Zapatero ante Irak
Zapatero gan¨® las elecciones del 14-M con el firme compromiso p¨²blico de retirar las tropas espa?olas de Irak antes del 30 de junio, de no hacerse cargo la ONU de la situaci¨®n. Gestionar el cumplimiento de esta promesa ser¨¢ su primera gran prueba nacional e internacional y requerir¨¢ toda la destreza pol¨ªtica y diplom¨¢tica que pueda reunir el futuro Gobierno. Zapatero se juega en ello su credibilidad, pero tendr¨¢ que navegar con el viento en contra de una dura campa?a desatada desde EE UU; una campa?a a la que se ha sumado el candidato dem¨®crata a la presidencia, John Kerry, pese a tener posiciones no tan diferentes a las del pr¨®ximo mandatario espa?ol. La principal inquietud de EE UU es pol¨ªtica: que la decisi¨®n espa?ola abra un boquete en su coalici¨®n, porque el general estadounidense Roberto S¨¢nchez, jefe de las tropas aliadas en Irak, ya ha dejado claro que no ve en la posible retirada espa?ola "un problema militar significativo".
La campa?a desatada desde Washington, jaleada por medios conservadores europeos, incluidos algunos espa?oles, asegura que Espa?a se ha rendido ante Al Qaeda, ignorando dos hechos decisivos: que la posici¨®n de Zapatero sobre Irak era muy anterior a los atentados del 11-M y que gran parte del planeta considera que no es en ese pa¨ªs ¨¢rabe donde debe combatirse eficazmente a la red terrorista de Bin Laden. Esta campa?a es un insulto para un pa¨ªs que el 11-M sufri¨® m¨¢s de 200 muertos y que en la historia de su democracia ha registrado m¨¢s de 800 v¨ªctimas mortales de ETA, sin plantearse nunca la rendici¨®n ante esta banda terrorista. ?No convinimos que la mejor respuesta al desaf¨ªo terrorista, viniera de donde viniera, era ir a votar? Pues bien, votaron m¨¢s ciudadanos que nunca.
Los valedores de esta interpretaci¨®n, que se sustenta sobre la osad¨ªa intelectual de hacer una lectura un¨ªvoca de once millones de electores, consideran que la matanza del 11-M es la sola causa del castigo electoral al PP. Al menos habr¨¢ que a?adir el hartazgo ante las mentiras acumuladas por el Gobierno de Aznar: desde las razones para ir a la guerra hasta la autor¨ªa de los atentados de Atocha. Es obvio que los voceros de Al Qaeda intentan sembrar la discordia en Occidente. Pero no intent¨® otra cosa. Ninguna democracia puede actuar pensando en c¨®mo interpretan los terroristas sus acciones. Y ninguna democracia puede dejar que el terrorismo le dicte su agenda. Lo que Zapatero afronta con la retirada de las tropas es un mandato democr¨¢tico.
Seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del Instituto Elcano, realizado en febrero, antes del 11-M, un 40% de espa?oles quer¨ªan que regresaran esas tropas y un porcentaje semejante aceptaban su permanencia, pero s¨®lo si quedaban integradas en una fuerza multinacional liderada por la ONU. Pocas veces este pa¨ªs ha tenido las ideas tan claras.
La pelota est¨¢ ahora en el tejado de EE UU y del Consejo de Seguridad de la ONU. Tienen que poner algo de su parte. El futuro Gobierno espa?ol debe ser razonable y flexible, para no causar m¨¢s problemas de seguridad en Irak ni para complicar la situaci¨®n de los militares de otros pa¨ªses, como los centroamericanos enmarcados en la Brigada Plus Ultra. Pero Irak es una pesadilla generada por la pol¨ªtica temeraria de Bush, a la que se sum¨® Aznar en contra de la opini¨®n de los espa?oles. Dado lo ocurrido -no han aparecido armas de destrucci¨®n masiva y el terrorismo islamista es hoy m¨¢s fuerte y audaz que nunca-, los promotores de la guerra han quedado deslegitimados. Y han dejado un problema del que ya nadie puede desentenderse. De ah¨ª que EE UU tenga que regresar al multilateralismo y centrarse en la ONU y en la capacidad legitimadora de su Consejo de Seguridad. Si el resultado de las elecciones del 14-M contribuye a ello, entonces s¨ª que Espa?a habr¨¢ salido del rinc¨®n de la historia, y no en las Azores. En caso contrario, Zapatero tendr¨¢ que gestionar dif¨ªciles momentos con Washington, y lo mejor es encontrar aliados en Europa, en particular Francia y Alemania. El 14-M puede tambi¨¦n haber significado el fin de la falsa divisi¨®n de Rumsfeld entre la vieja y la nueva Europa.
A la vez, Zapatero debe lograr una revisi¨®n en profundidad de los m¨¦todos de lucha contra el terrorismo islamista. Una pol¨ªtica antiterrorista europea eficaz tiene el potencial para convertirse en el siguiente engranaje decisivo de la construcci¨®n pol¨ªtica del continente y para renovar el v¨ªnculo transatl¨¢ntico. Esa pol¨ªtica exige aumentar de una vez la cooperaci¨®n de los servicios de inteligencia, sin perderse en aventuras b¨¦licas como la de Irak. Y debe ser global, es decir, abordar tambi¨¦n las causas del terrorismo yihadista.
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