La europeizaci¨®n universitaria cuesta
La construcci¨®n del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior durante esta primera d¨¦cada del siglo XXI no est¨¢ exenta de dificultades, pero merece la pena. Pocas veces en sus ocho siglos de historia hab¨ªan tenido las universidades una oportunidad semejante: ser protagonistas destacadas en la vertebraci¨®n de un nuevo proyecto de convivencia, definido por la construcci¨®n social y pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea.
Este papel relevante de la universidad en la nueva sociedad est¨¢ sujeto a que se revisen las condiciones que precisa para el buen hacer en sus actividades educativas y de investigaci¨®n. La vinculaci¨®n con el entorno social, empresarial y tecnol¨®gico, la autonom¨ªa acad¨¦mica y la rendici¨®n de cuentas respecto a la calidad de su respuesta a las demandas sociales emergentes, son algunas de ellas. Pero tambi¨¦n es necesario que disponga de mayores recursos, y que los utilice eficientemente, si queremos que el nuevo proyecto de convivencia que consagra la naciente Constituci¨®n Europea sirva para consolidar la "Europa del Conocimiento".
El paso de las declaraciones solemnes a la realidad tangible pone al descubierto no pocas debilidades existentes, que responden en buena medida a la insuficiente dotaci¨®n econ¨®mica de la universidad europea en t¨¦rminos absolutos, y m¨¢s a¨²n si se la compara con la norteamericana. Si no disponen a corto plazo de los recursos necesarios, las instituciones de educaci¨®n superior europeas no podr¨¢n liderar el proyecto de una sociedad avanzada en saberes que pueda competir con la americana.
Los datos actuales son desfavorables: los europeos no s¨®lo dedican recursos por valor de menos de la mitad, en t¨¦rminos de porcentaje del PIB, que los norteamericanos a las actividades universitarias, sino que adem¨¢s se muestran incapaces de completar la financiaci¨®n p¨²blica con fondos privados -proporcionados por empresas o fundaciones- como hacen al otro lado del Atl¨¢ntico; en consecuencia, los medios que tiene un estudiante europeo a su disposici¨®n no llegan a la mitad de los de su hom¨®logo norteamericano. Si no hay m¨¢s financiaci¨®n que la hoy disponible, las universidades europeas no podr¨¢n asumir con ¨¦xito el protagonismo que los organismos comunitarios prev¨¦n para ellas.
Peores incluso son los datos econ¨®micos si el an¨¢lisis se circunscribe al caso espa?ol. Las cifras hechas p¨²blicas en septiembre pasado por la OCDE en su informe anual Education at a Glance resultan desalentadoras. ?ltimamente no s¨®lo no se ha recuperado terreno, sino que se ha perdido. En lugar de convergencia hay divergencia en la inversi¨®n espa?ola destinada a la educaci¨®n: nuestro actual 4,9% del PIB frente al 5,9% promediado por los pa¨ªses de la OCDE, se agrava al constatar que en los cinco a?os comprendidos entre 1995 y 2000 se ha retrocedido en Espa?a del 5,5 al 4,9: o sea, hemos desandado parte del camino recorrido en los a?os anteriores. As¨ª pues, el crecimiento econ¨®mico de nuestro pa¨ªs en el ¨²ltimo lustro no se ha reflejado en un esfuerzo presupuestario comparable dedicado a la formaci¨®n de sus ciudadanos. El Gobierno conservador no ha aprovechado una ocasi¨®n tan propicia: ?s¨¢quese la oportuna conclusi¨®n! Y no caben excusas: la financiaci¨®n es el medio esencial para que las funciones docentes e investigadoras de las universidades se cumplan satisfactoriamente, en el contexto de autonom¨ªa acad¨¦mica y organizativa que reconoce la Constituci¨®n Espa?ola de 1978.
La financiaci¨®n de las universidades espa?olas es, pues, insuficiente, seg¨²n acabamos de ver. Un 0,9% del PIB de gasto p¨²blico en educaci¨®n universitaria en Espa?a frente al 1,4% medio en la Uni¨®n Europea pone de manifiesto esta deficiencia, destacada en el libro La financiaci¨®n de las universidades: un estudio por Comunidades Aut¨®nomas, editado por la CRUE. Tambi¨¦n es desfavorable la comparaci¨®n, seg¨²n los datos de la OCDE, de la componente p¨²blica de los recursos destinados a la educaci¨®n superior: el 74,4% en Espa?a frente al 78,6% correspondiente al valor medio. M¨¢s desfavorable es la comparaci¨®n respecto a las cifras correspondientes a Francia (85,7%), Alemania (91,8%) o, incluso, Portugal (92,5%).
Por a?adidura, la financiaci¨®n de los estudios universitarios en Espa?a no s¨®lo es insuficiente: tambi¨¦n es injusta. Seg¨²n datos del mismo informe, en el a?o 2000 se dedic¨® en nuestro pa¨ªs para ayudas a los estudiantes el 0,08% del PIB, un tercio del valor medio empleado por los pa¨ªses de la OCDE (0,24%). Adem¨¢s, seg¨²n la Federaci¨®n de Usuarios y Consumidores Independientes, el coste medio por curso es de unos 700 euros en una universidad p¨²blica, y alcanza casi los 6.000 en una privada, sin tener en cuenta los gastos adicionales -superiores, en el caso de desplazamiento fuera del domicilio familiar- de alojamiento y manutenci¨®n.
?Qu¨¦ reforma necesita la financiaci¨®n de las universidades en Espa?a? Ante todo y con car¨¢cter indispensable, que proporcione medios suficientes para que sean viables otro tipo de reformas. Mediante un gran pacto financiero entre el Gobierno Central y los Gobiernos Aut¨®nomos, fuera del debate partidista, como apuntaba no hace mucho el Presidente de la CRUE, el rector Juan V¨¢zquez, o como algunos venimos proponiendo desde hace a?os; con un acuerdo que tenga continuidad temporal suficiente, que no est¨¦ supeditado a los calendarios electorales. ?sta es una condici¨®n necesaria, que dir¨ªan los matem¨¢ticos, pero... no es suficiente. Un compromiso compartido de tal calado debiera contener tambi¨¦n las medidas legislativas oportunas para que se favoreciese la diversificaci¨®n del origen de los recursos: incentivos fiscales para donaciones, fundaciones, empresas, etc¨¦tera.
Sobre la base de un incremento suficiente de los recursos disponibles, el establecimiento de objetivos prioritarios para la pol¨ªtica universitaria en nuestro pa¨ªs y la asignaci¨®n de una parte de la financiaci¨®n ligada a los resultados alcanzados -cuyo seguimiento se efect¨²e mediante indicadores consensuados previamente- constituir¨¢n un salto cualitativo, beneficioso para el buen funcionamiento de las instituciones.
Un aspecto clave de las reformas de ¨ªndole econ¨®mica estar¨¢ constituido por la implantaci¨®n de sistemas de incentivos a la eficiencia en el uso de los caudales p¨²blicos, que premie los avances y las innovaciones en el progreso hacia la excelencia docente e investigadora. La rendici¨®n de cuentas, la introducci¨®n de sistemas ¨¢giles de informaci¨®n y la dotaci¨®n de estructuras y pr¨¢cticas de gesti¨®n eficaz deber¨¢n completar la nueva arquitectura financiadora.
De igual modo que no hay reforma que sea efectiva si no lleva aparejada una dotaci¨®n presupuestaria acorde con sus fines, la europeizaci¨®n de las universidades espa?olas no es gratuita, tiene un coste. Y es necesario que quienes tienen la responsabilidad de asumirlo lo hagan sin demora.
Francesc Michavila es catedr¨¢tico y director de la C¨¢tedra Unesco de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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