Un buen transmisor
Al estreno en Valencia del Stabat Mater de Poulenc, el concierto del viernes a?ad¨ªa la atracci¨®n de estar dirigido por Josep Pons, a quien se le ha confiado la direcci¨®n de la Orquesta Nacional de Espa?a, con la esperanza de que la saque del impasse donde languidece desde hace a?os. No actuaba aqu¨ª con ella, sin embargo, sino con la Orquesta de Valencia y el Coro de la Generalitat. Formaciones ambas que -ya se ha dicho muchas veces- acusan en alto grado las virtudes y defectos de las batutas bajo las que trabajan. Por eso, de alguna manera, la experiencia del d¨ªa 20 pod¨ªa ser muy reveladora.
No quiere esto decir que la orquesta, al igual que el coro, no tengan una serie de problemas -y tambi¨¦n de cualidades- ajenos a la batuta, problemas que son fruto de su historia concreta y que se manifiestan en casi todas las actuaciones. Podr¨ªa citarse, por ce?irnos a algo que afecta a ambas formaciones, el hecho de lo inversamente proporcional que es su calidad sonora con respecto al volumen. Seductores y empastados en el piano, el sonido va perdiendo atracci¨®n al acercarnos al forte, y mucho m¨¢s en el fortissimo. No dej¨® de suceder esto con Josep Pons. S¨®lo el director titular de la formaci¨®n, por un lado, y cada uno de los m¨²sicos en el trabajo personal con su instrumento, por otro, pueden avanzar en la soluci¨®n de ¨¦ste y otros problemas estructurales.
Lo que s¨ª consigui¨® el director catal¨¢n -y en eso parece retomar la especial "seducci¨®n" que su maestro Ros-Marb¨¤ ha ejercido siempre sobre nuestros m¨²sicos es transmitir a cantantes e instrumentistas el esp¨ªritu de la obra, con gesto eficaz que obten¨ªa de los m¨²sicos una inmediata respuesta. El Stabat Mater de Poulenc, obra de una extra?a belleza y de una sinceridad religiosa incuestionable, se tradujo con la unci¨®n y el recogimiento que le corresponden. Pero tambi¨¦n supo conseguir Pons atm¨®sferas variadas dentro de ese clima general. ?Qu¨¦ distinto, por ejemplo, el Cujus animam gementem del O quan tristis et aflicta! Ni qu¨¦ decir tiene: esa capacidad de transmisi¨®n hacia los profesores de la orquesta se reflej¨® inmediatamente en el p¨²blico.
Al interpretar la suite de El Pr¨ªncipe de madera, Pons sac¨® a la luz todo el Wagner que Bart¨®k puso en el Vorspiel, cuyos pentagramas parec¨ªan abocarse hacia la m¨²sica de El oro del Rhin. Luego subray¨® el fuego cruzado entre los diferentes timbres de la orquesta. En la suite n¨²m. 2 del Daphnis y Chlo¨¦, por ¨²ltimo, los diversos solistas obtuvieron grandes aplausos del p¨²blico. Con muy buen rendimiento en todas las secciones, no hubiera estado de m¨¢s, sin embargo, una mayor claridad en la presentaci¨®n del tejido orquestal: as¨ª se hubieran disfrutado al m¨¢ximo todas las exquisiteces que Ravel derroch¨® en esta obra.
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