Mir¨®: asesinato e infancia de la pintura
"Hemos elegido este perio
do", dice Agn¨¨s de la Beaumelle, comisaria de la exposici¨®n, "porque es en 1917 cuando el pintor logra realizar sus primeras obras conseguidas y se acaba en 1934 porque es en ese a?o cuando Mir¨® se lanza a la realizaci¨®n de una serie de cuadros que son el resumen o s¨ªntesis de todo lo que ha experimentado y aprendido durante ese lapso". El Mir¨® que llega a Par¨ªs en 1920 "quiere chafarles la guitarra a los cubistas pero tambi¨¦n a los que propugnan una restauraci¨®n del clasicismo", afirma De la Beaumelle. "Para ¨¦l, la pintura estaba en decadencia desde la prehistoria. Quer¨ªa escapar al formalismo, a las convenciones pict¨®ricas, y buscaba un lenguaje primario, universal".
Las ense?anzas de Gal¨ª en el Cercle de Sant Lluc son un referente obligado. "Ten¨ªa que hacer una naturaleza muerta con objetos m¨¢s o menos incoloros: un vaso de agua, un jarr¨®n transparente, una patata. ?Y me sal¨ªa una puesta de sol!". Fue entonces cuando Gal¨ª le aconsej¨® que tocase los objetos con los ojos cerrados, que descubriese los vol¨²menes palpando. Y si en 1924 el artista reconoce: "Cuando pinto acaricio lo que hago", eso no impide que la caricia pueda ser muy ruda, llegar a frotar la tela, a rascarla, a perforarla, a pegar en su superficie maderas o papeles mal recortados. "Es una tentativa de asesinato de la pintura, que tiene su c¨¦nit entre 1929 y 1932 y que se prolonga hasta 1933. Presentamos algunos de sus collages, que son obras muy fr¨¢giles", explica la comisaria de la exposici¨®n.
El aterrizaje mironiano en Par¨ªs no es f¨¢cil pero tampoco complicado. "Su marchante, Pierre Matisse, logr¨® introducirle muy pronto en el mercado americano. Los primeros a?os le enfrentan a la especulaci¨®n formal reinante puesto que a ¨¦l lo que le interesaba era el punto de partida, la energ¨ªa y no el perfeccionismo. Los surrealistas lo adoptaron pero ¨¦l no se dej¨® adoptar. Es una personalidad un poco al margen de la historia del arte. Andr¨¦ Breton, al hablar del car¨¢cter infantil de la pintura de Mir¨®, ha perjudicado su comprensi¨®n pues lo que ¨¦l buscaba era la infancia de la pintura, sus or¨ªgenes, la pintura de antes de la pintura, que es otra cosa. Era un hombre muy cultivado, que supo reservar siempre su tiempo para trabajar de manera ordenada. Es impresionante: programa sus series, realiza una tras otra, a menudo una contra la anterior y, a diferencia de muchos pintores, tiende a ser m¨¢s perfeccionista en los peque?os formatos y m¨¢s atrevido en los grandes. Pero juega con la escala. Lo que ves, diminuto, en los Carnets Catalans luego aparece, agrandado, en las telas".
Esos famosos Carnets han sido prestados para la ocasi¨®n por la Fundaci¨®n Mir¨®. "Gracias a ellos es posible seguir esa din¨¢mica de series antit¨¦ticas, el trabajo sistem¨¢tico e inteligente de Mir¨®", dice Agn¨¨s de la Beaumelle. Las 240 obras reunidas, de entre ellas unas 120 pinturas, proceden de museos y coleccionistas de medio mundo. "Y permiten seguir la construcci¨®n de un vocabulario personal que en 1934 ya aparece completo y dispuesto para su utilizaci¨®n".
Para la comisaria es impor
tante subrayar que Joan Mir¨® es un gran admirador de Pablo Picasso y Henri Matisse, "pero estima que hacen demasiadas concesiones comerciales. Frente a Picasso, que es como una esponja y lo absorbe todo, Mir¨® s¨®lo abre la puerta a lo que le interesa. Se autodefin¨ªa como un eremita-guerrero, le¨ªa tambi¨¦n los a m¨ªsticos espa?oles, a Nietzsche, era un tipo educado que sab¨ªa ser brutal, que acud¨ªa bien trajeado a los vernissages, pero que se fund¨ªa con la naturaleza, que dec¨ªa que quer¨ªa hacer el amor con la tierra".
El recorrido por los 2.100 metros cuadrados de la exposici¨®n arranca con testimonios gr¨¢ficos de su incesante ir y venir entre Montroig y Par¨ªs para luego seguir cronol¨®gicamente las distintas series: naturalezas muertas, paisajes y retratos (1917-1918), las llamadas pinturas "detallistas" (1918-1920), los carnets, los dibujos de 1924, el carnaval y Arlequ¨ªn (1924-1925), la de payeses catalanes (1924-1925), la de sue?os de 1925 o las pinturas-poemas del mismo a?o, los "paisajes imaginarios" (1926-1927), material de 1927, incluido el dedicado a los hermanos Fratellini, los interiores holandeses de 1928 creados a partir de postales, los "retratos imaginarios" (1928-1929) de la Fornarina o de Mrs. Mills, los de la danseuse espagnole, los collages y construcciones que dominan el inicio de los a?os treinta hasta desembocar en el definitivo retorno a la pintura en 1933.
El "viaje" se acaba con los tres "azules", telas en las que de nuevo el fondo es un espacio de resonancia en el que flotan las criaturas mironianas. "Hay momentos en que los fondos de las telas de Mir¨® son m¨¢s potentes que las figuras, son la historia del cuadro. Eso impresion¨® mucho a gente como Pollock. Los procedimientos de la action painting est¨¢n prefigurados en esos fondos", concluye Agn¨¨s de la Beaumelle.
Joan Mir¨® 1917-1934. Centro Georges Pompidou de Par¨ªs. Del 3 de marzo al 28 de junio.
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