Crispaci¨®n
La sobreexplotaci¨®n de algunos temas de enconamiento pol¨ªtico provoca un desencanto constatable. El ya tedioso enfrentamiento territorial entre el centralismo y la periferia se sobrepone a la dial¨¦ctica entre ricos y pobres, entre poseedores y despose¨ªdos, entre empleadores y asalariados.
En 1973, Ram¨®n Tr¨ªas Fargas, liberal, catedr¨¢tico y l¨ªder de Esquerra Democr¨¢tica de Catalunya escrib¨ªa para la revista Destino un art¨ªculo memorable. Se titulaba Morir por la guerra y arrancaba con la an¨¦cdota recogida en una biograf¨ªa de Sim¨®n Bol¨ªvar donde se relataba que un grupo dirigente americano, tenaz y avisado, tuvo que declarar la guerra a muerte para conseguir que los criollos se decidieran a morir por una guerra cuya necesidad no sent¨ªan.
Estos ¨²ltimos d¨ªas el rey don Juan Carlos ha visitado Catalu?a y en la Real Academia de Ciencias Econ¨®micas y Financieras, con sede en Barcelona, ha elogiado la contribuci¨®n catalana para perfilar el horizonte m¨¢s amplio de la Espanya gran. El monarca diferenciaba esa dimensi¨®n de la realidad estatal que no tiene nada que ver con el concepto rampl¨®n de una Espa?a cerril, corta, pacata e intolerante que se percibe en algunos c¨ªrculos de poder. El Rey sabe que el di¨¢logo interterritorial en Espa?a atraviesa unos episodios delicados. La Espa?a centr¨ªpeta se reconcentra y recrece en s¨ª misma, mientras se distancia de la Espa?a centr¨ªfuga y perif¨¦rica. No es cierto que cualquier pretexto sea bueno para exacerbar las tensiones entre las diferentes comunidades aut¨®nomas, as¨ª como entre estas y el poder central. La Espa?a de las autonom¨ªas, confirmada por el ordenamiento constitucional, no es capricho gratuito y sus logros no se pueden poner en peligro sin coste alguno.
La crispaci¨®n que existe en la sociedad vasca y la que percibimos entre vascos y el resto de los espa?oles va mucho m¨¢s all¨¢ de las consecuencias nefastas de las acciones terroristas. Es un fen¨®meno que a todos nos afecta. Tiene repercusi¨®n en nuestra forma de vivir, en los distintos modos de hacer pol¨ªtica y en las relaciones comerciales y de colaboraci¨®n empresarial.
La reciente ruptura entre el grupo vasco Eroski y la cooperativa de distribuci¨®n comercial valenciana, Consum, se enmarca en este contexto. Y lo que en su d¨ªa se puso en marcha, finalmente no ha sido posible. En estos distanciamientos empresariales siempre hay razones econ¨®micas para enmascarar la dificultad para el di¨¢logo y el entendimiento. Aunque no quedara m¨¢s remedio que tomar esta decisi¨®n todo permite augurar que ambas partes pueden perjudicadas por una separaci¨®n que empez¨® siendo una gran alianza. Y en el sector comercial de la distribuci¨®n, la tendencia es a sumar para sobrevivir.
La Comunidad Valenciana, que en los ¨²ltimos tiempos ha permanecido enmudecida, tambi¨¦n se ve perjudicada por la carencia de un posicionamiento definido. La falta de vertebraci¨®n de su territorio dividido en tres provincias, cada vez m¨¢s aisladas e irreconciliables entre s¨ª, es una de las razones que impide la cohesi¨®n interna y hasta su funcionamiento as¨ª como la proyecci¨®n exterior. Una vez sobrepasada la cita electoral del 14 de marzo cabe esperar que las aguas vuelvan por su cauce sin m¨¢s estridencias.
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