Una reflexi¨®n art¨ªstica sobre la violencia
La Biennal Mart¨ªnez Guerricabeitia se traslada al Museo de la Ciudad con abrumadora presencia fotogr¨¢fica
Al entrar a las salas del Museo de la Ciudad, en Valencia, llama la atenci¨®n el rojo intenso de los retales esparcidos por el suelo, junto a los bordes y las espalderas de lo que fuera un kimono, del mismo color y colgados de la pared. Un monitor de televisi¨®n muestra las tijeras de la artista, Charo Garaigorta, en plena acci¨®n, reduciendo a a?icos la vistosa pieza de seda japonesa. Algo irreversible. Como el hilo conductor de la exposici¨®n es el lema Viol¨¨ncies, la idea de sangre llega r¨¢pido a la cabeza del visitante. Pero tambi¨¦n, en asociaci¨®n libre, la idea de fiesta, por qu¨¦ no. Esta instalaci¨®n, titulada Destrucci¨®/ reconstrucci¨® de l'amant, puede evocar ¨¦sas y muchas m¨¢s cosas, seg¨²n el espectador. De hecho, las veinte obras que integran la VII Biennal Mart¨ªnez Guerricabeitia, suscitan numerosas preguntas. Algunas tienen una respuesta objetiva, como la que explica la extra?a intromisi¨®n de un caballo en dependencias interiores de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Es lo que ha hecho Fernando S¨¢nchez Castillo en su Arquitectura per al cavall, un conjunto de t¨¦cnica mixta con base fotogr¨¢fica, inspirado en la revelaci¨®n de que esos espacios acad¨¦micos fueron concebidos para facilitar la represi¨®n, de manera que la polic¨ªa antidisturbios, incluso montada a caballo, pudiera acceder con facilidad al interior para controlar situaciones "subversivas".
"Entrar a saco en el tema de la violencia ha producido un resultado impactante", asegura el comisario de la bienal, el profesor de la Universitat de Val¨¨ncia Ricard Huerta. La violencia de g¨¦nero, los conflictos b¨¦licos, el abuso de poder, la privaci¨®n de libertad o los accidentes de tr¨¢fico, son pretextos para la creaci¨®n y la reflexi¨®n en esta muestra, en la que "por primera vez" despu¨¦s de 14 a?os, se introduce la instalaci¨®n, seg¨²n Huerta. Tambi¨¦n llama la atenci¨®n la abrumadora presencia del soporte fotogr¨¢fico en diversas formas, sin estar ausente la pintura. La apoteosis es la composici¨®n de 200 fotos de Isidre Barnils, elegido por la galer¨ªa C¨¤nem de Castell¨®. Algunas obras se han hecho ex profeso para la bienal, otras han sido exhibidas con anterioridad. La selecci¨®n de los artistas y sus correspondientes obras ha sido efectuada por 5 galer¨ªas y 5 cr¨ªticos. Entre los artistas hay algunos valencianos, como Xisco Mensua y su Campanades a mort, a elecci¨®n del cr¨ªtico Vicente Jarque, o Ricardo Cotanda, que muestra una de las 33 piezas de su serie Love Birds, donde la violencia aparece sutil. Uno dir¨ªa que Love bird 2 es una pintura, pero Cotanda aclaraba e insist¨ªa ayer en que es un tapiz. Buena muestra de la variedad de soportes en esta s¨¦ptima bienal, como tambi¨¦n la fotocopia en blanco y negro de Francesc Ruiz.
Dos de las veinte obras expuestas hasta el 28 de febrero en el Museo de la Ciudad ser¨¢n elegidas para formar parte de la colecci¨®n Mart¨ªnez Guerricabeitia de la Universitat de Val¨¨ncia. Una colecci¨®n, tal y como afirm¨® el vicerrector Rafael Gil, "marcada por el compromiso social y la denuncia", sin parang¨®n "en el marco universitario espa?ol". Tanto Gil, como la concejala Mar¨ªa Jos¨¦ Alc¨®n, elogiaron la figura del mecenas, el empresario Jes¨²s Mart¨ªnez Guerricabeitia y de su esposa, Carmen Merchante. El empresario record¨® ayer que, a lo largo de la Historia, el arte "no ha contribuido a que la Humanidad sea mucho m¨¢s compasiva y considerada". Pero Guerricabeitia no tira la toalla. La bienal es un ejemplo.
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