Una esperanza llamada Imaz
El relevo en la presidencia del Partido Nacionalista Vasco (PNV) de su patriarca Xabier Arzalluz por el joven pol¨ªtico de Zum¨¢rraga Josu Jon Imaz, da a la esperanza en Euskadi unas alas que no ten¨ªa. Su oferta de di¨¢logo a todos los partidos pretende ser un punto de encuentro como lo es su pueblo natal, ese nudo ferroviario que simboliza bien las v¨ªas ?tan f¨¦rreas! que se entrecruzan en la pol¨ªtica vasca. Ante la asamblea nacionalista, Imaz bas¨® su oferta en la tradici¨®n pactista de los hist¨®ricos lehendakaris Jos¨¦ Antonio Aguirre y Manuel de Irujo y llam¨® a construir una patria abierta e integradora a nacionalistas y a no nacionalistas, sin otro rechazo que a ETA, por "despiadada, totalitaria y fascista", y al "ultranacionalismo espa?ol disfrazado de falso constitucionalismo". Con un profundo sentido europeo, record¨® a los tres pol¨ªticos democristianos, "padres de Europa", Schuman, De Gasperi y Adenauer, para renegar de unos lindes fronterizos ya sin sentido, pues "las hemos sufrido demasiado como para apostar por las fronteras y el Estado-naci¨®n". En consecuencia, neg¨® que el proyecto de Ibarretxe persiguiera la constituci¨®n de un Estado propio vasco. Puesto a aclarar conceptos, mal formulados a veces por el nacionalismo y peor interpretados siempre por los antinacionalistas, Imaz defini¨® con toda correcci¨®n democr¨¢tica su idea de naci¨®n: una naci¨®n c¨ªvica, de ciudadanos libres, en la que todos son nacionales por ser ciudadanos; idea que tira por tierra las acusaciones de practicar un nacionalismo ¨¦tnico, impuesto y excluyente. Euskadi, como Espa?a misma, no es una innata y forzosa comunidad de nativos, sino una asociaci¨®n o federaci¨®n voluntaria e integradora de ciudadanos, de la que surge la ¨²nica soberan¨ªa democr¨¢tica de sus miembros y su forma de organizaci¨®n jur¨ªdica, ll¨¢mese Estado, Estatuto o, en t¨¦rminos de Ibarretxe, Estatus.
El discurso de Imaz es, por tanto, un esperanzador inicio de algo que a muchos parec¨ªa imposible y que para algunos dogm¨¢ticos intransigentes era indeseable: el di¨¢logo entre los sostenedores del actual proyecto del Gobierno vasco y los partidarios de reformar el Estatuto de Gernika profundiz¨¢ndolo. A mi juicio, y como escrib¨ª en el anterior art¨ªculo, bastar¨ªa contrastar el texto gubernamental con la alternativa ofrecida por el socialista Patxi L¨®pez para comprobar las posibilidades de acuerdo junto a leg¨ªtimas discrepancias discutibles en cuestiones concretas. Ahora bien, para llegar a ello es preciso leer sin prejuicios viscerales y con un m¨ªnimo de cultura jur¨ªdica el todav¨ªa demonizado proyecto de Ibarretxe. Eso es precisamente lo que Imaz le ha rogado al dirigente del PSE: que lo lea de nuevo antes de pedirle que retire el documento, pues el "folio en blanco" que exige el socialista para empezar el di¨¢logo s¨®lo podr¨¢ contener propuestas aceptables para ambos si cada uno defiende y razona las propias. Lo contrario ser¨ªa cambiar las tornas y firmar un contrato de adhesi¨®n forzada como el denunciado con raz¨®n por los cr¨ªticos del plan nacionalista.
Sin duda, resultar¨¢ dif¨ªcil el di¨¢logo porque las elecciones del 14-M est¨¢n al caer y la estrategia del PP se centrar¨¢ en su monopolio de la hispanidad y en la absurda pero eficaz calumnia contra un PSOE supuestamente proclive a pactar con independentistas. Pero el efecto Maragall ha abierto una brecha en ese muro de lamentaciones peperas al legitimar un Gobierno que no busca la independencia catalana, sino la federaci¨®n libre e integradora. El propio Patxi L¨®pez expres¨® hace poco su deseo de que en Euskadi hubiese un Gobierno como el de la Generalitat y est¨¢ claro que una victoria de Rodr¨ªguez Zapatero, aun por mayor¨ªa relativa, abrir¨¢ la puerta a diversas alianzas democr¨¢ticas, tendentes a fortalecer el autogobierno de las nacionalidades y regiones. Cabe recordar que hasta Arzalluz prometi¨® el voto del PNV al l¨ªder del PSOE "como mal menor". Por todo ello llevo tiempo insistiendo en la necesidad de conversaciones discretas entre quienes deber¨¢n ponerse de acuerdo sobre la reforma del Estatuto vasco en las Cortes espa?olas si se pretende su aprobaci¨®n. Hoy por hoy, la propuesta de Ibarretxe est¨¢ amenazada de fracaso incluso en el Parlamento de Vitoria. Imaz puede acabar con la amenaza si logra el apoyo de sus actuales contradictores mediante la ronda de entrevistas con los restantes partidos que ha anunciado, hechas con discrecci¨®n pero sin secretismo. La actitud del PP ser¨¢ negativa. La del PSE tendr¨ªa que ser, al menos, abierta y prudente; capaz de deslindar los agravios sufridos hasta el presente por la pol¨ªtica cotidiana del PNV de la voluntad renovadora, de apertura y acuerdo, que Imaz aporta hoy con una sinceridad y lealtad que me parecen indudables.
La sistem¨¢tica propaganda del PP contra el texto que contiene la propuesta del Gobierno vasco ha contagiado a la prensa m¨¢s solvente y ha propiciado la descalificaci¨®n absoluta de escritores estrella y hasta de juristas prestigiosos. No es de extra?ar que esta presi¨®n medi¨¢tica influya negativamente en la serenidad y el rigor de un di¨¢logo entre Patxi L¨®pez e Imaz. El discurso de este ¨²ltimo ante su partido, del que he resumido antes lo m¨¢s sugerente, debiera completarse ante su interlocutor socialista con una ex¨¦gesis razonada de un texto tan criticado, comenzando por lo fundamental, que es lo que induce al rechazo absoluto por quienes no saben o no quieren leer lo que en ¨¦l se dice ampar¨¢ndose en el lenguaje empleado por dicho texto. Lo que, a mi ver, ya est¨¢ claro en su pre¨¢mbulo debiera confirmarlo de palabra el dialogante Imaz: que no se pretende secesi¨®n alguna, ni Estado propio confederado al espa?ol, ni soberan¨ªa que niegue la del conjunto de ciudadanos que constituyen el Estado com¨²n y compartido, ni, por supuesto, ruptura de la unidad de un Espa?a plurinacional o quiebra de la Constituci¨®n m¨¢s abierta a su reforma que tuvimos nunca. ?Ojal¨¢ se explique bien de nuevo esa esperanza llamada Imaz hasta llegar a ampliarla con los nombres de otros dignos luchadores por la paz de Euskadi!
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es constitucionalista.
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