Sin coartada
?rase una vez un pa¨ªs en el que hab¨ªa un gobierno de coalici¨®n formado por tres partidos. Desde su nacimiento hab¨ªa sido noticia fundamentalmente por sus crisis y por los desencuentros entre sus miembros. En estas circunstancias, el pa¨ªs afrontaba unas elecciones, y en ellas los tres partidos del gobierno obten¨ªan resultados verdaderamente excepcionales. Sin duda, es un caso de estudio, para la ciencia pol¨ªtica. Ha ocurrido en Catalu?a, y creo que es un caso ¨²til para que mucha gente del resto de Espa?a comprenda mejor lo que pasa aqu¨ª. Quiz¨¢ si uno se para tres minutos a pensar en tan extra?o caso entienda lo que significa la complejidad del demos espa?ol.
En cualquier caso, al Gobierno catal¨¢n se le han acabado las coartadas. Los magn¨ªficos resultados le dan autoridad y fuerza para emprender todas las reformas prometidas que este pa¨ªs necesita. Me lo dec¨ªa el responsable de una instituci¨®n empresarial: "Para nosotros los resultados han sido magn¨ªficos. Tem¨ªamos pagar los platos rotos de cuatro a?os de enfrentamiento entre el Gobierno espa?ol y el catal¨¢n, que hubiesen tenido costes alt¨ªsimos para Catalu?a. Ahora no hay excusas".
Efectivamente, no hay excusas. El Gobierno ya no puede apelar al atenuante del aprendizaje de la cultura de coalici¨®n. Estos tres meses han ocurrido cosas suficientemente graves como para que si alguien todav¨ªa no ha aprendido a ejercer su responsabilidad ya no la aprender¨¢ nunca. Por tanto, no sirve. El voto masivo a los partidos del tripartito confirma que es, en estos momentos, la opci¨®n de gobierno preferida por los catalanes. Si alguna de las partes, por c¨¢lculos m¨¢s o menos espurios, cometiera el error de romperlo unilateralmente, lo pagar¨ªa caro en futuras elecciones. Cualquier duda sobre la legitimidad del tripartito ha sido completamente disipada. La oposici¨®n lo sabe, y se lo est¨¢ tomando tan al pie de la letra que Catalu?a se est¨¢ quedando sin derecha (otro caso de estudio para la ciencia pol¨ªtica). El PP est¨¢ desaparecido despu¨¦s del fracaso. CiU se re¨²ne para hacer an¨¢lisis de sus malos resultados y Artur Mas proclama: "No somos gente de derechas". CiU dice que har¨¢ pol¨ªtica de centroizquierda. La concentraci¨®n en esta zona del mapa ideol¨®gico promete ser tan grande que este pa¨ªs andar¨¢ a la pata coja.
El presidente Pasqual Maragall tiene un escenario mejor que el que hab¨ªa imaginado en sus momentos m¨¢s optimistas. ?Qui¨¦n recuerda hoy que la noche del 16-N se le daba por acabado pol¨ªticamente? Todo lo que ha ocurrido desde entonces -incluso la crisis Carod- se ha resuelto de la manera m¨¢s favorable para ¨¦l. Tiene a Rodr¨ªguez Zapatero en Madrid y al Gobierno catal¨¢n en inmejorables condiciones para influir en la pol¨ªtica espa?ola. Pero al tenerlo todo a favor aumenta la responsabilidad y desaparecen los atenuantes. O consigue su proyecto de reforzar el autogobierno catal¨¢n catalanizando Espa?a o habr¨¢ fracasado.
Adem¨¢s, esto ocurre en un clima particularmente positivo. El pa¨ªs se siente liberado de la losa que era la pol¨ªtica de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que gobernaba Espa?a exigiendo adhesiones incondicionales y excluyendo -e incluso satanizando- a quien discrepaba de sus planteamientos. Hay la sensaci¨®n de que Espa?a respira, con lo cual ser¨¢ posible recuperar la palabra, que es la esencia de la pol¨ªtica democr¨¢tica. Pero adem¨¢s, estas elecciones han servido para responder a la pregunta sobre la fuerza real de la idea de una Espa?a plural. Lo he escrito varias veces: las posibilidades de Zapatero pasaban porque despu¨¦s de 25 a?os de Estado auton¨®mico, la idea de la pluralidad hubiese cuajado realmente en la ciudadan¨ªa espa?ola. Hab¨ªa un dato esperanzador: en todas las encuestas, la cohesi¨®n nacional y los nacionalismos no figuraban ni de lejos entre las principales preocupaciones de los ciudadanos. S¨ª el terrorismo, por supuesto, lo cual permite pensar que los ciudadanos distingu¨ªan perfectamente entre terrorismo y nacionalismos democr¨¢ticos. Faltaba la prueba electoral. Es cierto que se ha votado en circunstancias realmente excepcionales, a los tres d¨ªas de una masacre terrorista, pero a pesar de ello creo que puede decirse que el intento del Gobierno de deslegitimar a la oposici¨®n a partir del caso Carod y del tripartito catal¨¢n ha fracasado totalmente.
En estas condiciones tan favorables, el Gobierno catal¨¢n tiene que ponerse a hacer los deberes sin dilaci¨®n. Se acab¨® el tiempo en que con tal de defender los s¨ªmbolos se aceptaba resignadamente, en nombre del realismo y la gobernabilidad, lo que Madrid decid¨ªa. Al Ejecutivo catal¨¢n le corresponde demostrar en la pr¨¢ctica que, a partir de un momento determinado, los gobiernos de CiU se acomodaron y se resignaron en ¨¢mbitos en los que se pod¨ªa haber avanzado mucho m¨¢s, y que el terreno perdido se puede recuperar.
CiU ten¨ªa la coartada del otro, el Gobierno de Madrid, y el victimismo fue muy ¨²til para la supervivencia de la coalici¨®n. A este Gobierno no le cabe esta opci¨®n. Cuatro a?os de gobierno del PP le hubiesen permitido seguir en la estrategia de la queja que tanto ha ablandado a este pa¨ªs. Pero ahora habr¨¢ un Gobierno amigo en Madrid, apoyado por un grupo parlamentario al que el PSC aporta 21 de los 164 diputados. Con este peso real y con el peso moral de haber encabezado el arranque del cambio, tiene fuerza para obtener resultados, y la ciudadan¨ªa todo el derecho a exig¨ªrselos.
No se trata del juego infantil de quererlo todo ya. Redise?ar las relaciones internas de Espa?a no es tarea de un d¨ªa, y los ciudadanos lo saben. Pero pronto se percibir¨¢ si el proceso va en el buen sentido. Al mismo tiempo, al convertir la queja -siempre pasiva- en exigencia de responsabilidades -por definici¨®n activa- es de esperar que el tiempo del victimismo acabe para siempre.
Hay en Catalu?a unas instituciones de autogobierno que manejan recursos muy importantes. Es de buena ley exigir presencia en la toma de decisiones en Espa?a -y el Gobierno catal¨¢n est¨¢ en mejores condiciones que nunca para ello-, pero precisamente si se consigue asumir este papel principal se habr¨¢n acabado las excusas cuando las cosas aqu¨ª se hagan mal. La ambici¨®n -y a este pa¨ªs le ha faltado mucha en los ¨²ltimos a?os porque el Gobierno nacionalista cre¨ªa que su sola existencia ya lo exculpaba todo- es positiva porque tiene una gran ventaja: hace m¨¢s visible la responsabilidad del que gobierna. Por tanto, tambi¨¦n estimula la exigencia de responsabilidades por parte de los ciudadanos.
El poder del PSC en particular y del Gobierno catal¨¢n en general es tan fuerte que le caer¨¢ un aluvi¨®n de demandas encima. Habr¨¢ que procesarlas, ordenarlas y hacer lo realmente viable, pero ya no se les perdonar¨¢ que vuelvan a perderse en querellas de familia y en crisis innecesarias. O demuestran su eficacia o todo habr¨¢ sido un espejismo. Nadie antes ha tenido tanto poder a tantos niveles en Catalu?a.
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