Completando a Max Aub
La aparici¨®n de estos nuevos Diarios de Max Aub -que ya empezaron a ser publicados entre nosotros hace un lustro por Alba Editorial, con una buena edici¨®n del mismo Aznar Soler que ahora nos presenta tambi¨¦n estos otros in¨¦ditos- no supone tan s¨®lo duplicar aquel material original, sino que completa la figura de este gran escritor, del que enn 2003 celebramos su centenario con una multitud de publicaciones de las que ya hemos ido dejando constancia para ver si de una vez queda correctamente inscrita y fijada en la historia de la literatura espa?ola y universal. Al fin y al cabo, el a?o pasado ha sido el de su definitiva recuperaci¨®n, aunque muchos de los proyectos iniciados est¨¦n todav¨ªa sin completar, y pienso sobre todo en esas monumentales Obras completas tan ejemplarmente planteadas e iniciadas por la Generalitat Valenciana (quiz¨¢ tan s¨®lo en su aspecto literario y textual, no en lo f¨ªsico o material) a trav¨¦s de la Instituci¨®n Alfons el Magn¨¢nim, que tan bien est¨¢ dirigiendo el profesor Joan Oleza. En efecto, y parodiando el t¨ªtulo de su serie m¨¢s famosa, recoger la obra completa de Max Aub, que fue un torrente incesante de escritura, es un verdadero "laberinto", que ser¨¢ al final bastante "m¨¢gico" cuando se termine de una vez.
Max Aub
Edici¨®n de Manuel Aznar Soler
Renacimiento. Sevilla, 2003
570 p¨¢ginas. 30 euros
El proyecto inicial preve¨ªa once (gruesos) vol¨²menes, que son m¨¢s bien "apartados", pues los cuatro publicados hasta hoy (que yo sepa) se han convertido en seis, duplicando el tercero y el s¨¦ptimo por la abundancia del material que se va recopilando y mucho me temo que va a seguir pasando lo mismo con otros de los apartados, aunque siempre ser¨¢ mejor que as¨ª suceda, que no por ahorrar amanezca m¨¢s temprano sin amanecer del todo, dej¨¢ndonos material en el tintero. Lo fundamental siempre ser¨¢n los textos, no se olvide, y llamarlos "completos" es todo un compromiso fundamental, al que debe someterse todo lo dem¨¢s. Y esa "duplicaci¨®n" necesaria puede -y deber¨¢ en su caso- repetirse con el "apartado" und¨¦cimo, el previsto para los "diarios", que en principio estaba destinado a recoger Enero en Cuba, La gallina ciega, una de sus obras fundamentales, un temblor l¨²cido, arbitrario, feroz y explosivo, el estallido de su disgusto al regresar a Espa?a por vez primera sin reconocerla en un corto viaje en 1969 del que para empezar dijo: "He venido, pero no he vuelto", dejando las cosas claras, si se piensa que hab¨ªa salido en 1939 al final de la Guerra Civil, y que, residente en M¨¦xico desde 1942, ya era ciudadano mexicano desde 1955. Pues bien, dicho apartado und¨¦cimo de sus diarios publicados en vida por el propio escritor -del que se hab¨ªa desgajado el Diario de Djelfa por ser un libro sobre todo po¨¦tico, ya incluido en el apartado primero dedicado a su poes¨ªa (esta vez en un volumen exento y unitario de verdad)- que iba a ser completado con una "selecci¨®n" de sus "diarios in¨¦ditos", pensando sin duda en los publicados por Aznar Soler en 1998 por Alba Editorial, que tambi¨¦n hab¨ªa editado poco antes La gallina ciega con el mismo preparador (y los relatos sueltos pertenecientes o no al ciclo de El laberinto m¨¢gico).
Pues bien, aqu¨ª nos cuenta
Aznar Soler c¨®mo hizo aquella edici¨®n, por encargo de la hija del escritor Elena Aub Barjau, presidenta de la fundaci¨®n que lleva el nombre de su padre, germen de todas las empresas posteriores, favorecida y apoyada por todos los poderes p¨²blicos que en Sobrarbe y la autonom¨ªa valenciana se han sucedido, lo auton¨®mico en este caso (y lo literario) ha prevalecido afortunadamente sobre los colores pol¨ªticos. Aquello fue una "selecci¨®n", una verdadera "antolog¨ªa" de sus Diarios, y como tal se hab¨ªa previsto incluirlo en la serie de las Obras completas, sin pensar que una edici¨®n as¨ª excluye toda "selecci¨®n", pues s¨®lo debe incluir textos completos, aunque se trate de algo tan fragmentario como unos "diarios", se publica todo o nada, lo "completo" as¨ª lo exige, desde luego. Y estos Nuevos diarios in¨¦ditos, que los duplican -por lo menos, pues las p¨¢ginas son de mayor formato- vienen a complicar todav¨ªa m¨¢s esa edici¨®n de la obra completa y es de esperar una nueva duplicaci¨®n del apartado und¨¦cimo citado, para la cual, adem¨¢s, ya se cuenta con el preparador habitual de todo lo anterior pues s¨®lo cabe separar lo publicado suelto por el propio escritor. Para ¨¦l ser¨¢ el problema -ya menor- de reordenarlo todo, integrando este nuevo tomo en el anterior publicado, cada fragmento in¨¦dito al lado de los ya conocidos, las notas y los ¨ªndices ya est¨¢n preparados y hasta se podr¨ªan corregir algunas erratas que subsisten.
Max Aub escrib¨ªa para vivir, viv¨ªa para escribir "escribo porque es mi manera de pensar" -dice aqu¨ª desde el principio casi, como Flaubert que "s¨®lo pod¨ªa pensar con la pluma en la mano"- y el tema le persigue sin cesar en este libro tan disperso como el verdadero diario que es, pero unitario por la unidad inflexible de su propio autor, poseedor de un estilo propio y personal, intransferible, siempre herido, vencedor sobrepuesto a todas las derrotas, luchador inflexible en busca de la paz, libre, independiente, dem¨®crata (socialista) enfrentado a todas las derechas y a todo totalitarismo de izquierdas (aunque simpatiz¨® con el castrismo sin comulgar con ¨¦l, tildado injustamente de comunista a veces), jud¨ªo crucificado de nuevo ante el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª -que aqu¨ª respira sin cesar por la herida sin perder nunca pie, como dir¨¢ en los poemas de Antolog¨ªa traducida o Imposible Sina¨ª, lo mejor de su poes¨ªa-, jugador entre la aventura vanguardista (la inicial, pero tambi¨¦n la de Jusep Torres Campal¨¢ns y Juego de cartas), m¨¢s cercano a Negr¨ªn que a Prieto o a Aza?a, m¨¢s autor teatral que incansable narrador, m¨¢s unamuniano que orteguiano, amigo de Malraux y de Bu?uel de principio a fin, quien afirmaba "no ser comunista para no ser renegado". "Se escribe para dejar rastro", dec¨ªa este "cosmopolita de origen y espa?ol de coraz¨®n" que escrib¨ªa siempre "lleno de miedo", trazando epitafios, aforismos, trazos expresionistas, conceptistas, aunque sin querer "obras completas" por imposibles, ni que le llamaran "don Max", testigo impar de las grandes tragedias del siglo XX por republicano espa?ol derrotado (que es lo que eligi¨®) siendo un jud¨ªo alem¨¢n de nacimiento parisiense. Lo segundo lo fue por su origen, y lo primero porque as¨ª lo eligi¨® ¨¦l, por su propia voluntad. "Escribo para ganar tiempo", dijo y "morir¨¦ con la pluma en la mano". Dej¨® diez nietos y estas monumentales obras como un intelectual que pensaba que todo problema pol¨ªtico era sobre todo moral. Una lecci¨®n permanente para todos nosotros y para esa historia donde ya est¨¢ para siempre, vale.
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