"A alguien habr¨¢ que agradecerle que cerrar¨¢n las f¨¢bricas de emigrantes"
Dice Mar¨ªa Leal que en Andaluc¨ªa ya se cerraron las f¨¢bricas de emigrantes. Que ya hace m¨¢s de 20 a?os que nadie llega de all¨ª como lleg¨® Francisco Machado Quesada, "con una maleta de palo reatada con cuerdas", aquella noche del 15 de agosto de 1956 que tuvo que dormir en un banco de El Arenal de Bilbao. Que ya nadie tiene que vivir el drama rotundo que vivi¨® ella misma cuando, a finales de los setenta, se vino llorando desde la playa de Conil hasta la de Ondarroa, m¨¢s de mil kil¨®metros de los de entonces, buscando a su marido que estaba embarcado. Dice Mar¨ªa que ella ni sabe ni quiere hablar de pol¨ªtica, pero que "a alguien habr¨¢ que agradecerle que en Andaluc¨ªa ya no haya f¨¢bricas de emigrantes".
Ahora Mar¨ªa vive en Ermua, justo en el l¨ªmite de las provincias de Vizcaya y Guip¨²zcoa. Ella, como muchos de los 70.000 andaluces que llegaron a Euskadi entre las d¨¦cadas de los sesenta y los setenta, vive atrapada entre un pasado que le gustar¨ªa recuperar y un futuro que se lo impide. "Ni yo ni ninguna de estas nos podemos volver", explica Mar¨ªa se?alando a sus amigas del Centro Cultural Andaluz de Ermua, "?c¨®mo nos vamos a ir de aqu¨ª sin nuestros hijos...? Ellos nacieron aqu¨ª y tienen hijos aqu¨ª. Yo echo de menos mi C¨¢diz todos los d¨ªas de mi vida. Pero no podr¨ªa vivir echando de menos a mis hijos y a mis nietos".
As¨ª que todos las d¨ªas Mar¨ªa acude al centro andaluz, unos para hacer gimnasia, otros para bailar sevillanas y todos para curarse de la nostalgia. "Hay algunas que nos hemos adaptado bien", cuenta, "pero otras siguen sufriendo lo suyo con el idioma. El otro d¨ªa me encontr¨¦ a Carmen, una se?ora de unos setenta a?os, que iba gritando por la calle ?oye, oyeeee! y nadie le hac¨ªa caso, as¨ª que me acerqu¨¦ a preguntarle ?a qui¨¦n llamas, Carmen? y ella me dijo: a mi nieto, hija, que lo va a coger un coche". Las amigas de Mar¨ªa se r¨ªen antes de que termine la historia, y ella aclara en voz baja: "Es que el nieto de Carmen se llama Oier, un nombre vasco, y por eso la criatura ni respond¨ªa".
Igual que en las tabernas antiguas se prohib¨ªa el cante, en los centros andaluces de Euskadi no est¨¢ permitido hablar de pol¨ªtica. "Es la ¨²nica manera que tenemos de llevarnos bien", explica Antonio Hueso Gal¨¢n, de 74 a?os.
Antonio sali¨® en 1955 de su pueblo, Teba (M¨¢laga), y trabaj¨® en Francia y Alemania antes de llegar a Barakaldo, donde en la d¨¦cada de los sesenta lleg¨® a haber hasta 1.800 trabajadores procedentes de su mismo pueblo. Ahora, ya jubilado, comparte las horas muertas en el centro andaluz de Barakaldo con sus amigos Francisco Machado Quesada, Enrique Salguero -ambos de Teba- y Jos¨¦ C¨®rdoba, de Rute (C¨®rdoba). La est¨¦tica de este centro andaluz es muy parecida a la del de Ermua: pa?os de croch¨¦ blancos y verdes, cuadros de la Virgen del Roc¨ªo, fotos de toreros antiguos y arcos de mamposter¨ªa simulando la Mezquita. Aunque Antonio Hueso insiste en que la pol¨ªtica es asunto vetado, basta plantear un peque?o cuestionario para averiguar por d¨®nde van los tiros. ?Qui¨¦n es el candidato socialista? "Chaves", contestan a coro los andaluces de Barakaldo. ?Y qui¨¦n se presenta por el PP? "No tenemos el gusto de conocer a ese se?or", responden las andaluzas de Ermua.
Al final, tanto unas como otros hacen un aparte para saltarse la prohibici¨®n: "?Usted sabe cu¨¢l es la suerte que tiene el PP aqu¨ª...? Que nosotros estamos censados en Euskadi y no podemos votar a Chaves".
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