras¨® en 1997 al prometer libertad, apertura y democracia contra el candidato oficial. Nada del conformismo de que habla la autora de La revoluci¨®n bajo el velo, Fariba Adelkhah. Jatam¨ª volvi¨® a barrer en las municipales de 1999 y en las parlamentarias de 2000, en medio de un entusiasmo popular generalizado, a pesar de su visto bueno dado a la brutal represi¨®n estudiantil llevada a cabo en julio de 1999 por la partida de la porra y por la Justicia de Jamenei. Hasta las segundas, la oposici¨®n de un Parlamento conservador pareci¨® ser el obst¨¢culo. Al quedar en 2000 del lado del impulso reformador todas las instituciones democr¨¢ticas, el Gu¨ªa tom¨® el mando, imponiendo el veto a una ley de prensa tolerante, con lo cual 43 peri¨®dicos fueron suprimidos, para luego utilizar siempre a fondo la facultad de veto del Consejo de los Guardianes. Entr¨® en juego tambi¨¦n con plena eficacia la combinaci¨®n de encarcelamientos y condenas de reformadores por la justicia, y del puro y duro terrorismo bajo protecci¨®n oficial contra intelectuales pr¨®ximos a Jatam¨ª.
La primavera de Jatam¨ª suscit¨® enormes esperanzas en la juventud, en los intelectuales y en las mujeres, sobre todo en las ciudades. Acab¨® con la imagen de Ir¨¢n como pa¨ªs terrorista. Cre¨® un nuevo clima social, aminorando sensiblemente la incidencia de la represi¨®n y aligerando el peso del nacional-chiismo. El cine iran¨ª es buen ejemplo de ello. Pero ha tropezado con el muro de acero construido por el Gu¨ªa y sus Consejos. Ning¨²n cambio legislativo se ha conseguido en el sentido de imponer la democracia sobre la primac¨ªa clerical. Como explica la Nobel Shirin Ebadi, siguen vigentes las normas isl¨¢micas contra laicos y mujeres. Resulta l¨®gico el sentimiento generalizado de impotencia que se tradujo ya en escasa participaci¨®n y en el regreso de los conservadores con motivo de las elecciones municipales de febrero de 2003.
En la cat¨¢strofe de Bam, la jerarqu¨ªa es clara: acude primero Jamenei, toma todas las disposiciones, y s¨®lo entonces visita el lugar Jatam¨ª. Rafsanjani habla ya de la necesidad de incrementar el poder clerical en el pr¨®ximo Parlamento, cuya primera vuelta electoral tiene lugar el 20 de febrero, y de la que se esperaba muy baja participaci¨®n y consiguiente resurrecci¨®n conservadora. En cinco a?os han sido suprimidos 90 peri¨®dicos favorables a la reforma y acaba de serlo una de las dos p¨¢ginas de informaci¨®n en la red que manten¨ªan esa postura. La eliminaci¨®n por el Consejo de los Guardianes de una gran mayor¨ªa de candidatos reformistas, incluido el hermano de Jatam¨ª y jefe de su partido, indica que Jamenei desea restaurar la autocracia clerical.
Jatam¨ª habla de libertad en el marco de una "democracia religiosa", pero hasta esta crisis soport¨® una y otra vez las imposiciones del Gu¨ªa. En las ¨²ltimas movilizaciones contra el r¨¦gimen, del pasado mes de junio, los j¨®venes ped¨ªan la dimisi¨®n de Jatam¨ª y algunos coreaban "?muerte a Jamenei!", como anta?o "?muerte al Shah!". La partida no ha terminado. S¨®lo que el poder de los ayatol¨¢s es mucho m¨¢s s¨®lido, cuenta con base social, recursos represivos y voluntad de utilizarlos muy superiores a aquellos de que dispusiera el rey de reyes antes de abandonar el pa¨ªs, ahora hace 25 a?os.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense de Madrid.
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