Adi¨®s con el coraz¨®n

En su particular "sinfon¨ªa de los adioses", Raina Kabaivanska, de 69 a?os, se despidi¨® en Madrid de Tosca, un personaje que ha llevado 400 veces a escena y del que ha sido, junto a Mar¨ªa Callas, una referencia de los ¨²ltimos 50 a?os. La soprano b¨²lgara ha perdido brillo y poder vocal, pero las limitaciones musicales las sortea a base de sabidur¨ªa teatral, experiencia art¨ªstica y una entrega admirable. El segundo acto, sobre todo, fue una lecci¨®n magistral de c¨®mo acentuar, c¨®mo decir, c¨®mo definir, c¨®mo frasear, c¨®mo construir un personaje. Es una l¨¢stima que no lo compartiese con Raimondi. El d¨²o teatral habr¨ªa sido irresistible.

Fue una velada con temperatura, con aut¨¦ntica pasi¨®n en la sala. El p¨²blico ovacion¨® a Kabaivanska nada m¨¢s aparecer en escena y la despidi¨® con un entusiasmo indescriptible, bravos a pulm¨®n abierto, y lluvia de octavillas y flores.

El delirante comportamiento colectivo pon¨ªa de manifiesto la a?oranza de grandes personalidades en la ¨®pera, a la vez que reivindicaba el mundo de las emociones en primer plano. Por encima de todo se homenajeaba una trayectoria, una historia l¨ªrica un poco a contracorriente del sistema, en la que domina sobre todo la componente humana de la ¨®pera, el talante de actriz-cantante de la soprano, su habilidad diab¨®lica para meterse en la piel de los personajes, su incre¨ªble capacidad de comunicaci¨®n.

?Ha sido acertada la decisi¨®n de Kabaivanska de cantar a estas alturas Tosca en Madrid? En los corrillos hab¨ªa opiniones para todos los gustos, aunque predominaban los de admiraci¨®n por la cantante.

Del resto del reparto vocal mantuvo el tipo el tenor Mario Malagnini y qued¨® a falta de un hervor Enrique Baquerizo en el papel del malvado Scarpia. En cuanto a las direcciones esc¨¦nica y musical, ya fueron comentadas hace unos d¨ªas en este peri¨®dico. ?nicamente lamentar de nuevo las dificultades que supone el vestuario de Squarciapino para la concentraci¨®n de la protagonista.