Innovar y aprender
La globalizaci¨®n de los mercados, el r¨¢pido avance tecnol¨®gico, el menor ciclo de vida de los productos, etc. ha proyectado un nuevo escenario econ¨®mico y empresarial en el que las empresas necesitan innovar. La innovaci¨®n, entendida como el proceso que lleva las ideas al mercado en forma de nuevos o mejorados productos o servicios, permite que las empresas puedan ser competitivas o capaces de competir en estos mercados cada vez m¨¢s complejos. Sin embargo, a pesar de que algunas empresas espa?olas han tomado buena cuenta de ello, en general el grado de innovaci¨®n y competitividad es bajo.
Pero, ?qu¨¦ se est¨¢ haciendo para mejorar la capacidad de innovaci¨®n de nuestras empresas? En t¨¦rminos generales, las empresas no se han beneficiado, ni se est¨¢n beneficiando, del escaso gasto en I+D+i efectuado por nuestro sistema p¨²blico. La mayor¨ªa de las actuaciones no provocan cambios en la esencia de la capacidad de innovaci¨®n de las empresas, es decir, en los procesos y las personas, y por lo tanto en sus modelos de comportamiento o cultura organizativa. Las empresas espa?olas est¨¢n a la cola en Europa en gasto de I+D ejecutado y financiado por ellas mismas. Todo ello lleva a culpar a las empresas espa?olas de falta de madurez o de poseer un problema de mentalidad. Sin embargo, lejos de culpar a un elemento del sistema, habr¨ªa que responsabilizar al sistema, en este caso el sistema de I+D+i.
La innovaci¨®n lleva consigo unos procesos, actuaciones, formas de trabajar y gestionar a las personas que representan un desaf¨ªo para las organizaciones: trabajar en equipo; ser creativos y aportar nuevas ideas; promover la diversidad; fomentar la comunicaci¨®n y el di¨¢logo; poder acceder a toda la informaci¨®n; observar y estar atentos al entorno; participar; impulsar la flexibilidad etc. Esta forma de administrar las empresas supone un desaf¨ªo por ser poco habitual, por su compleja puesta en pr¨¢ctica y porque sus deseadas consecuencias no se logran en el inmediato corto plazo. Sin embargo, estos procesos y formas de gestionar a las personas representan las caracter¨ªsticas que permiten a las empresas aprender, cambiar e innovar. Este planteamiento supone la democratizaci¨®n de la organizaci¨®n empresarial, alej¨¢ndose de estilos jer¨¢rquicos, burocr¨¢ticos, o donde en definitiva los miembros de la empresa quedaban relegados a proporcionar ¨²nicamente un recurso f¨ªsico.
La sociedad del conocimiento, y los nuevos modelos de gesti¨®n que trae consigo (como la gesti¨®n del conocimiento), subrayan la importancia de las personas y espec¨ªficamente de sus ideas y conocimientos. El conocimiento, proporcionado por las personas y por sus formas de trabajar, es el recurso clave y deja atr¨¢s el esfuerzo f¨ªsico y los recursos materiales, los cuales fueron esenciales para la pasada sociedad industrial. La nueva sociedad del conocimiento, no s¨®lo requiere e implica tecnolog¨ªa e inversiones en ella (en lo cual, dicho sea de paso, tambi¨¦n andamos con retraso en Europa), sino tambi¨¦n formas nuevas de gestionar personas y procesos. Esas nuevas formas, que vinculan la sociedad del conocimiento con la innovaci¨®n y la competitividad, descansan en lo que podr¨ªamos denominar la democratizaci¨®n de la empresa.
As¨ª pues, la capacidad innovadora de nuestras empresas depende de que tanto ¨¦stas como el sistema p¨²blico de I+D asuman las implicaciones de la sociedad del conocimiento, en cuanto a la necesidad de implantar y de incentivar nuevos procesos y nuevas formas de gestionar las personas. En ello descansa la productividad de nuestra econom¨ªa.
Ricardo Chiva G¨®mez es profesor de Organizaci¨®n de Empresas de la Universitat Jaume I.
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