Schr?der, hacia una misi¨®n imposible
El canciller federal alem¨¢n, Gerhard Schr?der, tir¨® la toalla y renunci¨® por sorpresa a la presidencia de su Partido Socialdem¨®crata de Alemania (SPD). Schr?der, que el pr¨®ximo 7 de abril cumplir¨¢ 60 a?os, se asemeja cada d¨ªa m¨¢s al aprendiz de brujo que abri¨® la botella, solt¨® los esp¨ªritus y ya no los pudo volver a encerrar e impedir su acci¨®n devastadora.
Convencido de la necesidad de renovar una Alemania anquilosada y con una larga lista de asignaturas pendientes desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, Schr?der lanz¨® en marzo del a?o pasado su programa de reformas Agenda 2010. Se trataba de realizar recortes sociales necesarios en prestaciones arraigadas en la cultura alemana de la posguerra, desmantelar en parte las conquistas del capitalismo con rostro humano: reducir prestaciones sociales en jubilaciones, sanidad, paro y facilitar el despido.
Schr?der abri¨® la botella y los esp¨ªritus que solt¨® le conducen a la ruina pol¨ªtica. A no ser que su extraordinaria buena suerte, que en varias ocasiones le salv¨® cuando ya se encontraba en la lona y al borde del KO, salga de nuevo a relucir en forma de una mejor¨ªa y crecimiento de la econom¨ªa alemana. S¨®lo una bonanza que reduzca las cifras de paro de forma tan considerable que se concrete en mayores ingresos fiscales y disminuci¨®n del gasto por desempleo, que devuelva la confianza a los consumidores y que se noten los posibles efectos beneficiosos de las reformas, podr¨ªa salvar a Schr?der y al SPD de un desastre anunciado. Este a?o 2004, con 14 elecciones europeas, las de varios Estados federados y municipales de importancia decisiva como las de Renania del Norte-Westfalia (un Estado federado con 18 millones de habitantes), amenaza con convertirse en un aut¨¦ntico calvario para el canciller y el SPD.
Con la puesta en marcha de los recortes, Schr?der perdi¨® las pocas simpat¨ªas que le quedaban entre las bases del SPD. De forma masiva llueven en las asociaciones las cartas de militantes que se dan de baja por considerar que el SPD ha traicionado los principios b¨¢sicos que le inspiraron: justicia social, solidaridad, defensa de los d¨¦biles frente a los poderosos. El SPD ha perdido unos 125.000 afiliados desde que en 1998 Schr?der lleg¨® a la Canciller¨ªa. El a?o pasado, como consecuencia de las reformas de la Agenda 2010, las bajas batieron todas las marcas con un total de 43.000 y el n¨²mero de afiliados del partido ronda los 650.000, y amenaza con llegar al nivel m¨¢s bajo desde el final de la II Guerra Mundial.
"El peor Helmut Kohl"
Un peri¨®dico af¨ªn al SPD, el Frankfurter Rundschau, reprodujo recientes cartas de afiliados que se daban de baja. Una del pasado 3 de enero da la t¨®nica general: "Schr?der se ha transformado en el peor [canciller democristiano Helmut] Kohl de todos los tiempos. Los restos de lo que le queda se componen de un grupo de oportunistas que han tirado por la borda las ideas de
Brandt y otros socialdem¨®cratas decentes". Otra del 6 de enero: "La posici¨®n del SPD ya no es la de los trabajadores, sino la de los de arriba".
Justific¨® Schr?der su renuncia a la presidencia del SPD con la necesidad de concentrarse en las tareas de gobierno para llevar adelante el programa iniciado de reformas. Schr?der se mueve en el interior de un c¨ªrculo vicioso infernal sin escape aparente. Los recortes sociales son un imperativo en una Alemania que antes desempe?aba la funci¨®n de locomotora de la econom¨ªa de Europa y ahora va en el furg¨®n de cola.
Al mismo tiempo, esos recortes destruyen al SPD. Sus votantes tradicionales se quedan en casa los d¨ªas de elecci¨®n, decepcionados por lo que consideran una traici¨®n a los principios que la socialdemocracia alemana ha defendido a lo largo de sus 140 a?os de historia.
La oposici¨®n democristiana (CDU/CSU) ha interpretado la dimisi¨®n de Schr?der al frente del SPD como el principio del fin. Esta creencia toma cuerpo en los corrillos de Berl¨ªn y en las cr¨®nicas y an¨¢lisis de los medios de comunicaci¨®n. "El final del jugador", titula un amplio reportaje la revista Stern, y resume la situaci¨®n: "Poder, poder, poder y siempre nuevos esl¨®ganes. Los afiliados huyen y los votantes le dan la espalda". 'El canciller partido por la mitad', titula en su portada el semanario Der Spiegel, que escribe: "Una ola de furia oblig¨® al canciller a retirarse de la presidencia del SPD" y "Schr?der se dio cuenta de que los frentes se endurec¨ªan. Entre ¨¦l y su partido nunca existi¨® una relaci¨®n amorosa".
Schr?der, el jugador, ha ofrecido su cabeza y jugado as¨ª su ¨²ltima baza: la esperanza de una recuperaci¨®n econ¨®mica en Alemania. Hasta pocos d¨ªas antes de las pasadas elecciones generales del 24 de septiembre de 2002, que le confirmaron en la Canciller¨ªa por una diferencia insignificante de votos, Schr?der estaba demosc¨®picamente muerto. Las inundaciones en Alemania del Este y la guerra de Irak, unidas a la escasa simpat¨ªa y falta de manejo de la televisi¨®n de su contrincante, el primer ministro de Baviera, Edmund Stoiber, le proporcionaron una victoria m¨ªnima que incluso podr¨ªa convertirse en p¨ªrrica si los malos augurios se cumplen y el aprendiz de brujo no consigue encerrar en la botella los esp¨ªritus que solt¨® con la Agenda 2010.
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