El amor prohibido
Otra obra de Lope en Madrid, adem¨¢s de El castigo sin venganza, y tambi¨¦n de amor prohibido. Pero es una comedia, no una tragedia: y aunque de noche maten al caballero, "la gala de Medina, la flor de Olmedo", el gran poder que aparece en la obra -un padre que viene a ser alcalde, un rey que es Juan II, padre de Isabel la Cat¨®lica- hubiera aprobado su matrimonio, despu¨¦s de aclararse que era rico y buen hombre, y castiga a los asesinos con nocturnidad y alevos¨ªa. Si no son las normas y la costumbre, la tensi¨®n superficial de la sociedad y el dedo de Dios los que se oponen, es simplemente el miedo a todo eso: si chica y chico no se atreven a decir su amor y pasan a la clandestinidad, con todo el aparato de celestinas y criados, no es por miedo al otro pretendiente, que termina matando, sino al padre, al rey, al grupo social en el que est¨¢n. Parece que estos hechos est¨¢n diariamente reflejados en las p¨¢ginas de sucesos de los peri¨®dicos; aunque otra tensi¨®n superficial del d¨ªa nos los hagan conocer solamente por n¨²mero de pu?aladas y tiempos de agon¨ªa de la mujer, pero no el viejo relato del caso como se hac¨ªa antes. La noticia es estad¨ªstica y se a?ade a un censo grave y de por s¨ª indignante: "Otra mujer muerta", y no si todav¨ªa mata el concepto de honor.
El caballero de Olmedo
De Lope de Vega. Versi¨®n: Daniel P¨¦rez, Jos¨¦ Pascual. M¨²sica: Luis Delgado. Int¨¦rpretes: Israel Elejalde, Ester Bellve, Chema Mu?oz, Beatriz Arg¨¹ello, Margarita Ventura, Ruth Salas, Carlos Domingo, Chema Ruiz, Francisco Guijar, Emilio G¨®mez, Rub¨¦n P¨¦rez, Alberto Mateo. Vestuario: Rosa Garc¨ªa And¨²jar. Escenograf¨ªa: Ana Garay. Direcci¨®n: Jos¨¦ Pascual. Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y Centro de Producci¨®n Teatral de Castilla y Le¨®n. Teatro Pav¨®n. Madrid.
El prerromanticismo de la obra, el misterio, los presagios que son base literaria y po¨¦tica del relato: en ese momento (el de Lope) era ya viejo y muy cantado el romance, "de noche lo mataron, al caballero"; la reiteraci¨®n de la palabra "muerte", la l¨ªrica de lo imposible no parecen muy justificados en un decorado geom¨¦trico, lineal, m¨®vil: fr¨ªo. Y con unos trajes a medias entre el surrealismo y la abreviatura graciosa. Uno y otros no sustituyen las descripciones que el autor pone siempre para su tiempo pobre en medios: "Sobre un manteo franc¨¦s, una verdemar basqui?a", llevaba Do?a In¨¦s el d¨ªa en que la descubri¨® para su mal el caballero. Parece que todas las libertades que dan estos tiempos son necesarias para corresponder con el esp¨ªritu de la obra, y no para crear obra distinta, aun con la calidad que le dan Rosa And¨²jar y Ana Garay. En cuanto a ese verso y a esos misterios, presagio, amor y muerte de las palabras pasa siempre con estas obras de tanto personaje: alguno lo hace muy bien, otro a destiempo, y alguno mal. A pesar del asesor de verso y del cuidado del director.
Los aplausos del estreno, que fueron abundantes como suele suceder, atendieron m¨¢s a Chema Mu?oz que a sus compa?eros.
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