Al menos 800 personas mueren cada mes en Bagdad como consecuencia de actos violentos
La morgue de la capital iraqu¨ª, saturada por las v¨ªctimas de tiroteos y ajustes de cuentas
Una media de 25 personas al d¨ªa fallecen en las calles de Bagdad por disparos y armas blancas, seg¨²n confirma Farad al Amiyi, director del Instituto de Medicina Legal de la capital iraqu¨ª. El pasado diciembre, ingresaron 800 muertos en el dep¨®sito de cad¨¢veres de Bagdad, instituci¨®n a la que son referidas todas aquellas muertes violentas o sospechosas de serlo. Robos, discusiones que desembocan en tiroteos, ajustes de cuentas o, simplemente, balas perdidas figuran entre las causas de estas muertes, que no incluyen a las v¨ªctimas de los atentados.
Fajir Askar es un kurdo que s¨®lo quiere llevarse el cuerpo de su hermana, asesinada a tiros cuando alguien trat¨® de entrar en su casa de Bagdad hace dos d¨ªas. "Todo lo que pido es que no la abran, los m¨¦dicos ya han certificado todo", implora ante un hombre sentado tras una mesa en un despacho de unos 30 metros cuadrados a cuya puerta aguarda una fila de peticionarios. "La ley dice que le deben practicar la autopsia", contesta, seco, Farad al Amiyi. "Mientras tanto, deber¨¢ seguir ah¨ª abajo", a?ade, se?alando con el dedo. Ah¨ª abajo es el dep¨®sito de cad¨¢veres de la capital iraqu¨ª, adonde la polic¨ªa traslada a todos los fallecidos por muerte violenta o sospechosa de la ciudad. La diferencia entre el amplio y soleado despacho de Al Amiyi, pintado de blanco con una gran mesa de trabajo y un ordenador de ¨²ltima generaci¨®n, y ah¨ª abajo no puede ser mayor.
En un lateral del complejo de edificios del Ministerio de Sanidad iraqu¨ª existe un callej¨®n sin salida en cuyo final se levanta un edificio de dos plantas en ladrillo amarillo. El callej¨®n est¨¢ parcialmente inundado de un agua cuyo olor sugiere la presencia del dep¨®sito de cad¨¢veres de Bagdad, un agua que salpica a las personas que se dirigen a pie hasta el lugar al pasar un coche con un peque?o ata¨²d de madera atado precariamente al techo de veh¨ªculo. En la planta baja varias salas albergan como pueden los cuerpos de los asesinados, las camillas donde se efect¨²an las autopsias y otras c¨¢maras donde se almacenan en bolsas diversos restos. Al contrario que en el resto de Bagdad, all¨ª los vivos guardan silencio.
"Tenemos muchos muertos, no hay sitio", comenta, como de pasada, Al Amiyi mientras maneja, igual que un ni?o hace con sus cromos, fotos de las v¨ªctimas del atentado suicida del pasado domingo frente a la sede de la Administraci¨®n estadounidense en Bagdad. En una de ellas aparece un trozo de carne ennegrecida sobre una s¨¢bana. "Qu¨¦ desagradable, ?no?", a?ade, con una media sonrisa. Las dem¨¢s causas de muerte se mantienen estables en los par¨¢metros anteriores a la guerra. Por ejemplo, a pesar del caos de tr¨¢fico que diariamente ahoga y paraliza a Bagdad, no se ha registrado un aumento de accidentes automovil¨ªsticos o atropellos de peatones. "Aunque todos los d¨ªas llegan varias muertos a tiros en discusiones entre conductores".
En el dep¨®sito de Bagdad, los cad¨¢veres se colocan en unos refrigeradores donde, en teor¨ªa, caben seis cuerpos, pero en la pr¨¢ctica albergan unos diez, e incluso han llegado a la veintena. Se les atan cuerdas alrededor del pecho "para evitar que se les separen los brazos y, as¨ª, se les puede almacenar mejor", explica un trabajador que no quiere dar su nombre. "No se imagina la fuerza que hay que hacer a veces para lograr cerrar la tapa", a?ade. En el suelo hay manchas de todo tipo que contrastan con la luz violeta que emiten varios aparatos fluorescentes para atrapar y matar insectos. El olor es atroz, aunque, sin duda, menor que en pleno agosto, donde se sobrepasan a diario de los 40 grados de temperatura.
Matanzas
"Desde luego, estamos mejor que hace cinco meses", prosigue Al Amiyi. Efectivamente, el pasado agosto llegaron al edificio 520 muertos por armas de fuego y el total de muertes susceptibles de asesinato -cuchilladas, estrangulamientos o envenenamientos- ascendi¨®, s¨®lo en ese mes, a m¨¢s de 870. "Tengo fotos de c¨®mo estaba el dep¨®sito entonces, s¨®lo he visto algo parecido en las im¨¢genes de unas matanzas que hubo en ?frica hace a?os", afirma, en probable referencia a las matanzas en Ruanda entre hutus y tutsis.
El dep¨®sito de cad¨¢veres tampoco se libr¨® de la ola de saqueos en la que se sumergi¨® Bagdad tras la guerra. No s¨®lo desaparecieron el material de oficina y los aparatos de aire acondicionado, sino incluso material quir¨²rgico para las autopsias. "?Qui¨¦n puede querer un bistur¨ª con el que se hace una autopsia?", se pregunta Ziad Hasan, uno de los forenses, quien asegura que, a la espera del material adecuado, ha tenido que realizar algunas maniobras propias de la autopsia directamente con sus manos. "S¨®lo espero que el ladr¨®n lo utilice para comer", a?ade con un extra?o sentido del humor, propio, al parecer, de los que trabajan en el lugar. Y es que a la frase t¨®pica de despedida "le dejamos solo", el director Al Amiyi responde con una sonrisa se?alando abajo: "?Est¨¢n ustedes seguros?".
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