Una poblaci¨®n azotada por el paro y la baja esperanza de vida
Los abor¨ªgenes australianos representan el grupo m¨¢s desfavorecido de la poblaci¨®n del pa¨ªs, con una esperanza de vida 20 a?os por debajo del resto de los habitantes del continente y altas tasas de desempleo, encarcelamiento, dependencia de los programas de beneficencia, alcoholismo y violencia dom¨¦stica. Su n¨²mero estimado es de unos 400.000 sobre el total de 20 millones de habitantes de Australia. Hasta 1967 los abor¨ªgenes no eran reconocidos como ciudadanos de pleno derecho. Se reg¨ªan por las leyes para la flora y la fauna. Un informe oficial elaborado en 1997 concluy¨® que las pol¨ªticas de asimilaci¨®n practicadas por diferentes gobiernos durante los a?os sesenta incurrieron en "discriminaci¨®n racial sistem¨¢tica y genocidio".
Los l¨ªderes de la comunidad aborigen australiana han advertido que los disturbios del domingo no son m¨¢s que un claro recordatorio de la profunda divisi¨®n racial en la que vive la sociedad australiana. "No se deber¨ªa bromear con la gente. Esto es Australia", subray¨® Aden Ridgeway, un diputado aborigen en el Parlamento Nacional.
El escenario de los disturbios es un buen ejemplo de los problemas de integraci¨®n de la poblaci¨®n aborigen. El Bloque es un aut¨¦ntico gueto de casuchas, algunas de ellas abandonadas, donde todos los rincones est¨¢n cubiertos de pintadas y no es raro ver a los toxic¨®manos vagar por las calles. La entrada a la barriada se asemeja a un control militar en una zona de conflicto en otra parte del planeta. Bloques de cemento y alambres de espino presiden el principal acceso al barrio. En sus paredes y tejados ondean banderas negras y doradas, emblema por la lucha de los derechos de los primeros habitantes de Australia.
Se trata de una aut¨¦ntica tierra de nadie para la mayor parte de los vecinos de Sidney, que conocen El Bloque por las referencias en las noticias a espor¨¢dicos choques entre manifestantes y polic¨ªas antidisturbios. La mayor parte de los j¨®venes del lugar est¨¢n relacionados de alguna manera con la droga, ya sean consumidores o traficantes. Los sucesivos programas de reintegraci¨®n se han mostrado ineficaces a la hora de obtener resultados positivos.
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