La memoria de los que olvidan
Mar¨ªa Luisa Cabeza ayuda a enfermos de Alzheimer a estimular la memoria para retrasar el avance de la enfermedad
A Mar¨ªa Luisa Cabeza se le movi¨® algo por dentro cuando conoci¨® a Benedicta. Fue, quiz¨¢, el d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil que recuerda haber pasado desde que es voluntaria en el centro de estancia diurna de la asociaci¨®n de familiares de enfermos de Alzheimer Afa-Vitae en San Fernando (C¨¢diz). Porque ambas tienen la misma edad, 50 a?os. Pero Benedicta empieza a sumirse en la oscuridad del Alzheimer. Y Mar¨ªa Luisa est¨¢ en el lado contrario, tirando de ella, hablando con ella, escuch¨¢ndola para que, al menos, no se hunda m¨¢s. Es lo ¨²nico que puede hacer ante una enfermedad que empieza con peque?os olvidos y termina con la muerte en vida si no se le pone remedio.
Hace un a?o y medio que Mar¨ªa Luisa Cabeza Bernal es voluntaria en el centro. Ama de casa y madre de tres hijos, acude a la asociaci¨®n dos veces a la semana: "Es como una responsabilidad que tengo. Aunque me surja cualquier otra cosa, siempre voy al centro". Mar¨ªa Luisa es una mujer delgada y callada, aunque siempre est¨¢ sonriendo. Antes de entrar por la puerta, se deja sus problemas y sus preocupaciones en la entrada y no los recoge hasta que vuelve a salir: "Aqu¨ª trabajas con la paciencia. Entras con un talante distinto al que tienes en casa. Todos los problemas te los dejas all¨ª, en casa, y te vuelves mucho m¨¢s tierna".
Como madre llevaba 16 a?os participando en asuntos relacionados con la educaci¨®n, en consejos escolares y asociaciones de padres. Pero cuando su hijo menor dej¨® el instituto, decidi¨® cambiar. Dej¨® la escuela por cuidar a los enfermos de Alzheimer: "Cuando entr¨¦ aqu¨ª ten¨ªa un poco de miedo, porque yo ven¨ªa de centros escolares, de estar siempre rodeada de ni?os, de adolescentes, de vida. Esto es lo contrario, es como llegar al final".
Mar¨ªa Luisa es s¨®lo una pieza del complejo puzzle de Afa-Vitae. Todo el personal lo componen 90 personas que se reparten en tres turnos. Hay m¨¦dicos, pod¨®logos, enfermeros, trabajadores sociales, fisioterapeutas, voluntarios, conductores y hasta un servicio de peluquer¨ªa. Recogen a los pacientes en casa, los llevan, les visan las recetas, los peinan, hacen gimnasia... Es como una ciudad peque?ita donde los enfermos encuentran de todo. La idea es que se sientan como si estuvieran en su casa y que siempre est¨¦n ocupados. Trabajan para no darle tregua a la enfermedad, que no pase de la etapa leve a la m¨¢s grave sin ponerle freno.
La labor de los voluntarios puede ser muy variada. En el caso de Mar¨ªa Luisa, su trabajo pasa por rellenar las fichas de los enfermos, trabajar en los talleres donde se estimula la memoria de los enfermos o poner sus dos o¨ªdos bien atentos simplemente para escuchar todo lo que tienen que decir: "Cuando estoy con ellos, me convierto en su memoria".
Pero no es ella la que ayuda a los ancianos y no tan ancianos que acuden al centro de estancia diurna Afa-Vitae, sino todo lo contrario. Mar¨ªa Luisa los tiene siempre presentes todos los d¨ªas. Desde que trabaja con ellos, se ha dado cuenta de que la vida puede cambiar en un momento. Que nunca hay que dejar sonre¨ªr si se quiere ayudar a alguien. Y que a veces no merece la pena enfurecerse por peque?as cosas.
En lista de espera
"Necesito dinero". A Mari Pepa Rodr¨ªguez Casta?eda, presidenta de Afa-Vitae, no se le caen los anillos por pedir dinero y m¨¢s voluntarios. Todo lo que sea para ayudar a los enfermos. De la nada, esta mujer consigui¨® crear el centro de estancia diurna y ahora ve c¨®mo una residencia para 140 personas se est¨¢ levantando en San Fernando.
Todo lo que hace Mari Pepa, lo hace con una sonrisa en la boca y con una energ¨ªa que nadie sabe de donde saca despu¨¦s de haber vivido la enfermedad de su madre, que tuvo Alzheimer, y la de su marido. Esa misma sonrisa la transmite a los trabajadores y a los voluntarios del centro, como Mar¨ªa Luisa.
Gracias a la labor tit¨¢nica de todo el equipo, en esa residencia se podr¨¢ paliar la larga lista de espera que tiene el centro. Atiende a 98 enfermos, pero m¨¢s de 100 se han quedado fuera. Eso es lo m¨¢s duro de superar, porque en Afa-Vitae saben, porque lo han comprobado, que si bien el Alzheimer no se cura, s¨ª se para.
Por eso se sienten impotentes cuando hay un enfermo en la primera fase que sigue en lista de espera. "Es un error pensar que cuando a una persona se le diagnostica Alzheimer ya no se puede hacer nada por ella", asegura la presidenta. "Cuanto mejor est¨¦, m¨¢s se puede hacer porque el proceso se ralentiza. Hay familias que nos dicen que traer¨¢n al paciente cuando est¨¦ peor. Y cuando lo traen, ya no hay remedio". El Alzheimer no entiende de edad. Empieza con peque?os olvidos, cambios de humor, s¨ªntomas de depresi¨®n, agitaci¨®n y ansiedad, y problemas para expresarse. Los cambios de humor se convierten en c¨®lera y agresividad y, los peque?os olvidos, en lagunas.
Despu¨¦s, el paciente deja de reconocer a la gente, no puede comer solo, no controla los esf¨ªnteres, grita, llora y es incapaz de levantarse. Mar¨ªa Luisa y Mari Pepa ven a enfermos as¨ª todos los d¨ªas. Tambi¨¦n han visto c¨®mo algunos familiares los maltratan. Pero nunca se quejan delante de ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.