Gonzalo Rojas festeja el fulgor adolescente de Neruda
El premio Cervantes resume sus memorias y lecturas nerudianas en una charla sabia y tronchante
"Es dif¨ªcil hablar de lo inhablable. De lo que escribe, uno no sabe", dijo Gonzalo Rojas a mitad de su charla. El poeta chileno, premio Cervantes 2003, se ha pasado media vida hablando de Neruda ("ser¨¢ el destino") y ayer habl¨® un poco m¨¢s, en la Residencia de Estudiantes, entre las risas y el embeleso de unos 50 estudiantes y participantes en las Jornadas Pablo Neruda en Espa?a, que celebran el centenario del autor de Residencia en la tierra. Rojas elogi¨® el fulgor inocente del "hermano grande con el que aprendimos a oler el mundo"; la fuerza de ese "animal precoc¨ªsimo, el m¨¢s precoz desde Rimbaud". Y ley¨® dos poemas imitando con maestr¨ªa la "monoton¨ªa monocorde" de la voz de Neruda y se?alando sus hallazgos: fue un espect¨¢culo total, una fiesta po¨¦tica.
Gonzalo Rojas cumplir¨¢ 86 a?os en diciembre. El 23 de abril recoger¨¢ el Cervantes en Alcal¨¢ de Henares. Ayer, en el mismo sal¨®n de la calle Pinar donde Neruda se enamor¨® del 27, Rojas deleit¨® con su voz grave, su acento caliente, sus chistes maliciosos y la lectura histri¨®nica y sarc¨¢stica de su charla, un "ejercicio fragmentario" titulado Imagen de Pablo Neruda, que quiz¨¢ habr¨¢ pensado y dicho cien veces pero que son¨® tan fresco como si fuera improvisado.
"No hay dos, ni tres, ni 25 Nerudas", empez¨® diciendo Rojas. "Hay un solo Neruda, un solo sistema imaginario, aunque sus temas sean los de todos los poetas grandes: la palabra, el portento del Eros, T¨¢natos, el tiempo, la circunstancia inmediata y el compromiso y sus riesgos".
El Neruda que "imant¨®" su imaginaci¨®n, dijo Rojas, fue el poeta adolescente, el que a los 16 a?os escribi¨® Crepusculario; el joven de apenas 20 que edit¨® 20 poemas de amor y una canci¨®n desesperada; el de 21 y 22 que escribi¨® Tentativa del hombre infinito y El habitante y su esperanza; y, despu¨¦s, el poeta hombre que pas¨® diez a?os (de 1925 a 1935) escribiendo Residencia en la tierra, "que publicar¨ªa en Cruz y Raya Jos¨¦ Bergam¨ªn".
Para el Rojas escolar, aquella fue una obra crucial: "Residencia nos hizo bajar al fundamento y nos hizo m¨¢s hombres. Yo ten¨ªa 18 a?os, viv¨ªa en un internado espartano y dec¨ªa sus poemas en la ducha. Aquel libro me deslumbr¨®. Estall¨® la Guerra Civil y nos hizo sentirnos de las Brigadas Internacionales. Neruda despert¨® las m¨¢s altas voces, nuestra respiraci¨®n, la disidencia. Y no era panfleto, ni sectarismo. Aunque yo le reproch¨¦ a veces que esos versos eran demasiado elocuentes, los le¨ªmos como una semilla".
A 3.000 metros
De los primeros a?os nerudianos, Rojas recuerda sobre todo el asombro de los acad¨¦micos, el p¨¢nico de los "hermenautas" ante aquella voz que parec¨ªa venir de otro planeta: "Le tachaban de ininteligible, los peri¨®dicos dec¨ªan que no se le entend¨ªa nada, lo acusaban de cr¨ªptico y sonoro a la vez, ?pero la sonoridad es una cosa muy delicada de salud! Eran los letrados los que no entend¨ªan: se empecinaban en no entender. Nosotros s¨ª lo entend¨ªamos. ?Qu¨¦ ser¨¢ no entender?".
Y despu¨¦s: "A Neruda hay que leerlo siempre con inocencia. Es un poeta unitario, y hay que descubrir la palabra leyendo, sin las r¨¦moras de la hermen¨¦utica y del renombre. No hay otro encuentro con la poes¨ªa que no sea la lectura".
"Arrebatados, aprendimos a oler, a ver, crecimos y nos enamoramos con Neruda", continu¨® Rojas. "Est¨¢bamos transidos por su poes¨ªa, como con la de Huidobro, Vallejo, Gabriela Mistral. Cuando yo me retir¨¦ a las cumbres de 3.000 metros, me llev¨¦ Residencia; Trilce, de Vallejo, y Tala, de Gabriela Mistral ["Se va de ti mi cuerpo gota a gota. / Se va mi cara en un ¨®leo sordo; / se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo"]. Esos tres me llev¨¦. Y una dama bell¨ªsima, de 18 a?os. ?As¨ª se puede vivir!".
Rojas cont¨® que desde muy chico defendi¨® a Neruda "del delirio pendenciero de los que dec¨ªan que hac¨ªa poes¨ªa de sonajero". Y lo hizo porque, pese a las diferencias generacionales ("¨¦l del 20, yo del 38"), compart¨ªan muchas cosas: "Me atrapaba su soledad y su visi¨®n de la tierra, su conciencia sombr¨ªa de la inteligencia, el parentesco con las cosas-cosas, la conciencia del l¨ªmite y el ritmo respiratorio, que en ¨¦l es Whitman y en m¨ª era tartamudez y asfixia". "Le debo el mundo, y su lenguaje prodigioso de poeta desesperado, ajeno a la historia, que de repente dio un giro de 180 grados y se convirti¨® en un poeta en di¨¢logo con la historia", a?adi¨® Rojas, que record¨® que en los a?os 70, en un discurso que dio en Valpara¨ªso al ser nombrado vecino honor¨ªfico, Neruda termin¨® diciendo que era "un poeta de utilidad p¨²blica".
"Eso es discutible", afirm¨® con iron¨ªa el poeta, que acab¨® recordando alg¨²n encuentro personal, como una visita a Concepci¨®n en la que Neruda record¨® con nostalgia a su ¨²ltima pariente de sangre y Rojas detect¨® por una vez "una rara ternura de var¨®n biennacido". Tirando de sus dotes consumadas de actor, Rojas concluy¨® diciendo: "El verdadero genio es la imaginaci¨®n. Pero mi hermano grande est¨¢ cumpliendo hoy un a?o de 100 a?os".
[El narrador y poeta Jos¨¦ Emilio Pacheco (M¨¦xico, 1939) gan¨® ayer en Santiago de Chile el I Premio Iberoamericano de Poes¨ªa Pablo Neruda, dotado con 24.300 euros. El jurado del galard¨®n, que se entregar¨¢ el 12 de julio, cuando se cumplir¨¢n 100 a?os del nacimiento de Neruda, estuvo presidido por Jos¨¦ Weinstein e integrado adem¨¢s por Carlos Fuentes, Jaime Concha y Julio Ortega, informa Efe].
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