Bush no consigue despejar con documentos las dudas sobre si cumpli¨® el servicio militar
El presidente comparecer¨¢ ante la comisi¨®n que investiga los ataques del 11 de septiembre
La Casa Blanca se moviliza para intentar neutralizar la persistente apariencia de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se dedic¨® a sus asuntos entre mayo de 1972 y abril de 1973, en lugar de cumplir el compromiso militar que ten¨ªa en Alabama. Pero los cientos de documentos entregados a los periodistas el viernes pasado por la noche siguen sin despejar las dudas: no hay datos que demuestren que el presidente Bush cumpliera sus obligaciones durante la ¨²ltima parte de su servicio militar, que hizo para no tener que ir a la guerra de Vietnam.
Del esfuerzo tremendo para ganar posiciones en la batalla de la opini¨®n p¨²blica salen casi 400 p¨¢ginas, que detallan el historial militar de Bush e incluso datos de su historial m¨¦dico que no eran imprescindibles, como que le operaron de am¨ªgdalas a los cinco a?os o que tuvo hemorroides cuando estaba en la Guardia Nacional. Pero siguen faltando las pruebas que deber¨ªan difuminar el da?o que est¨¢ sufriendo la imagen del presidente: las pruebas que demuestren que Bush hizo de verdad la mili durante el ¨²ltimo a?o que ten¨ªa que haber llevado el uniforme.
En 1968, el entonces joven Bush consigui¨® evitar ir a la guerra de Vietnam como muchos otros de su generaci¨®n. No fue el caso de su probable rival dem¨®crata en noviembre, John Kerry, tan rico y tan de buena familia como ¨¦l, pero que se alist¨® voluntario en la Marina, gan¨® medallas y luego, desenga?ado, encabez¨® manifestaciones contra la guerra. Bush pens¨® que en la Guardia Nacional de Tejas pod¨ªa servir a la patria, y con alguna ayuda familiar, se salt¨® la lista de espera y consigui¨® entrar en una unidad de la Fuerza A¨¦rea, en donde logr¨® muy buenos informes: en 1970, se le valor¨® como "excepcional piloto de combate"; en 1971, se le consider¨® "un l¨ªder natural, pero disciplinado a la hora de seguir ¨®rdenes", y "un joven oficial excepcionalmente dotado".
Pero en 1972, Bush se cans¨® de los F-102. Se apunt¨®, durante seis meses, a colaborar en la campa?a de un amigo de la familia que quer¨ªa ser senador por Alabama, con lo que en mayo pidi¨® el traslado a la Guardia Nacional de ese Estado. Se le concedi¨®, aunque all¨ª no hab¨ªa el tipo de avi¨®n que pilotaba, y nunca m¨¢s se supo: entre ese mes y abril de 1973, el ¨²nico documento que certifica que estuvo all¨ª es un examen dental de enero de 1973. Incluso su estatus de piloto se suspendi¨® por no haber pasado el examen f¨ªsico (rumores dicen que vivi¨® episodios desenfrenados y que una revisi¨®n m¨¦dica hubiera dejado inc¨®moda constancia).
Despu¨¦s de las elecciones, a Bush no se le vio el pelo en ning¨²n cuartel de Alabama durante 1973, aunque en Tejas cre¨ªan -eso es lo que dicen los informes- que segu¨ªa transferido all¨ª. Pero ning¨²n documento lo indica. De hecho, existen sus n¨®minas, y en ellas se comprueba que se le pag¨® el equivalentes de 25 d¨ªas de servicio en un a?o, pero no est¨¢ claro si Bush recibi¨® ese dinero. El 5 de septiembre solicit¨®, y obtuvo, la baja -ocho meses antes de cumplir los seis a?os obligatorios- para poder ir a estudiar a Harvard.
A pesar del tenaz intento de Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca, de dar por zanjado el asunto -"hay quienes quieren crear la falsa impresi¨®n de que algo se esconde, y no es as¨ª"- ni los medios de comunicaci¨®n van a dejar de investigar lo que hizo Bush durante los meses que deber¨ªa haber llevado uniforme ni los dem¨®cratas van a dejar de plantear que los documentos ofrecen m¨¢s preguntas que respuestas. Y la credibilidad de Bush, la confianza que quiere ofrecer al votante, ante el que se presenta como "presidente de guerra", sufre, lo que se traduce en sondeos que arrojan incertidumbres sobre su reelecci¨®n.
Erosi¨®n de credibilidad
Tambi¨¦n, para contrarrestar esta erosi¨®n de credibilidad, la Casa Blanca ha anunciado que Bush declarar¨¢ ante la comisi¨®n que investiga si se tomaron las medidas adecuadas antes de los ataques del 11-S. La declaraci¨®n, como la del vicepresidente Dick Cheney y las de Bill Clinton y Al Gore, ser¨¢ privada. Aun as¨ª, se sienta un precedente hist¨®rico. La comisi¨®n, que deber¨ªa concluir sus trabajos en mayo, podr¨ªa tener una pr¨®rroga de dos meses. Sus diez miembros deben averiguar si antes de los atentados hubo alguna se?al de lo que iba a ocurrir, y si tanto el Gobierno de Clinton como el de Bush eran conscientes de la capacidad destructiva de Al Qaeda, la organizaci¨®n de Osama Bin Laden. Bush probablemente ser¨¢ cuestionado sobre la reuni¨®n con sus asesores de seguridad e inteligencia del 6 de agosto de 2001, en la que se habl¨® de la posibilidad de secuestros a¨¦reos por parte de Al Qaeda.
En las ¨²ltimas semanas, los integrantes de la comisi¨®n -sobre todo los dem¨®cratas- han protagonizado dos momentos de tensi¨®n con la Casa Blanca en su intento de conseguir documentos clasificados. Las dos situaciones se han resuelto con el permiso de acceso restringido a uno o dos miembros de la comisi¨®n o con una s¨ªntesis de las actas de las sesiones de Clinton y Bush con los servicios de inteligencia relacionadas directamente con Al Qaeda.
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