Velas del milenio
Para explicar a un profano las caracter¨ªsticas del racionalismo arquitect¨®nico servir¨ªan muchas de las obras realizadas por uno de sus padres fundadores, Le Corbusier, pero no la capilla de Ronchamp. Esta fantas¨ªa expresionista representa una cesura en la evoluci¨®n de la obra del maestro suizo, exactamente tal y como la iglesia Dives in Misericordia, recientemente consagrada en Roma, es un hito ins¨®lito en la trayectoria profesional de uno de sus herederos, el "neorracionalista" norteamericano Richard Meier.
La iglesia surge en un solar triangular, que se presenta como ensanche del barrio perif¨¦rico de Tor Tre Teste. Se accede hasta ella por una calle en ligero ascenso, y a trav¨¦s de dos series de bloques de viviendas que se abren en forma de V, como anunciando el acontecimiento extraordinario que encontraremos en la explanada. La iglesia aparece de frente, rematando el eje con un impulso vertical.
"La luz se utiliza como met¨¢fora del bien en toda su perfecci¨®n, seg¨²n el significado que le atribuyen poetas, pintores, m¨²sicos y pont¨ªfices"
Tres poderosas paredes, curvas y blanqu¨ªsimas, se alzan con fuerza en un entorno urbano caracterizado por edificios de l¨ªneas rectas. Tres biombos que cantan en el aire como velas de barcos empujados por el viento, henchidas de un dinamismo imparable. Ante el que llega, se presentan de perfil: son muros libres que se elevan con gesto ostentoso de orgullo, cada uno elev¨¢ndose por encima del siguiente: m¨¢s bajo el exterior, m¨¢s alto el interior, hasta alcanzar los 26 metros. Mirados desde el Sur presentan una superficie compacta y densa, de ese blanco absoluto caracter¨ªstico de la obra de Meier, surcada por l¨ªneas como meridianos y paralelos de forma que parecen partes desgajadas de un gigantesco mapamundi. Adem¨¢s de "velas", las tres secciones de esfera son tan s¨®lidas y ligeras como conchas, y brillan espl¨¦ndidas e inmaculadas con la luz del d¨ªa.
El espacio que definen estos
muros curvos no es un espacio cerrado: los laterales y el techo se cierran con vidrio transparente. "En Roma se encuentran iglesias de todas las ¨¦pocas", ha dicho Meier, "y en cada una de ellas se reconoce el momento al que pertenecen. Dives in Misericordia se ha construido a caballo de los siglos XX y XXI, y es hija de su tiempo. Admiro especialmente a Borromini y pienso que en sus iglesias la elaboraci¨®n de la luz es algo fundamental y excelso. Tambi¨¦n yo he querido realizar un proyecto definido por la luz, aunque interpretada de un modo distinto, coherente con nuestra ¨¦poca".
Si en las obras barrocas de Borromini la luz desciende desde lo alto, relampagueando en m¨²ltiples aberturas y multiplic¨¢ndose en mil reflejos, el edificio de Meier construye un universo totalmente nuevo. La sensaci¨®n que se experimenta al entrar en la iglesia no es la de recibir una luz nueva, distinta, reelaborada a trav¨¦s de la forma arquitect¨®nica, sino la de encontrarse sumergido en una atm¨®sfera celeste. Porque es hacia arriba donde la mirada se dirige autom¨¢ticamente, guiada por el gesto acariciador de las velas. Aqu¨ª, la generosa vidriera transparente no muestra otra cosa que el cielo: el efecto logrado es, pues, el de reencontrar los colores del cielo hasta el nivel del horizonte. La amplitud del movimiento envolvente de las superficies esf¨¦ricas abre la vista hacia un espacio en expansi¨®n din¨¢mica que, captado como en una fotograf¨ªa tridimensional, se percibe con inusitada inmediatez.
"No creo que nadie, entrando en esta iglesia, pueda evitar alzar la mirada", asegura el arquitecto. "Desde dentro se ve el mundo exterior, pero de un modo distinto. Porque al mismo tiempo todo nos induce a mirar dentro de nosotros mismos. La espiritualidad del espacio arquitect¨®nico se manifiesta en el momento en que la persona entra en contacto con ¨¦l. La arquitectura predispone a la experiencia espiritual en la medida en que no deja indiferente. Creo que ¨¦sta es verdaderamente una iglesia por c¨®mo se articula en ella el espacio: el c¨ªrculo representa la perfecci¨®n, la c¨²pula del firmamento. El cuadrado representa la tierra, los cuatro elementos y el intelecto".
Un corredor alargado y que alcanza toda la altura del edificio separa las dos partes que lo componen. Las dependencias parroquiales conforman un juego de vol¨²menes prism¨¢ticos. Para el espacio lit¨²rgico propiamente dicho con dificultad podr¨ªamos usar el t¨¦rmino "edificio", generalmente asociado a la idea de cuatro muros que cierran un recinto, porque aqu¨ª nos encontramos en un ¨¢mbito totalmente diferente; cada una de las pantallas c¨®ncavas que lo definen es un casquete esf¨¦rico apoyado en el suelo. Meier ha materializado un gesto audaz: tomar un elemento arquitect¨®nico fuertemente enraizado en la historia y con un gran valor simb¨®lico como la c¨²pula, seccionarla y volcarla para mostrar lo que ha estado escondiendo a lo largo de los siglos: justamente el cielo.
El espacio lit¨²rgico se dispone longitudinalmente, como una nave tradicional. Cada concha presenta una abertura: la exterior un corte horizontal al nivel del suelo; y las interiores amplios vanos que permiten la dilataci¨®n del espacio de la nave. Entre las velas se disponen la pila bautismal y la capilla de uso diario, separadas por un bloque de confesionarios. El espacio se estructura as¨ª a trav¨¦s del di¨¢logo entre la divisi¨®n impuesta por las velas recortadas sobre el cielo y la distribuci¨®n racional de los escenarios para la liturgia.
Dice Meier: "Del dise?o mismo de la iglesia se generan forma y luz, estructura y movimiento, un todo que recibe y dona al mismo tiempo. La luz se utiliza como met¨¢fora del bien en toda su perfecci¨®n, seg¨²n el significado que le atribuyen poetas, pintores, m¨²sicos y pont¨ªfices. En la arquitectura, como en cualquier otra expresi¨®n creativa, la luz ha sido siempre un manantial de inspiraci¨®n; aqu¨ª desciende a lo largo de la cara interior de cada vela, confiriendo en sus distintas gradaciones un car¨¢cter propio a la nave, a la capilla y a la pila bautismal". Las tres velas son autoportantes y est¨¢n construidas ensamblando "sillares" formados por una estructura met¨¢lica revestida de placas de hormig¨®n prefabricado.
Esta iglesia marca un hito no s¨®lo en la carrera de Richard Meier, sino tambi¨¦n en la evoluci¨®n de la arquitectura de Roma. A comienzos de la d¨¦cada de 1990 y con vistas al Jubileo de 2000, el Vicariato lanz¨® el gran proyecto de construir 50 iglesias nuevas en barrios perif¨¦ricos. Para una de estas iglesias se convoc¨® en 1995 un concurso internacional entre seis de los mayores exponentes de la arquitectura contempor¨¢nea: Tadao Ando, G¨¹nther Behnisch, Santiago Calatrava, Peter Eisenman, Frank Gehry y Richard Meier. Ando propuso un prisma triangular de hormig¨®n; Behnisch recurri¨® a la imagen de un oasis que integraba lo natural y lo construido; Calatrava dise?¨® una tienda hiperb¨®lica; Eisenman proyect¨® una nave con paredes "multimedia" (versi¨®n tecnol¨®gica de las vidrieras medievales), y Gehry present¨® un proyecto de resonancias mon¨¢sticas, un conjunto de vol¨²menes alrededor de un patio. Se proclam¨® vencedor a Meier, con las velas que forman un abrazo envolvente, como un gigantesco seno materno. Y probablemente sea esa imagen la que hizo que ganara el concurso: las "velas" representan eficazmente la idea del abrazo y la acogida.
Es ¨¦ste el primer templo erigido como s¨ªmbolo del Jubileo de 2000 y de un nuevo esp¨ªritu de apertura al mundo contempor¨¢neo. Y quiz¨¢ no sea casual que, adem¨¢s de Meier, otros dos de los arquitectos invitados fueran de origen hebreo. "Esta iglesia", ha dicho el papa Juan Pablo II en el mensaje le¨ªdo con ocasi¨®n de la consagraci¨®n, "quedar¨¢ como recuerdo perenne del A?o Santo y del XXV aniversario de mi pontificado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.