Aquellos anarquistas
A sus 76 a?os, el intelectual argentino Osvaldo Bayer sigue siendo, tal como destaca su amiga Cecilia Rosetto, un conversador incansable. No es extra?o que nunca fatigue a la audiencia: sabe mucho de historia, tiene las ideas claras y, en parte porque ha tenido que sufrir en carne propia la dureza del exilio, es un defensor a ultranza de los derechos humanos. Bayer, que ha pronunciado unas conferencias en Barcelona, es autor de un libro de referencia, La Patagonia rebelde, publicado por Planeta en Argentina, pero no en Espa?a.
Echando la vista atr¨¢s, lanza este diagn¨®stico demoledor sobre su pa¨ªs: "Desde 1896 hemos vivido 88 a?os de democracia, gobernados por dos partidos pol¨ªticos, y 14 dictaduras militares". Mirando al presente, se?ala: "A Kirchner le damos unos meses de margen para que pueda demostrar si vale. Parece que ahora el pa¨ªs va mejor, pero ya veremos. Hay que dejar pasar el tiempo".
El argentino Osvaldo Bayer estuvo de paso por Barcelona, rastreando anarquistas que siguieron luchando en Patagonia
No es extra?o que un historiador hable del "paso del tiempo". Al fin y al cabo, la principal tarea de Bayer ha consistido en hurgar en el pasado para recomponer una historia sepultada en el olvido: la de los anarquistas argentinos que en 1920 se rebelaron contra la oligarqu¨ªa en la Patagonia. "El anarquismo italiano y espa?ol tuvo una gran influencia en aquel movimiento de peones rurales que se levantaron contra los estancieros ingleses". "Fue un movimiento ¨¦pico surgido en condiciones muy dif¨ªciles, en medio de la soledad de la Pampa. Los anarquistas, en un acto heroico, formaron columnas de peones para ir a la huelga, pero la represi¨®n fue terrible. El ej¨¦rcito fusil¨® a m¨¢s de 500 y los id¨ªlicos paisajes de la provincia de Santa Cruz est¨¢n sembrados de tumbas masivas de peones asesinados".
Mientras pasea por las calles de Barcelona, Bayer recuerda la fuerza que el anarquismo lleg¨® a tener en esta ciudad y las iglesias en llamas de la Semana Tr¨¢gica. "A lo largo de la historia, siempre ha habido matanzas obreras", reflexiona. "En Argentina, sin embargo, el Gobierno a¨²n no ha reconocido oficialmente la de la Patagonia. Hab¨ªa varios espa?oles entre los l¨ªderes de aquella huelga, pero no me fue f¨¢cil rescatar aquella historia. Hace tan s¨®lo tres a?os que logramos marcar las tumbas. Tambi¨¦n conseguimos levantar un monolito en el lugar donde fusilaron a Jos¨¦ Font, alias Fac¨®n Grande. ?l era hijo de espa?ol y de criolla y cuando lo mataron grit¨® a los soldados: "?As¨ª no se mata a un criollo!". Otro dirigente, Antonio Soto, era tambi¨¦n hijo de espa?oles, gallego. Lleg¨® a la Patagonia con 22 a?os y se convirti¨® en l¨ªder anarquista. Iba por las estancias para formar columnas de peones que recorr¨ªan los grandes espacios de la Patagonia para lograr adhesiones a la huelga. A ¨¦l no lo fusilaron. "Los que se rindieron se llevaron la peor parte, ya que el ej¨¦rcito fusil¨® all¨ª a 410 trabajadores. Fue terrible".
Bayer se muestra satisfecho de que algunas calles de poblaciones de la Patagonia lleven ahora el nombre de Antonio Soto, pero no se conforma. "Estamos preparandos nuevos actos en recuerdo de los anarquistas en Santa Cruz", cuenta. "Hasta ahora, el presidente Kirchner no ha hecho caso de nosotros, pero esperemos que se presente, ya que ¨¦l es patag¨®n y antes de ser presidente fue gobernador de la provincia de Santa Cruz. De joven fue muy combativo. Incluso particip¨® como extra en la pel¨ªcula La Patagonia rebelde, de la que yo hice el gui¨®n. Iba en una manifestaci¨®n obrera presidida por la bandera roja. ?Qui¨¦n le ha visto y qui¨¦n le ve? Lo que consiguieron los anarquistas en la Patagonia fue memorable. Levantaron ateneos, teatros, bibliotecas... Tiene mucho m¨¦rito crear un sindicato en la Pampa, donde domina la soledad y donde las estancias est¨¢n separadas por kil¨®metros. La represi¨®n fue brutal, y eso que s¨®lo ped¨ªan una discreta mejora de sus condiciones de vida, como velas para iluminarse y un botiqu¨ªn con instrucciones en castellano".
Bayer empez¨® su investigaci¨®n sobre los anarquistas en 1968, despu¨¦s de haber estudiado historia en Alemania. "Fue incre¨ªble", recuerda, "porque a¨²n pude entrevistar a soldados que participaron en las matanzas. Uno de ellos, de 69 a?os, se ech¨® a llorar mientras me contaba los fusilamientos. Otro, en cambio, me dijo que s¨®lo recordaba que hab¨ªa llegado en barco a la Patagonia y que hab¨ªa regresado en barco a Buenos Aires. Cuando ya me iba, sin embargo, a?adi¨® con una mirada desafiante: 'Volver¨ªa a hacer lo que hice'. Es terrible: que dos personas puedan reaccionar de modo tan distinto ante una matanza. Esto no puede explicarlo ni Freud".
Cuando saco a la conversaci¨®n el nombre de Bruce Chatwin, autor de En la Patagonia, libro que tambi¨¦n relata la insurrecci¨®n anarquista, Bayer se revuelve en la silla y da muestras de sentirse inc¨®modo. "Era un chanta", dice. "Lo que escribi¨® es un puro disparate, pero se vendi¨® muy bien en todo el mundo. Pas¨® por mi casa de Buenos Aires en 1972, antes de emprender el viaje. Alguien le dijo que yo ten¨ªa una buena biblioteca sobre la Patagonia y quiso documentarse. De all¨ª sac¨® todo lo del libro. Cuando lo le¨ª, me dio entre bronca y burla. Chatwin era un mentiroso. No estuvo en muchos de los lugares de los que habla y tergivers¨® las declaraciones de los estancieros. Volv¨ª a encontrarlo a?os despu¨¦s en Par¨ªs, cuando su libro ya era un ¨¦xito. Me coment¨® que quer¨ªa filmar una pel¨ªcula sobre las aventuras de Butch Cassidy y Sundance Kid en la Patagonia y yo le dije: 'Usted, que ha ganado mucho dinero con el libro, podr¨ªa hacer una donaci¨®n para las bibliotecas de la Patagonia, donde casi no hay libros'. Me mir¨®, sonri¨® y no respondi¨®. Jam¨¢s dio ni un solo centavo. Era un chanta".
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