Los idus de marzo
La convocatoria de las elecciones generales para el 14 de marzo es la mera confirmaci¨®n formal de un proceso que ya est¨¢ en marcha, marcado fuertemente por el resultado de las elecciones en Catalu?a y la consiguiente formaci¨®n del Gobierno tripartito. Con asombrosa celeridad, algunos l¨ªderes del Partido Popular han optado por la utilizaci¨®n demag¨®gica y simplificadora de su interesada interpretaci¨®n, en lo que respecta a la composici¨®n plural y al contenido de los compromisos que definen los objetivos del nuevo Gobierno catal¨¢n, entre los que destacan la negociaci¨®n sobre la modificaci¨®n del Estatuto y la revisi¨®n del d¨¦ficit fiscal. Al mismo tiempo se obstinan en ofrecer burdas caricaturas, con la confianza de que calen en la sensibilidad popular espa?ola, ya abonada por 23 a?os de victimismo pujolista.
No le ser¨¢ f¨¢cil a Rodr¨ªguez Zapatero introducir en el debate electoral la profunda significaci¨®n de los resultados de Catalu?a ni llevar a la conciencia de los electores la idea de que se ha iniciado en la realidad pol¨ªtica, social y econ¨®mica com¨²n una nueva etapa que ha de conducir a la consolidaci¨®n de Espa?a como Estado, en la que ni el resistencialismo patrotiero ni la exigencia victimista e insolidaria pueden ofrecer soluciones mas all¨¢ de su habitual y trasnochada gesticulaci¨®n.
La din¨¢mica abierta por el proceso catal¨¢n -democr¨¢tica, justa, solidaria y coherente- continuar¨¢ sea cual sea el resultado electoral del 14 de marzo, si bien es cierto que si triunfa el Partido Popular las dificultades ser¨¢n mucho mayores. Pero hay que ser conscientes de que Catalu?a ha encabezado un proceso que no s¨®lo interesa a todos los territorios de Espa?a, sino que se corresponde con las nuevas necesidades de reordenaci¨®n regional a que est¨¢ abocada la Uni¨®n Europea, pese a la resistencia de los gobiernos de algunos estados, entre los que destaca el presidido por el se?or Aznar.
La situaci¨®n surgida de las elecciones catalanas del pasado noviembre ha hecho invocar a algunos la herencia surgida de la Assemblea de Catalunya, y si bien es cierto que las diferencias hist¨®ricas est¨¢n lejos de ser superponibles, conviene recordar que existen algunas coincidencias que es necesario subrayar, porque refuerzan la solidez del proceso. La primera es que la iniciativa la llevan ahora, como lo hicieron entonces, las fuerzas de izquierda; pero, tambi¨¦n como entonces, no lo hacen con un sentido de apropiaci¨®n, sino abiertas a la participaci¨®n de todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales. La segunda es que se ha recuperado el profundo sentido del catalanismo popular, haciendo protagonistas del proyecto a todos los ciudadanos sin exclusi¨®n ni legitimidades ¨¦tnicas. La tercera es que, con la serena garant¨ªa que da hacerlo desde la afirmaci¨®n de la propia identidad, Catalu?a compromete su solidaridad con los otros pueblos de Espa?a, como proclamaba ya la declaraci¨®n de la Assemblea de Catalunya.
Quiz¨¢ la humareda que suelen levantar las campa?as electorales dificulte ver la importancia y la profundidad del proceso realmente iniciado, pero que nadie olvide que, como los cl¨¢sicos nos ense?aron, la realidad es tan tozuda que cuando se la echa por la puerta vuelve a entrar por la ventana, siempre, claro est¨¢, que haya alguien que la haya abierto. Y a juzgar por los nuevos vientos que corren, no es aventurado afirmar que se han abierto las ventanas de par en par.
Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz es miembro de ICV.
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