Aguas ti?osas
Dice Cuba en la mano: "Aura ti?osa (Cathartes Aura, familia Vulturidas): Ave de rapi?a, diurna, de aspecto repugnante, plumaje negro, cabeza desprovista de plumas, con arrugas detr¨¢s del cuello y sobre el occipucio, pico rosado amarillento en la base, ojos de color carm¨ªn con un cerco azul alrededor de las pupilas y pies rosados. Afirma el doctor Gundlach que no ha visto otra ave que vuele de un modo m¨¢s perfecto. Cuando busca alimento, el Aura vuela en todas direcciones o en l¨ªnea recta, describiendo grandes c¨ªrculos, sin dar aletazos. Al distinguir el cad¨¢ver de un animal, desciende achicando los c¨ªrculos cada vez m¨¢s, y entonces aletea hasta posarse a poca distancia de su inm¨®vil presa".
Pero hay ti?osas pol¨ªticas. Una muestra temprana de aura ti?osa fue Roberto Fern¨¢ndez Retamar (a quien Pablo Neruda en sus memorias llam¨® "el sargento Retamar") entrevistado por la televisi¨®n de cable americana. Cuando le preguntaron por m¨ª dijo que yo era un contrarrevolucionario visceral olvidando que el coraz¨®n es tambi¨¦n una v¨ªscera. Preguntado por qu¨¦ mis libros estaban prohibidos en Cuba respondi¨® con un proyecto de Aura: "Cuando se muera", asegur¨®, "entonces lo publicaremos". Las otras auras ti?osas lo imitaron. Despu¨¦s de todo, todos no hac¨ªan m¨¢s que copiar el metodo sovi¨¦tico: all¨¢ publicaron a Nabokov y a Stravinsky despu¨¦s de muertos. Antes, mencionarlos siquiera era una actividad condenada por el Estado.
Ernesto Lecuona, el eminente pianista y compositor cubano, muri¨® en el exilio de Islas Canarias, pero pidi¨® que no lo enterraran en Cuba bajo Fidel Castro. Est¨¢ enterrado en Nueva York. Durante a?os su m¨²sica no fue o¨ªda en Cuba, hasta que descubrieron que los derechos de autor de Lecuona daban m¨²ltiples beneficios para las arcas cubanas. Lecuona est¨¢ todav¨ªa enterrado en Nueva York pero su m¨²sica se toca y se oye y se silba en Cuba castrista.
El caso de Lydia Cabrera es m¨¢s singular. Exiliada temprana (ya estaba establecida en el exilio en 1960) Lydia era una contraria formidable. Cuando muri¨® se edit¨® en Cuba su obra maestra El monte, un libro capital de la religi¨®n afrocubana y una muestra impecable de antropoes¨ªa. El libro fue impreso y sus ejemplares guardados en el almac¨¦n de la imprenta -de donde desaparecieron de la noche a la ma?ana-. Todos. Se supo que los hab¨ªan robado ladrones ocultos pero se pod¨ªan comprar ejemplares que se vend¨ªan a precio de d¨®lares en los rincones oscuros de La Hababa Vieja. El libro era un tesoro que los practicantes de la santer¨ªa quer¨ªan tener. No hubo una segunda edici¨®n.
Labrador Ruiz ten¨ªa una lengua afilada que practicaba como un florete en su esgrima contrarrevolucionaria. Cuando muri¨® en Miami no se publicaron los hechos de su vida, sino que uno de esos mi?ones del ministerio de Cultura escribi¨® un perfil de Labrador en el exilio que era una obra maestra -de la mendacidad-. All¨ª se dec¨ªa que Labrador y su mujer Chech¨¦ viv¨ªan en la penuria m¨¢s extrema. Sucede que la verdad es contrarrevolucionaria. Labrador y Chech¨¦ viv¨ªan en un confortable apartamento pagado por el municipio de Miami y recib¨ªa todos los d¨ªas una cantina con su comida favorita cocinada por un restaurante modelo.
Carro?a temprana fue la de Jorge Ma?ach. Ensayista y un dem¨®crata ejemplar, hab¨ªa llegado en su oposici¨®n a Batista a escribirle a Fidel Castro el discurso que ofreci¨® al tribunal, que lo conden¨®, y al pueblo de Cuba. Esa pieza oratoria ten¨ªa como nombre una cita directa de Hitler, tomada del Mein Kampf: "La historia me absolver¨¢". La misma historia conden¨® a Ma?ach a un exilio temprano. Toda su biblioteca fue confiscada y sus libros hechos picadillo de papel. Al poco tiempo de morir se pod¨ªa citar a Ma?ach como un ejemplo de intelectual equivocado pero estimable.
Lino Novas Calvo es, quiz¨¢s, el m¨¢s grande cuentista cubano, aunque nacido en Galicia. Durante su juventud desempe?¨® los m¨¢s variados oficios (entre ellos chofer de taxi habanero) y se hizo comunista y fue un temprano ejemplo de intelectual comprometido: lleg¨® a ser redactor del diario comunista Hoy. Su exilio fue tambi¨¦n temprano y ejerci¨® en Estados Unidos como profesor en una universidad americana. Por un tiempo fue silenciado y ninguneado y hecho desaparecer del panorama literario cubano que una vez prestigi¨®. Cuando muri¨® en Nueva York se hizo una edici¨®n cubana de su novela Pedro blanco, el negrero y se publicaron vol¨²menes con sus cuentos maestros. Hasta se hizo una frase: "Regresa, Lino. Todo est¨¢ perdonado".
El caso de Manuel Moreno Fraginals no es sui generis pero s¨ª es ejemplar. Moreno Fraginals estuvo escribiendo por m¨¢s de diez a?os una monograf¨ªa que ser¨ªa su opus magnum. Titulada El central era un estudio total del az¨²car desde la plantaci¨®n o ca?averal hasta el az¨²car blanca. El central ten¨ªa una dedicatoria que era un contrasentido: dec¨ªa "a... Che Guevara". Sucede que Guevara fue el enemigo ac¨¦rrimo del az¨²car. Antes hab¨ªa un lema, "Sin az¨²car no hay pa¨ªs", que declaraba cu¨¢nto deb¨ªa Cuba al az¨²car como producto de exportaci¨®n. Guevara se dio a la tarea de demostrar que sin az¨²car s¨ª hab¨ªa pa¨ªs y en su empe?o destruy¨® la industria azucarera. El libro de Moreno Fraginals, publicado en Cuba cuando el autor resid¨ªa en la isla, casi un coffee table book por sus excelentes ilustraciones, fue recibido con elogios dentro y fuera de Cuba. Pero sucedi¨® que Fraginals decidi¨® exiliarse en Miami y su libro cay¨® en un olvido voluntario: no aparec¨ªa por ning¨²n lado en Cuba- hasta que Fraginals muri¨® y su obra maestra fue rescatada del olvido a que la hab¨ªan condenado en la isla-. Fue casi un renacer de El central. El autor muri¨® y con su muerte hizo volver a la vida a su libro.
El caso m¨¢s reciente y m¨¢s extremo fue el de Reinaldo Arenas. Como saben los que han le¨ªdo su testamento pol¨ªtico o hayan visto su biograf¨ªa f¨ªlmica, Antes que anochezca, Reinaldo fue un exiliado combativo (y combatido desde Cuba con el silencio) y un vocero contrarrevolucionario. Tanto que es su testamento pol¨ªtico (que la pel¨ªcula omiti¨®) y all¨ª declara culpable de su suicidio no al r¨¦gimen sino a Fidel Castro directamente. Antes que anochezca tiene como ep¨ªlogo una visi¨®n de PM, el corto metraje que hicieron Saba Cabrera, mi hermano, y Orlando Jim¨¦nez. All¨ª, despu¨¦s de la fiesta de colores que es la pel¨ªcula, era una esquela en blanco y negro, lapeliculita siempre una obra maestra. El ¨¦xito de Antes que anochezca, la pel¨ªcula, se reflej¨® en las ventas de las memorias de Arenas y ha sido vista en todas partes como su testamento y su memoria p¨®stuma.
Ahora viene la ¨²ltima edici¨®n de rescate de Arenas. Hay que recordar que Reinaldo en Cuba s¨®lo mereci¨® el silencio y la calumnia y la c¨¢rcel y que era un enemigo ac¨¦rrimo del r¨¦gimen de Castro y una v¨ªctima hist¨®rica y, lo que es m¨¢s flagrante, literaria tambi¨¦n. Pero hay una coda que es un fest¨ªn para las auras. Acaba de aparecer en Cuba una entrevista ?con la madre de Arenas! Esta pobre se?ora fue una madre que Reinaldo veneraba. Ahora es una buena revolucionaria que ha perdido a su hijo que deviene, en sus palabras, un revolucionario equivocado, a punto de regresar a Cuba, despu¨¦s de fugado y calumniado y odiado como ninguno. La madre ejemplar ha recibido un premio y Fidel Castro le ha dado un apartamento en un edificio dedicado a alojar a escritores y artistas del r¨¦gimen. A cambio sus palabras hieren la memoria de Arenas de una manera abominable. Hay que hacerse, sin embargo una pregunta, ?qui¨¦n de los poetas y pintores y escritores desaparecidos en el exilio y ausente de la historia revolucionaria reaparecer¨¢ como una carro?a digestible? Puedo proponer varios, el eminente historiador Levi Marrero, muerto en Puerto Rico hace dos a?os, el poeta Eugenio Florit, muerto nonagenario en Miami (noticia de ¨²ltimo minuto: ya se prepara en La Habana una antolog¨ªa del poeta que nunca mencionaron en Cuba vivo) y, ?por qu¨¦ no decirlo, para volver a la proposici¨®n de Retamar, yo mismo? La costumbre me hace poner al pie de p¨¢gina un aviso de copyright, que el r¨¦gimen comunista no reconoce, y no se salta porque me exalta.
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