Vigilantes de ninguna parte
Una de las virtudes atribuibles a la mirada del desterrado podr¨ªa ser su capacidad para ver las cosas desde un distanciamiento eventualmente ir¨®nico, para sacar a la luz aquello que los aut¨®ctonos m¨¢s arraigados en su patria tienden a ignorar porque o bien lo tienen demasiado a la vista, o bien lo han ocultado en el cuarto de los trastos. El cubano Juan Pablo Ballester (Camag¨¹ey, 1966) lleva ya m¨¢s de diez a?os afincado en Barcelona sin que su integraci¨®n en la cultura catalana (y espa?ola) le haya privado de la fresca mirada de quien ve con otros ojos el mundo que le rodea y es todav¨ªa capaz de convertirlo en aut¨¦ntico objeto de experiencia. Hace un par de a?os present¨® una serie de fotograf¨ªas en las que retrataba j¨®venes xarnegos (hijos de inmigrantes) de las afueras de Barcelona acompa?ados de sus imponentes perros, en un ejercicio de aparente documentalismo narrativo en donde aquellos personajes, habitualmente relegados a los m¨¢rgenes, quedaban investidos de una dignidad insospechada. En esta ocasi¨®n, tras un oportuno desplazamiento de los acentos, lo que hace es jugar con la imagen de diversos s¨ªmbolos nacionales de lo catal¨¢n (piedras hist¨®ricas, una ermita rom¨¢nica, un bosque emblem¨¢tico, monta?as sagradas como Montserrat o el Canig¨®) ofrecidos en bastante abierto contraste con la chocante presencia de unos personajes tambi¨¦n simb¨®licos (se trata de j¨®venes de agencia de modelos disfrazados de mossos d'esquadra, polic¨ªas auton¨®micos) que, solitarios, sol¨ªcitos y desarmados, m¨¢s parecen amables gu¨ªas tur¨ªsticos, o meros individuos con historias que contar, que adustos guardianes del buen orden patrimonial. En este contexto doblemente idealizado, y de una apariencia tan enf¨¢ticamente pl¨¢cida, se entrecruza el imaginario colectivo -ansioso de gloria y de perpetuidad- con la mirada subjetiva que cede a la invitaci¨®n que habita en el deseo individual y que se despliega sobre esa esencial fugacidad de la que es alegor¨ªa la simple juventud. De hecho, no es preciso asumir una perspectiva queer -aunque s¨ª un tanto oblicua- para poder participar de ese juego. Por lo dem¨¢s, su lugar es enlloc (ninguna parte). Una referencia a la utop¨ªa tanto m¨¢s significativa cuanto que procede de alguien determinado a buscar su patria en todas partes.
JUAN PABLO BALLESTER
'Enlloc'
Galer¨ªa Tom¨¢s March
Aparisi y Guijarro, 7. Valencia
Hasta el 30 de marzo
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