?A por ellos!
Aznar se va. Esa circunstancia, anormal en pol¨ªtica, ordinaria para cualquier dem¨®crata consecuente y de arraigada tradici¨®n, provoca una inmensa alegr¨ªa por la salida sin mayores celebraciones de un mediocre y reincidente insultador. Tama?a satisfacci¨®n obliga a intentar un breve balance de lo que deja al irse y de lo que recibi¨® al llegar. Un balance ajeno al odio porque, como escribi¨® Ross MacDonald en un inadvertido di¨¢logo de novela policial (?o fue Ed Mc Bain?), "es una forma de intimidad" que ning¨²n dem¨®crata debe apreciar, practicar o favorecer. As¨ª pues, memorable y tambi¨¦n memorizable fue la entrada de Aznar en la escena gubernamental, con vientos revanchistas soplados desde dentro y desde fuera de su partido, muy lejanamente liberales en asuntos ideol¨®gicos como resultado de la suma teol¨®gica de unas familias dispuestas a transigir en eso tan terrenal y movedizo de las ideas y los or¨ªgenes; ultraliberales en lo econ¨®mico-p¨²blico y sin demasiados escr¨²pulos para pagar la tasa inicial a los catalanes de CiU, los vascos del PNV y a quien se pusiera a tiro cual canario cuando el bot¨ªn era recuperar el poder perdido durante tantos a?os.
Pronto pudo comprobarse que no hab¨ªa muchos principios sino much¨ªsimos intereses: medi¨¢ticos para apuntalar y ensanchar ese poder sin ideas que limita peligrosamente con el fascismo blando al menos desde la d¨¦cada de los a?os 50 del pasado siglo y en los ya consumidos del actual; y, por supuesto, intereses econ¨®micos, privatizadores de lo p¨²blico, ma?osos para hacer un surfing eficaz sobre una ola de repunte en la econom¨ªa global, para cambiar de hegemon¨ªas en los grupos financieros internos y desgastar sin destruir los nudos b¨¢sicos del estado de bienestar: sanidad, educaci¨®n, pensiones... La consigna publicitaria Espa?a va bien coagulaba, en el imaginario educado diariamente en la esclavitud ps¨ªquica de la televisi¨®n rosa, sosa y obsequiosa, los anhelos de un pa¨ªs metamorfoseado en un viejo calco doctrinario del juste milieu mon¨¢rquico franc¨¦s, versi¨®n Luis Felipe, en 1830: un poco de esto y un poco de aquello entre esto y aquello o, simplificando, ning¨²n exceso demasiado reconocible o vergonzoso dentro y ante Europa, pero un mucho de institucionalizaci¨®n de la banalidad.
La segunda transici¨®n prometida lleg¨® a asomar en su segundo mandato. Con mayor¨ªa absoluta y ya sin socios honorables pero pedig¨¹e?os, mandaba en una pista muy abierta para saltar al dream de una Espa?a ubicada, en su particular mapamundi, entre Molokai y el Gulag; una Espa?a, por cierto, mejor expresada, en pulidos correajes rojos y negros, con m¨¢s lirismo y apretado el yugo, por Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera en, por ejemplo , Los vascos y Espa?a, Amargura de Espa?a, Espa?a y Catalu?a, Sobre la pol¨ªtica internacional espa?ola, et altrii. Su gran aportaci¨®n intelectual a esa inconfesada y vergonzosa herencia fue a?adir dosis letales de una suerte de catecismo maniqueo y mat¨®n, superponiendo a la frecuente vacuidad de sus palabras disfraces reversibles y t¨®picos est¨®lidos con significados delirantes que atentaban contra la l¨®gica formal.
Arremeti¨® contra vascos y marea, luego estuvo displicente con los catalanes, siempre desde?oso con la izquierda plural; despu¨¦s se faj¨® contra quienes no fueran una hueca prolongaci¨®n de s¨ª mismo o de su min¨²scula sombra emulando al William Wilson de Edgar Allan Poe; actu¨® como mayordomo y chusquero del padrino americano y del primo ingl¨¦s y, al fin solo, amo y pastor de sus propias ovejas (as¨ª empez¨® Giotto seg¨²n la leyenda vasariana), porque los canarios entornaron la puerta sin decir p¨ªo..., acab¨® hace nada, unos d¨ªas, en sede parlamentaria y frente a todos, interpretando para la televisi¨®n burdaci, rosa, casposa y ominosa, el socorrido mon¨®logo de "la bestia que has visto fue y no es; y ha de subir del abismo, y ha de ir a perdici¨®n..." (Apocalipsis, 17, 8).
Asustaba ver cada d¨ªa un caso freudiano en estado puro en la presidencia del gobierno; como asust¨® Emma de N., Lucy R o la gentil Dora, histerias, 1895; el del hombre de las ratas, neurosis obsesiva, 1909; el de Schreber, paranoia, 1911... espantando a la clase m¨¦dica y encendiendo a los psiquiatras. En ese lapsus pol¨ªtico "retorna lo reprimido en forma de agresi¨®n", sale del armario el se?orito autoritario y reaccionario de rancia familia de Valladolid con su inconsciente falangista de ala derecha que no pesa, no duele, como a Dionisio Ridruejo a Pedro La¨ªn y a tantos otros, sino que se robustece oreado al aire de monta?as nevadas del Pirineo catal¨¢n contempl¨¢ndole marchar en fondo clavado sobre los esqu¨ªes con las banderas al viento. Se eleva entonces sobre sus alzas, cabalga a lomos de los ¨ªndices econ¨®micos hasta desafiar a los sindicatos a una huelga general, abre las tripas del sistema educativo p¨²blico, desangra a la sanidad p¨²blica, favorece el crecimiento de cultivos antihigi¨¦nicos por todas las televisiones en n¨®mina, desoye el grito del dolor y la furia de Galicia a prop¨®sito del Prestige y el de la raz¨®n y la rabia de casi toda Espa?a contra la guerra ilegal de Irak, debilita al Consejo de Seguridad de la ONU, narcotiza a los inmigrantes, se mofa de los pactos firmados con los socialistas, desordena la justicia, divide a Europa, crispa a todo el arco parlamentario, miente al mundo y se abraza a Bush: retrasa para ?l un Tratado Constitucional en Bruselas y desengrasa los ejes de la tradici¨®n democr¨¢tica de nuestra pol¨ªtica exterior multilateral, impl¨ªcitamente pactada desde los primeros pasos de la UCD, yendo m¨¢s all¨¢ del Atlas hasta el transatlantismo y el unilateralismo preventivo, hasta arrodillarse y luego clonarse con George W., porque "hace de la pol¨ªtica un escenario religioso de dogmas, iglesias, sacerdotes y herejes" (Javier de Lucas, Le Monde Diplomatique, n? 99, enero 2004, p¨¢g.,3) pero a cuenta de nuestra Constituci¨®n de 1978 asistido en las bandas por la c¨²pula m¨¢s perezosa de la CEOE, la Iglesia m¨¢s integrista, la banca m¨¢s miope y sus ministerios de guardia m¨¢s fuertemente cristianizados como Justicia, Interior o Defensa; de goma el¨¢stica como Exteriores, donde cuelga, diplom¨¢ticamente, un fragmento del cuadro de 1656 de Don Diego de Silva Vel¨¢zquez pasado por la iron¨ªa pop del Equipo Cr¨®nica; o de hierro, con Cascos desmayado en su propia bilis ante un socav¨®n junto a las v¨ªas del AVE y taponando in¨²tilmente la hemorragia de j¨®venes sin piso accesible; o de dise?o aerodin¨¢mico a lo Filippo Tomasso Marinetti, como Trabajo y actividades diversas o con los ministros y ministras restantes ejerciendo de cancerberos.
Pero Aznar est¨¢ y¨¦ndose. Mientras tanto, tal vez siga hinch¨¢ndose la burbuja econ¨®mica para que Espa?a vaya razonablemente bien, exceptuando a los numerosos Carpantas for¨¢neos o de allende nuestras fronteras; tal vez el drama terrorista represente su ¨²ltimo acto criminal sumando la iniciativa socialista en forma de pacto de estado, con la ayuda francesa y la de tantos vascos todav¨ªa vivos, organizados o silenciosos, hastiados o firmes. Acaso las carreteras aguanten m¨¢s sesos en el asfalto, la sanidad no se ponga m¨¢s enferma, la educaci¨®n no se rompa las rodillas rezando, la justicia no quede atestada de legajos, muda, ciega y sorda por mor de alg¨²n centinela-general del Estado de Piedra, los asuntos sociales no desorienten a los lobos grises pensionistas al mezclar bailes en Benidorm con Haloperidol y en trabajo cualquier Zaplana zurza redes en los andamios para los obreros que caen a destajo; el trauma auton¨®mico no declare definitivamente la III Guerra Mundial, el ejercito no termine uniformando con sudarios a todo un pelot¨®n de honorables soldados de plomo colocados, lamentable e innecesariamente, como diana para el tiro al invasor del suelo iraqu¨ª y no acaben transformando interior en una gran pizarra de nieve donde los polic¨ªas y guardias civiles m¨¢s dem¨®cratas anoten, desesperados, las altas a aspirante mafioso, asesino impune, v¨ªctima del crucero de pateras o del oculto porcentaje de potenciales y efectivos violentos de g¨¦nero. Eso deja, entre otras facturas y fracturas, ese que se va... por la barranquilla; muy favorecido en el gui?ol, su aut¨¦ntico, su verdadero ser-en-s¨ª. Y las manchas que deja no se quitan con jab¨®n, sino con votos, con una alternativa. Espa?a ha crecido econ¨®micamente, s¨ª, pero habr¨ªa que escrutar a costa de quienes y en el c¨®mo con los sutiles maquilladores en ingenier¨ªa financiera. Sin embargo, ni un mil¨ªmetro m¨¢s en su estatura f¨ªsica y moral tras estos ocho interminables a?os; ni Espa?a es m¨¢s feliz, con muchos ciudadanos desmovilizados, dolorosamente hartos y muy crispados viviendo hoy en un pa¨ªs democr¨¢ticamente an¨¦mico, civilmente estupefacto, culturalmente empobrecido, mon¨¢rquicamente descolocado y constitucionalmente autista.
Acaso todo ello resulte rentable para quien aspira a llegar lejos, Mariano Rajoy, aunque cabe la duda razonable de c¨®mo va a ser recibido a pie de urna por algunos sectores conservadores vacilantes y por la exigua jaur¨ªa de extrema derecha que se ha tapado la nariz mientras sorb¨ªa t¨¦ moro durante ocho a?os. De cualquier modo, renunciar al ideario puntiagudo que quer¨ªa imponer su antecesor y maestro y no renunciar, en el mismo lazo ambiguo al que est¨¢ atado el nuevo candidato, a esa estructura de pensamiento seg¨²n la cual basta con poseer el bien para tener el derecho de decretarlo por todos los medios a todo el mundo y que todo cambio es malo porque las consecuencias son imprevisibles, puede que se cobre una tasa electoral jugosa, suficiente para ser y estar en minor¨ªa.
Aznar ya se va... tal como vino, dur¨ªsimo en las formas, suav¨ªsimo en principios y valores. La Historia le recordar¨¢, sin duda. Lo hace con toda clase de personas, animales, cosas y hechos, sean relevantes o irrelevantes, con el apetito insaciable de las pacientes plantas carn¨ªvoras, dado que, como sermoneaba Heidegger, tenemos "la historia para vengarnos del pasado". Pero la Gloria no ir¨¢ tras ¨¦l... a no ser que su santa esposa se cambie el nombre y haga as¨ª m¨¢s chispeante su apellido en un nuevo bautismo por el rito que m¨¢s convenga, sin complejos. Aznar ya se ha ido, al fin... de otros mundos. Pues adi¨®s y ?A por ellos!
Vicente Ponce es profesor de Teor¨ªa del Arte y de Historia y Teor¨ªa del Cine Moderno en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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