Un mundo aparte

En Torrent y no en el cap i casal recal¨® Gustav Leonhardt, una figura emblem¨¢tica en el campo de la m¨²sica antigua. Con ¨¦l siempre sucede (y, de nuevo, as¨ª se percibi¨® el viernes) que su ampl¨ªsimo cat¨¢logo discogr¨¢fico, cargado de bellezas, queda empeque?ecido ante la verdad incuestionable de la actuaci¨®n en directo: sin traducciones digitales, sin ingenieros de sonido, sin micr¨®fonos, sin trampa ni cart¨®n: bastaron unas manos de anciano sobre un clavec¨ªn no demasiado especial. Despu¨¦s de haberse paseado por todas y cada una de las Cantatas de Bach, despu¨¦s de haber sido un pionero en la utilizaci¨®n de instrumentos originales, despu¨¦s de trabajar con sus propios dedos a los compositores barrocos menos conocidos y de hacerlo con las maneras menos comerciales (el esnobismo en torno a la m¨²sica antigua surgi¨® a posteriori), Leonhardt consigue plasmar un Barroco bien particular. Precisamente porque ha logrado sintetizar la filolog¨ªa rigurosa con la libertad expresiva, a la cual ning¨²n int¨¦rprete que se precie puede renunciar.

Resultaba estimulante seguir el comp¨¢s y captar el intenso rubato que ejerc¨ªa el m¨²sico sobre algunas notas: el tempo no se deten¨ªa, la oscilaci¨®n regular continuaba y, sin embargo, se notaban ciertas "paradas" que la mano, marcando, no consignaba, pero que el o¨ªdo percib¨ªa sin mayores dudas, paradas en apariencia imperceptibles y, al mismo tiempo, impactantes, que ayudaban a escapar de las l¨ªneas divisorias sin que se perdiera por ello el orden y el ajuste. ?Cu¨¢nto Chopin est¨¢ ya impl¨ªcito en esa concepci¨®n barroca del clavic¨¦mbalo! ?Cu¨¢nta libertad para mantenerse firme y riguroso sobre el tempo (al igual que las ra¨ªces de un ¨¢rbol, como el polaco dec¨ªa) y, a la vez, dejar moverse a las ramas seg¨²n sopla el viento! ?Qu¨¦ parad¨®jicos resultan unos presupuestos tan rigurosos -Leonhardt es uno de los adalides del movimiento historicista- d¨¢ndose la mano con planteamientos musicales (el jazz, la interpretaci¨®n de corte rom¨¢ntico, etc) donde la flexibilidad en el fraseo se considera un valor a?adido!

Poco import¨® alguna nota fallida en las Variaciones de Hassler, que tambi¨¦n acusaron cierta rigidez, evaporada despu¨¦s r¨¢pidamente (a veces las manos, como la voz, necesitan calentarse). Todo el programa fue un manifiesto a favor de una manera de tocar -y de escuchar- necesariamente atenta a las sutilezas, ya que el clavec¨ªn no dispone de los magnos recursos del piano, de un mundo aparte donde el Barroco debe calibrarse a la luz de la porcelana, y de una intimidad que requiere tener muy cerca al instrumento. De todo ello, quiz¨¢ el mejor bot¨®n de muestra fuera la Sonata de Blasco de Nebra, donde el holand¨¦s exhibi¨® una gracia incuestionable para traducir, con intensa delicadeza, un mundo prof¨¦ticamente goyesco.

Aunque parezca incre¨ªble, hab¨ªa asientos vac¨ªos. A doce euros.