El esp¨ªritu de la Liubianka
Mantengamos a¨²n la esperanza de que aparezca con vida Iv¨¢n Ribkin, ex presidente de la Duma (Parlamento ruso) y candidato rival de Vlad¨ªmir Putin en las elecciones presidenciales del 14 de marzo. Desapareci¨® el jueves pasado y su familia teme lo peor. Desde luego, Ribkin lleva mucho tiempo cometiendo imprudencias temerarias como criticar al gran timonel con ojos de rodaballo que preside hoy Rusia. Tras momentos de confusi¨®n inicial, probablemente debidos al caos sembrado en su d¨ªa por su mentor Bor¨ªs Yeltsin, hoy ya dirige el Estado con la ternura y la compasi¨®n con que dirigi¨® ese KGB que se hizo un lifting de letras para seguir, como muy flamante FSB, siendo el mismo entra?able aparato tan indispensable en la vida de los rusos, en especial de los que mandan. Eso s¨ª, ahora con la comprensi¨®n generosa de la mayor parte de las capitales de Occidente.
Resulta que el l¨ªder del partido Rusia Liberal sali¨® un momento de su casa sin guardaespaldas el jueves por la noche y no volvi¨®. Su familia asegura que no les comunic¨® ni planes de fuga ni de fiesta golfa prolongada. No llevaba maletas. Fue m¨¢s o menos como sucedi¨® aquel fat¨ªdico d¨ªa en que Iv¨¢n Stambolic, otrora mentor de Slobodan Milosevic, tuvo la p¨¦sima idea de salir a hacer jogging. Su cad¨¢ver no apareci¨® hasta despu¨¦s de la ca¨ªda y la deportaci¨®n a La Haya del carnicerito de los Balcanes. Nadie piense que desde aqu¨ª se acusa tan prematuramente al presidente Putin de la desaparici¨®n de este pol¨ªtico que ha osado llamarle "corrupto" al cari?oso omnipotente del Kremlin y de acusarle de cometer "cr¨ªmenes de Estado" en Chechenia y no s¨®lo all¨ª. Al fin y al cabo, Putin tiene ganadas estas elecciones -los sondeos le dan un 80% de los votos- gracias a sus dos portentosos caballos electorales, que son el odio a los chechenos y la lucha contra mafias desafectas.
Pero la familia de Ribkin y los rusos que todav¨ªa sue?an con la construcci¨®n de un Estado de derecho y libertades en su patria tienen sobrados motivos para preocuparse. Este pol¨ªtico ha abogado por buscar una soluci¨®n a la crisis chechena que no sea la de tierra quemada que aplica el Kremlin. Ha condenado las operaciones que han borrado literalmente del mapa pueblos y ciudades, as¨ª como otras pr¨¢cticas tan poco elegantes como llevar a Chechenia miles de los peores delincuentes rusos presos para que cumplan las penas aterrorizando a la poblaci¨®n civil. Adem¨¢s, Ribkin es culpable por algo m¨¢s. Cuenta con el apoyo a su candidatura de uno de los peores enemigos de Putin, el magnate Bor¨ªs Berezovski, que tuvo la lucidez de exiliarse en el Reino Unido. De no haberlo hecho, es obvio que estar¨ªa haciendo compa?¨ªa en la c¨¢rcel a otro millonario, Mija¨ªl Jodorkovski, que quer¨ªa retar a Putin en las urnas. Estos encarcelamientos, especialmente cuando los ricos son jud¨ªos, gustan a cierto electorado, cuyo antisemitismo tradicional fomentan con entusiasmo estos cachorros de Beria y Yagoda instalados en el Kremlin. As¨ª le fue a otro magnate, asimismo jud¨ªo, Vlad¨ªmir Gusinski, que os¨® crear una televisi¨®n independiente. Tambi¨¦n ¨¦l forma ya parte de ese nuevo exilio ruso, una gran tradici¨®n nacional que, como otras muchas y no precisamente las mejores como el antisemitismo, est¨¢ restaurando Putin.
Ojal¨¢ aparezca Ribkin pronto y vivo. Porque de no ser as¨ª, muchos jefes de Estado y de Gobierno occidentales, George W. Bush el primero, se van a sentir algo inc¨®modos la pr¨®xima vez que le acaricien el lomo a Putin o le inviten al t¨¦ de las cinco. Con sus elogios y bendiciones le han conferido a Putin la legitimidad y el prestigio ante el pueblo ruso que el 14 de marzo lo hacen imbatible y como tal impune pese a la evidencia de sus pr¨¢cticas, desde el nuevo expansionismo en las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas a la represi¨®n implacable de la oposici¨®n. Putin tendr¨¢ mejores h¨¢bitos comiendo que los viejos l¨ªderes sovi¨¦ticos. Pero su esp¨ªritu siempre estar¨¢ en los s¨®tanos de la Liubianka.
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