La izquierda y la Constituci¨®n
En la conmemoraci¨®n del vig¨¦simo quinto aniversario de la Constituci¨®n de 1978 debe resaltarse su dimensi¨®n de consenso, su car¨¢cter integrador como obra conjunta de la inmensa mayor¨ªa del pueblo espa?ol que la apoya y de los partidos que le representan. Es evidente este perfil de la celebraci¨®n jubilar, que por primera vez en nuestra historia constitucional permite la existencia de una Constituci¨®n de todos y no de medio pa¨ªs contra el otro medio. Pero el cuidado por evitar visiones parciales o por pretender beneficios partidistas no puede ser una barrera para que no se estudien los or¨ªgenes ni las influencias recibidas para la elaboraci¨®n de nuestra Carta Magna.
Reflexionar sobre la izquierda y la Constituci¨®n, y en especial sobre la aportaci¨®n del PSOE, es presentar varios perfiles diferentes, todos ellos conducentes al ¨¦xito del texto constitucional. En algunos casos han sido las renuncias, lo que aceptamos excluir, lo que facilit¨® el acuerdo; en otros fueron las aportaciones que ayudaron a identificar la democracia o que impidieron concreciones m¨¢s confusas y m¨¢s d¨¦biles; por fin fueron las directas que impulsaron valores e instituciones de igualdad y solidaridad propios de lo que Fernando de los R¨ªos llamaba el constitucionalismo social. Por eso y gracias a eso se define a nuestro Estado como social y democr¨¢tico de derecho en el art¨ªculo 1-1, en el frontispicio que abre las normas de la Constituci¨®n.
No parece fuera de lugar en este contexto afirmar que el Partido Socialista es el ¨²nico de los existentes en nuestro pa¨ªs que ha mantenido constantemente, desde el principio, su apoyo a la totalidad de nuestra Ley Fundamental. Alianza Popular, despu¨¦s Partido Popular, vio en el proceso constituyente c¨®mo alguno de sus parlamentarios vot¨® contra el texto en la votaci¨®n de totalidad, aunque Fraga hizo un gran esfuerzo para incorporar a la lealtad a sectores importantes de poblaci¨®n procedentes del franquismo. No se puede olvidar tampoco la actitud contraria a la Constituci¨®n en aquellos tiempos iniciales del presidente del Gobierno, se?or Aznar. Los nacionalistas vascos se negaron a apoyar la Constituci¨®n, aunque consumaron el primer doblez de estos a?os al apoyar el Estatuto de Gernika, fingiendo que era una gran conquista y como si no derivase de la Constituci¨®n, cuando cualquier estudiante de primero de Derecho sabe que s¨®lo la Constituci¨®n legitima a cualquier norma inferior y que depende de la misma. As¨ª se inici¨® el camino de las falacias que el PNV ha ido construyendo, benefici¨¢ndose del poder que tra¨ªa causa de los dos textos que ahora pretende enterrar con el llamado Estatuto pol¨ªtico de Euskadi. Reclamar di¨¢logo despu¨¦s de consumar esa deslealtad a un sistema constitucional y estatutario del que se ha aprovechado ser¨ªa su nueva falacia, y no desgraciadamente la ¨²ltima que preparan.
Los nacionalistas catalanes, sobre todo con la figura integradora y razonable de Miquel Roca, han sido esencialmente leales a todo el proceso, aunque a veces han apuntado, sobre todo en periodos electorales, propuestas que pod¨ªan desbordar el marco constitucional, y en alg¨²n caso con perfiles esperp¨¦nticos, como la reciente propuesta del candidato se?or Mas de que las selecciones catalanas actuasen deportivamente bajo la bandera de Andorra. Despu¨¦s de las elecciones catalanas parece evidente la posibilidad de una reforma del Estatuto. Nada se debe temer de esa reforma si se mantiene en el marco de la Constituci¨®n y si cierra ya el proceso auton¨®mico en Catalu?a. En todo caso es necesario recordar que todos renunciamos a mucho para alcanzar el acuerdo constituyente, y que el exceso en las peticiones puede ser contraproducente si no se alcanza un consenso.
En cuanto a los comunistas, con Santiago Carrillo, hicieron un formidable esfuerzo para contribuir al consenso constitucional y fueron por ello art¨ªfices principales del ¨¦xito de la Constituci¨®n. Con Anguita las cosas cambiaron y combin¨® un republicanismo que supon¨ªa un desacuerdo con la Constituci¨®n con la pinza de las dos orillas con el PP, para marginar al Partido Socialista. Finalmente, el apoyo de Izquierda Unida en el Pa¨ªs Vasco a la tramitaci¨®n del proyecto Ibarretxe dif¨ªcilmente se puede considerar como un mantenimiento del apoyo a nuestra Constituci¨®n.
Con este panorama que acabamos de describir es evidente la estabilidad y la continuidad del apoyo del Partido Socialista a la Constituci¨®n como una situaci¨®n singular en la que no se encuentra ning¨²n otro partido pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs.
El primer nivel del apoyo socialista para hacer viable el desarrollo del proyecto fueron una serie de renuncias de principios y valores muy queridos para nosotros y que formaban parte inseparable de nuestro programa pol¨ªtico hist¨®rico. Entre esas renuncias se pueden se?alar la Rep¨²blica, la escuela ¨²nica y laica, la aconfesionalidad plena del Estado y la renuncia a la guerra preventiva o de agresi¨®n. En muchas de estas renuncias estuvimos junto a los comunistas. En algunas mantuvimos un voto particular, como en el caso de la Rep¨²blica, excelentemente defendido por Luis G¨®mez Llorente, y abandonamos el tema cuando perdimos la votaci¨®n en la Comisi¨®n Constitucional. La actitud de los socialistas desde entonces, y en especial durante los a?os de gobierno, en las relaciones con la Corona son expresi¨®n cabal de la lealtad plena y del respeto a la Constituci¨®n. Quiz¨¢ en el tema del Estado laico cometimos el error de considerar poco relevante la menci¨®n a la Iglesia cat¨®lica en el art¨ªculo 16-3 de la Constituci¨®n. Sin embargo, ha sido un trampol¨ªn para que la jerarqu¨ªa haya intentado desde entonces una vuelta al confesionalismo.
El segundo nivel relevante se refiere a las aportaciones para favorecer la profundizaci¨®n de la democracia. As¨ª se evitaron para nuestra decisiva y en¨¦rgica acci¨®n soluciones que debilitaban ese escenario de plenitud democr¨¢tica, como cuando rechazamos que hubiera varias leyes constitucionales de organizaci¨®n de los poderes y no una ¨²nica Constituci¨®n, o como cuando rechazamos que los derechos humanos se protegiesen desde los textos internacionales. Ambas propuestas, procedentes de los ponentes de UCD, evitaban la parte dogm¨¢tica y la inclusi¨®n de valores y derechos, seguramente por temor a debates te¨®ricos de principio. En todo caso, la aceptaci¨®n de esas propuestas hubiera supuesto un evidente empobrecimiento democr¨¢tico.
Entre las dimensiones positivas para potenciar los elementos de democracia en el texto constitucional est¨¢ la redacci¨®n del art¨ªculo 1-1, que deriva de una propuesta de nuestro grupo; los art¨ªculos 6 y 7, sobre reconocimien
to constitucional de partidos y sindicatos; el art¨ªculo 9-1, considerado por muchos como la norma fundamental kelseniana que establece que ciudadanos y poderes p¨²blicos est¨¢n sujetos a la Constituci¨®n y al resto del ordenamiento jur¨ªdico; el cap¨ªtulo 2? del T¨ªtulo I, con una definici¨®n progresista de los derechos y con una garant¨ªa eficaz de los mismos, con el valor a?adido del recurso de amparo, y con la inclusi¨®n del derecho a la educaci¨®n entre los derechos recurribles y m¨¢s protegidos.
A todo lo anterior podemos a?adir como aportaci¨®n socialista para aumentar el perfil democr¨¢tico del texto el control riguroso de los Decretos Leyes del art¨ªculo 86, frente al precedente de gran permisividad del franquismo: la figura del Defensor del Pueblo, impulsada en su desarrollo por una proposici¨®n de ley org¨¢nica del grupo parlamentario socialista; la independencia del Ejecutivo del gobierno de los jueces, y la organizaci¨®n de las autonom¨ªas como federalismo funcional, que impide prerrogativas de superioridad de unas comunidades sobre otras.
Todos estos elementos deben su incorporaci¨®n al impulso socialista en los diversos momentos del proceso constituyente. Otros incorporaron normas progresistas con significados contenidos de igualdad y de solidaridad. Entre ¨¦stos especialmente debo situar el art¨ªculo 9-2, que obliga a los poderes p¨²blicos a promover las condiciones y a remover los obst¨¢culos para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas y a facilitar la participaci¨®n de todos los ciudadanos en la vida pol¨ªtica, econ¨®mica, social y cultural. Es una norma clave de lo que Bobbio llama la funci¨®n promocional del Derecho, que permite, sin modificar la Constituci¨®n, disponer medidas igualadoras como las que afectan al sufragio pasivo, con la participaci¨®n de las mujeres como elegibles en listas electorales de cualquier tipo. Inmediatamente se puede se?alar el puesto del derecho a la educaci¨®n entre los derechos protegidos por la necesidad de ley org¨¢nica y por la garant¨ªa del recurso de amparo, lo que es novedoso en los derechos econ¨®micos, sociales y culturales. No se debe olvidar tampoco nuestra gran influencia en los principios rectores de la pol¨ªtica social y econ¨®mica, que representan una buena v¨ªa de acceso y de profundizaci¨®n del Estado social. Finalmente es tambi¨¦n decisiva la aportaci¨®n al T¨ªtulo VII, que institucionaliza el Estado social, y que es quiz¨¢ el menos desarrollado y aplicado de toda la Constituci¨®n. Es verdad que se puede entender que est¨¢ a contracorriente de las l¨ªneas de pol¨ªtica econ¨®mica imperantes en nuestro pa¨ªs y en la Uni¨®n Europea. Sin embargo, normas como la que establece la subordinaci¨®n de toda la riqueza del pa¨ªs al inter¨¦s general o el reconocimiento de la iniciativa p¨²blica en la actividad econ¨®mica pueden suministrar criterios horizontales de interpretaci¨®n en muchos sectores de la regulaci¨®n de la actividad econ¨®mica y tambi¨¦n ofrecer cauces para afrontar problemas dif¨ªciles como las del urbanismo o de la vivienda. Tambi¨¦n el art¨ªculo 29 sobre la regulaci¨®n legal de los interesados en la Seguridad Social y en la actividad de los organismos p¨²blicos que afecten a la calidad de vida y al bienestar general ofrece unas posibilidades poco exploradas para favorecer la profundizaci¨®n democr¨¢tica.
Ante manipulaciones escandalosas y falacias sobre el apoyo a la Constituci¨®n y sobre el protagonismo constitucional conviene recordar los hechos. Estos que anteceden son indiscutibles y sagrados, como dec¨ªan los padres fundadores de la democracia americana, aunque las opiniones ante ellos son libres. Cuantos m¨¢s se unan en este veinticinco aniversario al homenaje y al apoyo a la Constituci¨®n mejor ser¨¢ para los ciudadanos y para todos los que viven entre nosotros. No hay que tener miedo a reformar la Constituci¨®n cuando aparezca como necesario y haya un acuerdo para ello, pero tampoco debemos manosearla continuamente ni abrir sin justificaci¨®n el proceso de reformas. Hay que preservar y defender a la Constituci¨®n frente a los inmovilistas y frente a los reformadores permanentes, que juegan fr¨ªvolamente el cambio continuo. Unos y otros deben tener sentido de la responsabilidad y mantener viva, con cambios, o con rechazos de cambios que dividan m¨¢s que integren, a una Carta Magna que ha conseguido uno de los m¨¢s largos periodos de convivencia de nuestra historia entre los ciudadanos y los territorios de nuestra Espa?a plural, y a la que los socialistas hemos dado lo mejor de nosotros.
De todas formas, esta especial responsabilidad del Partido Socialista con la Constituci¨®n, que se contin¨²a hoy con un talante abierto e integrador, s¨ª que puede significar el cauce correcto para evitar que las tesis exclusivistas y de interpretaci¨®n unilateral que impulsa el Partido Popular distancien a grupos nacionalistas que hasta ahora hab¨ªan aceptado el sistema, y que se propongan distanciamientos que expresan enfriamiento del originario apoyo de esos grupos, sobre todo en Catalu?a, a la Constituci¨®n. Cualquier esperanza de evitar el conflicto con quienes han ido m¨¢s lejos, como los nacionalistas vascos con el poco tolerable Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi, desaparece si la confrontaci¨®n prospera y no se tienden cabos para el di¨¢logo. S¨®lo los socialistas pueden evitar el conflicto respetando siempre los valores, los principios, los derechos y las reglas del juego. Su defensa constante de la Constituci¨®n impide las dudas sobre su patriotismo constitucional, y su antidogmatismo y tolerancia positiva pueden ayudar a reconsiderar ciertos caminos sin retorno en el Pa¨ªs Vasco y a evitar que se produzcan en Catalu?a. El impulso decidido a esta pol¨ªtica de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y de todos los socialistas son la continuidad de esa l¨ªnea constante de apoyo a la Constituci¨®n, sin exclusi¨®n alguna, que ha practicado siempre el Partido Socialista Obrero Espa?ol.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y rector de la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.