Bajo aguas tranquilas
Tranquilidad en el Atl¨¢ntico. Pero por debajo de estas aguas apaciguadas en a?o electoral en EE UU, y cuando nadie desea volver a enfrentarse a Washington, hay corrientes de profundidad. A pesar de los discursos componedores en la 40? Conferencia de Seguridad de M¨²nich -en la que pacientemente pas¨® horas Rumsfeld para mostrar que escucha-, est¨¢ claro que la Alianza Atl¨¢ntica est¨¢ atravesando una crisis m¨²ltiple. Tanto que varios intervinientes pidieron un nuevo Informe Harmel como el que en los a?os sesenta defini¨® las nuevas tareas de la OTAN. Pues faltan ideas estrat¨¦gicas. La "guerra contra el terrorismo" no lo es.
El nuevo secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop, parece buscar la salvaci¨®n de la OTAN en Irak, donde podr¨ªa ser invitada despu¨¦s del 1 de julio por un Gobierno leg¨ªtimo en Bagdad y con el aval de la ONU. Pero, a la vez que lanzaba una propuesta para una iniciativa transatl¨¢ntica de Mauritania a Ir¨¢n o m¨¢s all¨¢, el ministro alem¨¢n de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, alertaba contra la participaci¨®n directa de la OTAN en Irak ante los riesgos de fracasar, con "consecuencias posiblemente fatales" para la Alianza Atl¨¢ntica. Alemania no lo vetar¨¢, pero no participar¨¢.
La primera dimensi¨®n de la crisis es pol¨ªtica: se ha roto la confianza por varias costuras. Las heridas abiertas no est¨¢n cerradas. En Alemania ha prendido el antiamericanismo y no contribuye a reducirlo que Rumsfeld compare la posguerra alemana con la iraqu¨ª, pues los alemanes se sienten as¨ª insultados. Aunque Rumsfeld est¨¢ tranquilo. A sus 71 a?os ha vivido otras crisis de la Alianza y ¨¦sta, dice, responde a los "ajustes de la OTAN a la nueva situaci¨®n de la seguridad en el mundo".
Las grandes diferencias estrat¨¦gicas transatl¨¢nticas no son tanto sobre el diagn¨®stico -las "amenazas comunes"-, sino sobre la terapia. Los europeos, en general, se muestran contrarios a la doctrina de ataque anticipatorio en que insiste Rumsfeld sin prestar demasiada atenci¨®n al hecho de que requiere, al menos, informaci¨®n suficiente. Aunque poco le importa que EE UU no supiera que Sadam Husein no ten¨ªa ya armas de destrucci¨®n masiva; pues para el jefe del Pent¨¢gono, el "riesgo" bastaba para justificar la guerra.
No hay deseos de agitar. Hasta la ministra francesa de Defensa, Mich¨¨le Alliot-Marie, convertida en nueva hero¨ªna atl¨¢ntica, present¨® a Francia como "motor del proceso de adaptaci¨®n de la OTAN", insistiendo en que la pol¨ªtica europea de defensa no se har¨¢ en detrimento o contra la Alianza.
Segunda dimensi¨®n es la crisis de crecimiento: con siete invitados en junio, la OTAN va a tener 26 miembros. Y otros, como Georgia, Ucrania o Croacia se agolpan a sus puertas. Tambi¨¦n se puede morir de ¨¦xito. Todos quieren entrar, cuando la OTAN deja de ser europea para intentar proyectarse globalmente en el mundo de la posguerra fr¨ªa. EE UU quiere seguir control¨¢ndola, pero cree m¨¢s en coaliciones ad hoc, aunque sea dentro de la Alianza, al menos cuando se trata de atacar y no simplemente de hacer el posterior trabajo sucio. En Afganist¨¢n, la OTAN va a incrementar su participaci¨®n en una tarea que deja mucho que desear.
La tercera dimensi¨®n de la crisis es la militar. Los europeos, en general, llevan una d¨¦cada de retraso en t¨¦rminos de gastos y capacidades militares. Tienen dos millones de soldados en filas -una cuarta parte que EE UU-, pero no son capaces de desplegar m¨¢s de un 5% de ellos, como record¨® el senador republicano John McCain. Usability (disponibilidad) es la palabra clave. Y, salvo los brit¨¢nicos que a duras penas consiguen conectar con los estadounidenses, el desnivel tecnol¨®gico es tal que se puede llegar a una situaci¨®n en que EE UU no podr¨ªa trabajar con sus aliados.
La OTAN, que de atl¨¢ntica va teniendo cada vez menos (en M¨²nich hasta un ministro de Singapur se apunt¨® a las "relaciones transatl¨¢nticas"), ha cambiado mucho en un a?o y sigue transform¨¢ndose. Puede que la relaci¨®n transatl¨¢ntica, como se?alara Aznar en Washington, no tenga alternativa. Pero eso no significa que vaya bien. No s¨®lo requiere adaptaciones; est¨¢ necesitada de una refundaci¨®n.
aortega@elpais.es
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