El coraz¨®n escondido
"Naturalmente, todas tienen una triste historia que contar: atenci¨®n excesiva, insuficiente o de la peor clase. Alg¨²n cuento sobre pap¨¢s monstruosos y hombres embusteros, o mam¨¢s y amigos mezquinos que les hicieron da?o. Cada historia contiene un monstruo que las volvi¨® implacables en vez de valientes, as¨ª que abren las piernas antes que el coraz¨®n, donde aquella criatura se ha acurrucado". Esta declaraci¨®n de L. es la de una testigo de un drama de amor-odio que se ha venido desarrollando ante sus ojos durante m¨¢s de cuarenta a?os. Su visi¨®n de la historia que se narra va en cursiva, para diferenciarla del resto de la narraci¨®n, porque ella se mantiene aparte hablando desde el presente. Ella recuerda, los dem¨¢s act¨²an.
AMOR
Toni Morrison
Traducci¨®n de Jordi Fibla
Lumen. Barcelona, 2004
240 p¨¢ginas. 19,50 euros
La narraci¨®n de los hechos alterna dos voces: un narrador en tercera persona, un narrador despersonalizado que da cuenta de lo que sucede a los personajes desde ellos mismos y una primera persona que, en forma de yo o de t¨² utilizado como primera, entra y sale del relato del narrador a conveniencia de la autora. El resultado, ese salto o intercambio de voces hecho con toda fluidez y sin interrumpir el hilo narrativo, dota al texto de una flexibilidad y tambi¨¦n de una ambig¨¹edad extraordinaria. Es un artificio necesario porque la novela es un ejercicio de desvelamiento y ¨¦ste es un caso en que la forma se atiene en todo al sentido. Iniciamos la lectura como si estuvi¨¦ramos en una casa desconocida y a oscuras y la lectura avanza al comp¨¢s de la narraci¨®n del mismo modo que si, tanteando primero, probando a reconocer las habitaciones, abriendo ventanas y puertas, subiendo y bajando, la claridad fuera adue?¨¢ndose del interior del edificio sin que el ambiente deje de contener misterio; y llamo misterio a la posibilidad de que siempre haya algo m¨¢s de lo que nuestros ojos descubren y fijan.
La historia es la de un hombre ya fallecido y sus relaciones con diversas mujeres. Este hombre, Bill Cosey, tiene la brillante idea, all¨¢ por los a?os cuarenta en Estados Unidos, de montar un hotel para la gente de color con dinero: en ¨¦l tienen todo lo que les ofrece cualquier gran hotel en punto a comodidad, lujo, diversiones, descanso y la ventaja de no tener que pasar por ninguna discriminaci¨®n; no la hay por la sencilla raz¨®n de que s¨®lo hay negros en un ambiente de esplendor blanco. Pero el hotel decaer¨¢ y finalmente cerrar¨¢ y, a la muerte de Cosey y debido a un confuso testamento, su nieta y su ¨²ltima esposa deben convivir juntas en la casa que hereda la segunda. Pero sucede que estas dos mujeres, ahora ancianas, fueron en su juventud ¨ªntimas amigas y ahora se odian y se ven obligadas a vivir en ese caldo de cultivo: un rencor ciego. Lo que la novela trata de esclarecer es la raz¨®n por la que las dos mujeres han llegado a mantener esa terrible cohabitaci¨®n.
En torno a ellas se mueven personajes que han sido part¨ªcipes del entorno ¨ªntimo de Cosey durante esos m¨¢s de cuarenta a?os. Para ello, la autora hace desaparecer a Cosey -s¨®lo aparece por intermedio de los dem¨¢s, nunca de s¨ª mismo- para dejar que asome a trav¨¦s de las mujeres y de los testigos. Pero lo que en principio parece un desvelamiento del personaje se va convirtiendo poco a poco en un relato centrado por la larga sombra de Cosey en esas dos mujeres "cuya historia contiene un monstruo que las volvi¨® implacables en vez de valientes". Los testigos (L., Vida, Sandler
...) ir¨¢n cubriendo las partes vistas desde el exterior y ellas dos nos hablar¨¢n desde el interior de la historia; poco a poco, la luz penetra en el relato volvi¨¦ndolo cada vez m¨¢s apasionante porque es del coraz¨®n escondido de lo que Toni Morrison desea hablar, del enigma de esos corazones que guardan lo que m¨¢s necesitan y desean -su amor- recubierto de odio como un avaro que esconde su tesoro m¨¢s amado en un cofre de plomo.
La llegada de una joven libre
y salvaje y su encuentro con el jo
ven nieto de dos de los testigos es a la vez simb¨®lico y efectivo. Simb¨®lico porque reproduce una vez m¨¢s, en inicio, la figura de esa mujer que abre las piernas antes que el coraz¨®n donde se ha acurrucado y, en cierto modo, tambi¨¦n la figura del muchacho que se est¨¢ haciendo hombre en una sociedad distinta de aquella que gener¨® el drama que llega a su t¨¦rmino con las dos ancianas. Y es efectivo porque de la actuaci¨®n de ambos se derivar¨¢ el movimiento que dar¨¢ fin a la novela. Toni Morrison, con admirable sabidur¨ªa narrativa, coloca a los personajes sobre el tablero de la vida, todos ellos firmemente dibujados, todos ellos imprescindibles, y el lector queda boquiabierto ante la exhibici¨®n de madurez, dominio y construcci¨®n que ¨¦sta demuestra.
Si el artificio del juego de voces es un ejercicio expresivo que llena de sentido la estructura de la novela, la creaci¨®n de personajes es igualmente extraordinaria. No importa si se encuentran en una situaci¨®n t¨®pica u original porque su poder de convicci¨®n es su fuerza. Toni Morrison tiene el don de los grandes creadores de personajes que es el de obligarlos a moverse y actuar de manera que siempre que intervienen nos digan algo nuevo, a?adan algo a lo que ya sabemos. No hay ni una pizca de gratuidad. Y como la novela es, dec¨ªa antes, una novela de desvelamiento de la oscuridad a la claridad, los seguimos con verdadera pasi¨®n. Pero, adem¨¢s, como todo gran creador o creadora, Toni nos lleva hacia la claridad, s¨ª, mas para dejar el sentido de la historia en manos del lector; no la an¨¦cdota, sino el sentido. La verdadera claridad no es simple, es compleja. El lector contin¨²a meditando tras la lectura porque el asunto -el amor perdido como la vida- queda a la luz, mas no resuelto.
Habr¨ªa que a?adir que Toni Morrison es una mujer negra que escribe una novela con personajes de su raza exclusivamente. El lector advertir¨¢ tambi¨¦n que, a contrario de los circuitos cerrados y autosatisfechos en los que se mueven las minor¨ªas de cuota, aqu¨ª asistimos a una representaci¨®n del alma humana universal, no del alma negra etiquetada. Pero, claro, Toni Morrison es una creadora universal no una escritora-gueto. Y, por si fuera poco, a pesar de recibir ese Premio Nobel que a tantos convierte en imitadores de s¨ª mismos, ha vuelto a escribir una obra maestra.
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